El funcionario indicó a periodistas que 23.000 de esos hondureños fueron deportados de Estados Unidos por vía aérea, mientras que otros 27.000 llegaron por tierra procedentes de México y Guatemala.
Agregó que la cifra incluye a los deportados hasta el viernes de la semana pasada, y que se prevé que al finalizar 2007 el monto supere los 80.000.
Espinal expresó su preocupación porque el país no tiene una respuesta para resolver los problemas del hondureño deportado, como un empleo.
Indicó que en el país se habla bien del hondureño que con sus remesas familiares ayuda a mantener la economía del país, con envíos globales que rondan los 3.000 millones de dólares, pero se ignora al que regresa deportado.
Los millones de dólares que envían los inmigrantes no se pueden obtener produciendo en el país, acotó Espinal, quien además resaltó que cada hondureño que se va representa la ruptura de una familia.
Los deportados de Estados Unidos están llegando semanalmente al país, a veces en seis vuelos.
Según fuentes de la Cancillería de Honduras, un poco más de un millón de ciudadanos de este país viven en el exterior, de los que más 800.000 prefirieron Estados Unidos.
Muchos de los que viven en Estados Unidos tienen residencia, pero unos 70.000 indocumentados subsisten al amparo del Estatus de Protección Temporal (TPS, por su sigla en inglés), que el país del norte les ha venido renovando desde a finales del siglo pasado.
El resto de los inmigrantes hondureños están repartidos entre Canadá, México, Centroamérica, España e Italia, entre otros países, según la Cancillería de Tegucigalpa.







