En las últimas horas, tres jóvenes fueron asesinadas en Puerto Cortés, al norte de Honduras, mientras en la capital hondureña, una doctora en Química y Farmacia fue asesinada junto a un acompañante, tras ser atacados a tiros por delincuentes, cuando se transportaban en un taxi colectivo
Las víctimas de Puerto Cortés son una universitaria y ejecutiva empresarial quien fue acribillada, junto a su hermana, una niña de 15 años. Otra mujer que se cruzó en la fatídica escena también fue alcanzada por las fatales ráfagas.
La víctima de Tegucigalpa fue identificada como Amanda Landa Flores, de 41 años, quien murió junto a Francisco Javier López, de 25 años. Ellos se transportaban en un taxi colectivo desde el centro de Tegucigalpa hacia la colonia El Pedregal.
Cuando la unidad circulaba por una calle de tierra que lleva al Puente Soberanía Nacional, en el centro de la ciudad, dos hombres que se trasladaban en una motocicleta disparó contra el taxi. Las víctimas fueron trasladadas a un hospital, donde fallecieron.
Se informó que la mujer era familiar cercano del actual jefe de la Fuerza Aérea Hondureña.
Esta semana, una abogada falleció cuando el automóvil en que se conducía también fue atacado a tiros por hombres que se transportaban en motocicletas.
Todos los casos están en investigación. En ninguno hay responsables detenidos.
El crimen, “pan nuestro de cada día” Mientras los reportes de medios dan cuenta del hecho en breves reportes, las muertes violentas de mujeres son algo parecido “al pan nuestro de cada día” y poco a poco, tristemente, parecen volverse un hecho de la cotidianeidad. Las muertes de mujeres ocurren en medio de discusiones entre políticos, empresarios y sectores de poder que buscan establecer el pago de una tasa de seguridad, pagadera por parte del sector privado a fin de contribuir a bajar los índices de violencia en Honduras. Pero las discusiones rondan en torno a cómo se distribuirá el fondo, y los entes operadores de justicia han empezado a solicitar y hasta exigir su parte. El alto mando de Las Fuerzas Armadas, incluso, se adjudica la paternidad de la idea de cobrar la tasa y por lo tanto, dicen, les corresponde su porción ya que ellos realizan acciones concretas en la lucha contra el narcotráfico. Tampoco han faltado acusaciones y contraacusaciones entre empresarios y políticos quienes se señalan mutuamente de proponer que sea el pueblo a través del incremento del uno por ciento al impuesto sobre ventas, el que pague con esta nueva carga. |
Estadísticas y reclamos sin respuestas Mientras el tema ocupa espacios destacados, en lo que va del año se han reportado la muerte de al menos unas 80 mujeres. Según el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos en Honduras, Ramón Custodio, al menos a 1,750 mujeres se les ha quitado la vida entre 2005 y febrero de este año. Custodio demandó «investigar cada uno de los crímenes para que no queden en la impunidad». Las autoridades señalan que muchas de las muertes de mujeres son producto de «problemas pasionales» o «ajustes de cuentas» entre grupos delictivos que manejan actividades como el «narcomenudeo», lo que en la mayoría de los casos no se ha comprobado porque no han sido esclarecidos. En febrero pasado, ante las presiones de países como Estados Unidos y exigencias de sectores nacionales, las autoridades policiales y judiciales integraron una unidad especial que se encargaría de investigar asesinatos de mujeres, periodistas, miembros de la comunidad gay y otros sectores vulnerables. La realidad no refleja logros sustanciales. El Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) indican en su más reciente informe que, un promedio de 36 mujeres fueron asesinadas mensualmente y en su mayoría por armas de fuego. En 2010, 438 mujeres fueron asesinadas en forma violenta, indica el Observatorio. Tegucigalpa y San Pedro Sula siguen siendo las ciudades del país que encabezan el asesinato violento de mujeres, seguido de La Ceiba, Choloma, Tela; La Lima, Catacamas; El Progreso, Copán Ruinas y Olanchito. Estas zonas comprenden los llamados “territorios calientes” de la inseguridad en Honduras, señala el informe del Observatorio de la UNAH. Pero en Honduras, las estadísticas se abultan y los reclamos de los defensores humanitarios se pierden en lamentos que poco a poco se diluyen en la realidad que cada día da paso a nuevos hechos criminales. |