Durante la administración de Porfirio Lobo Sosa, tres cúpulas policiales han desfilado sin que las dos primeras pudieran dar resultados. El Presidente lo reconoce.
La tercera cúpula, al mando de Juan Carlos Bonilla, es vista por la población con esperanza debido a que la ciudadanía puede enterarse de capturas de criminales, incluidos los que están dentro de la propia organización de seguridad estatal.
El general Bonilla ha dicho que en medio de la lucha se deben librar también los movimientos que a lo interno hacen los que se sienten aludidos. Son fuerzas que se mueven y que se niegan a fenecer. Hay desde oficiales hasta agentes básicos. El jefe policial ha dicho que muchos de ellos se reúnen en restaurantes y conspiran.
El más alto jefe policial sostiene que pese a las circunstancias mantendrá su política firme.
Sin tregua y sin distingos
Los policías, acostumbrados a recibir la llamada de sus superiores para hacer favores a políticos, parientes, amigos, poderosos y hasta a las amistades sentimentales de sus jefes, empiezan a vislumbrar otra perspectiva.
Así, hace apenas unas semanas, la esposa del entonces ministro de Finanzas, Héctor Guillén, fue detenida a bordo de un lujoso vehículo donde se trasportaba junto a dos acompañantes, en posesión de un millón 150 mil lempiras.
Dinora Aranburry de Guillén, relatan agentes que participaron en la operación donde se le incautó la millonaria cifra monetaria, les comentó ser la esposa del ministro, pero el detalle no le valió la libertad y por el contrario, fue conducida a la Fiscalía donde afronta el caso, pese a que recobró la libertad.
El caso puso a Héctor Guillén en la necesidad de dimitir de su puesto. Otros funcionarios y políticos del Congreso hondureño son investigados en una madeja que se ha acrecentado luego de una denuncia realizada por un periodista de la sureña Choluteca.
El presidente Porfirio Lobo ha dicho que “el tigre no me salió gato” y ha alabado que al momento de aplicar la ley no anda con distingos de ninguna naturaleza. El propio hijo del mandatario hondureño supo lo que era la rígida doctrina del jefe de la Policía hondureña, al ser arrestado mientras conducía en estado de ebriedad.
Desde Elí hasta la fecha
Pese a que la Policía fue fundada en 1888, desde entonces ha sufrido cambios y trasformaciones, pocas veces como ahora sus escándalos han trascendido los límites.
En 1993 tras el asesinato del empresario sampedrano, Eduardo Piña Van Tuyl, en el hecho se involucraban elementos militares cuando aún la Policía era parte del cuerpo castrense. El ambiente se calentó y la indignación fluyó sin presiones cuando un ex agente asignado a la temida y ahora desaparecida Dirección Nacional de Investigación (DNI), Josué Elí Zúñiga, dio su testimonio que conmocionó a la sociedad hondureña.
Así inició un proceso que culminó con la eliminación de la DNI, el traspaso de la Policía al poder civil y los primeros esfuerzos de depuración policial que llevaron a la creación de la Dirección Nacional de Investigación Criminal.
La conmoción con el crimen de los universitarios
En octubre de 2011, tras el asesinato de dos jóvenes universitarios, un hecho que desencadenó una serie de revelaciones, corrupción y vínculos con el crimen organizado, la Policía vuelve a estar en la palestra pública.
Los jóvenes universitarios Carlos Pineda y Alejandro Vargas, este último hijo de la rectora universitaria, Julieta Castellanos, conmocionaron a la sociedad, a la que además le hicieron perder el miedo y de inmediato miles de denuncias ciudadanas fluyeron.
Ocho policías han resultado directamente implicados y el caso aún sin resolverse no se sabe hasta dónde conducirá.
Al parecer la Policía no aprendió del pasado y muchos de sus miembros agravaron sus andanzas.
Desde agentes que robaban hasta el producto a niños vendedores de tortillas, extorsionadores, bandas involucradas en secuestros, asaltos, controladores aéreos de narcoavionetas y en fin, la cuenta es prolongada. Son muchos los que han quedado al descubierto y tantos otros que deberán salir a la luz si la tarea, que “El Tigre” dice haberse impuesto, da el fruto esperado.
Este martes 21 de agosto se cumplen los primeros tres meses de Juan Carlos “El Tigre” Bonilla Valladares al mando de la Policía hondureña y las esperanzas de una población ávida de un cuerpo de seguridad digno parecen ocupar la atención de la ciudadanía en general.