Tegucigalpa (Especial Proceso Digital) – Los modelos democráticos en Centroamérica transitan bajo rieles peligrosos, en medio de una creciente desafección ciudadana con sus gobiernos y la política, el cierre de espacios cívicos, la crisis de los partidos políticos y las estrategias de desinformación para descalificar a líderes opositores y organismos de sociedad civil, coinciden expertos analistas conocedores del entorno regional.
Los desarreglos de la democracia, como califican los procesos de involución que vive la región, están relacionados a déficit estructurales como la desigualdad social y la pobreza, la debilidad del Estado de Derecho a causa de la corrupción y el acceso a la justicia, entre otros patrones que se vienen acentuando desde hace algunos años y permiten identificar al menos tres tipos de regímenes en el istmo: los democráticos, los híbridos y los autocráticos.
Entre los regímenes democráticos destacan Costa Rica, Panamá y República Dominicana. Este modelo se destaca por el respeto al pluralismo, elecciones creíbles, la separación de poderes, la auditoría social, respeto a la libertad de expresión, al espacio cívico, la participación ciudadana, los derechos humanos, entre otros.
Los regímenes híbridos se caracterizan por la concentración del poder, la descalificación de los adversarios, la retórica nacionalista; la restricción de libertades y persecución selectiva, la erosión del Estado de Derecho (impunidad de crímenes y corrupción), elecciones dudosas, intolerancia política, violaciones humanitarias y de libertad de expresión, por citar algunos factores. En esta franja se ubican países como El Salvador, Guatemala y Honduras.
En tanto, los regímenes autocráticos se caracterizan por tener un partido único, la eliminación de las libertades civiles y políticas, la persecución feroz de cualquier disidencia, impunidad de los crímenes, corrupción, retórica nacionalista, aliados autócratas. En Centroamérica, el mejor ejemplo que encarna todas esas características es Nicaragua.
C.A. no confía en su democracia
Así lo plasmó el excanciller guatemalteco y analista político, Edgard Gutiérrez, en el marco de una conferencia magistral sobre democracia en Centroamérica que patrocina los Ciclos de Actualización de Periodistas (CAP), que agrupa a periodistas de Guatemala, El Salvador y Honduras, como parte de un proceso de formación académica que permita ahondar sus conocimientos en temas de democracia, gobernabilidad, derechos humanos y libertad de expresión.
Gutiérrez dijo que, en estos momentos, Centroamérica no está confiando en su democracia, porque ésta no le está dando la paz y el progreso anhelado. Una democracia, dijo, necesita de clases medias robustas que la fortalezcan, pero, en la región, la clase media “se adelgazó”, se pulveriza el sueño de la clase media, que viene a ser una especie de colchón de la democracia.
Ese desencanto con la democracia se asocia a un déficit de servicios básicos como acceso a educación, a la salud, a infraestructura, detonando todo ello en flujos migratorios como válvulas de escape. La pérdida de legitimidad de la democracia está ligada a los niveles de insatisfacción, en la cual incide la captura del sistema de justicia y de instituciones estratégicas por redes criminales políticas y económicas, advierte Gutiérrez.
“Lo más preocupante, lo más perturbador es que las democracias si no tienen legitimidad, difícilmente se sostienen, y eso es lo que está pasando en Centroamérica. La gente ya no confía en el sistema democrático, la promesa de la democracia, como la gente la entendió, era paz y progreso, un ambiente de estabilidad y prosperidad, y eso no se logró”, acotó el excanciller guatemalteco.
De ahí que advirtiera que los rieles de la democracia están en franco deterioro, dando paso a espacios a gobiernos populistas de izquierda y de derecha que capitalizan el descontento y se vuelven antidemocráticos. Gutiérrez dijo que este retroceso democrático está ligado también a un reacomodo geopolítico mundial, y que, en el caso de Centroamérica, como fue en el pasado, el papel de la comunidad internacional es clave para evitar el colapso democrático en la región, pues la región por sí sola no puede salir adelante con instituciones tan debilitadas y permeadas por la impunidad, la corrupción y la criminalidad organizada.
Regresión y cierre de espacios cívicos
Otro de los expositores que dio su mirada también sobre los desafíos democráticos, fue el politólogo, Eduardo Núñez, quien abordó el tema de la regresión política desde la óptica de los regímenes políticos; el malestar y la fragmentación desde la óptica de las sociedades, así como la pérdida de acuerdos básicos y de gobernanza en el sistema internacional.
Núñez dijo que entre los desafíos de la política y la democracia se encuentra la concentración de poder y el endurecimiento de acciones reflejadas en golpes de estado; el cierre de espacios cívicos y las transiciones fallidas de sistemas de partidos políticos. Aquí dijo entra el fenómeno de la “ampliación de la oposición” que ya no abarca solo a lo político, sino cualquier actor político, social, económico, movimiento social, medio de comunicación e incluso la misma comunidad internacional que se oponga a los esfuerzos de concentración de poder desarrollados por las elites de poder que han accedido al poder de forma democrática.
Se suman a ellos la polarización, la desinformación y las narrativas de exclusión, la remilitarización y la articulación y rearticulación de redes de poder lícitas (elites) e ilícitas (grupos criminales).
De acuerdo con Núñez se vive una auténtica batalla en torno a los relatos y quien tiene la verdad, pues ha entrado la desinformación como un fenómeno que cuestiona el dato, cuestiona la verdad científica, aunque ésta sea científicamente probada. Y en este afán de concentración se intensifica el cierre de los espacios cívicos para evitar que exista una oposición articulada, se trata de imponer los modelos antisistema, en medio de una amplia insatisfacción social con la democracia.
Se vuelve entonces, al viejo modelo caudillista, en donde son más importantes las figuras que los partidos políticos, pues éstos han sido lesionados en su institucionalidad; se vuelve al viejo liderazgo caudillista altamente personalizado en el ejercicio del poder, advirtió Núñez.
Se suma a ello el contexto internacional donde han entrado en crisis los instrumentos internacionales, la pérdida de acuerdos básicos, la impotencia del sistema internacional y del sistema interamericano, como parte del deterioro de la gobernanza global y regional.
Estas conexiones vuelven complejas los escenarios políticos y democráticos de la región, pero se deben buscar los espacios para llegar a los acuerdos políticos e institucionales que permitan sobrevivir a las democracias, con proyectos alternativos viables, respetando la pluralidad, pues los procesos históricos son reversibles, afirmó.
Para Núñez, las arenas de acción para revertir el deterioro democrático en Centroamérica pasan por lo regional, nacional y local, por el sentido de urgencia, las victorias tempranas y la estrategia efectiva en donde se pueda ir construyendo y fortaleciendo una ciudadanía democrática. “Hay que reconstruir acuerdos sobre los mínimos éticos y políticos de la democracia”, propuso en su exposición el politólogo costarricense. (PD)