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Juan Carlos I de España, un exrey exiliado, corrupto y con amantes quiere limpiar su historial…y como lo conocí

Por Alberto García Marrder
Especial para Proceso Digital, La Tribuna y El País de Honduras.

A sus 87 años de edad y exiliado en Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos), el ex rey de España, Juan Carlos I, (1975-2014) quiere limpiar su legado y no pasar a la historia como un monarca corrupto y mujeriego, a pesar de estar casado con la reina Sofia de Grecia.

Y ha causado sorpresa dos demandas que ha presentado por difamación de su reputación. La primera en Suiza contra su ex amante (y amante oficial), la princesa alemana Corina Sayn-Whittenstein, con la que ha compartido, además de la cama, millones de euros y con la que según especulaciones le había pedido matrimonio. Y la segunda en España, contra su examigo, el ex presidente regional de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, para que deje de hablar mal de él.

La ex amante oficial,una princesa alemana.

En España se piensa que las dos demandas tienen pocas posibilidades de prosperar y que el rey, aburrido en su  exilio dorado,  está siendo mal asesorado por  Philip Adkins,  ex marido precisamente de su amante alemana y por Laurence Debray,  hija del famoso filosofo y escritor francés, Regis Debray,  quien le prepara al ex monarca español sus futuras memorias.

Según las hipótesis que circulan, Juan Carlos I, le transfirió a su amante alemana 60 millones de euros (otras hablan de 80 millones) de comisiones recibidas de un país árabe, para que esta le sirviera de  “testaferro” y para no tener que revelarlas en España. Y ahora esta no quiere devolverlos y él quiere recuperarlos.

En los tiempos buenos, y fueron siete años, el rey tenía a Corinna “hospedada” en una casita cerca del Palacio de la Zarzuela, cercano a Madrid. Y la Reina Sofía, al parecer, sin saberlo.

Juan Carlos y Corinna, casi un beso.

Pero el gran escandalo se desató en 2012, cuando el entonces rey y Corinna participaron en una cacería de elefantes en Botsuana (Africa), cuando había en España una grave crisis económica. Tras una noche de fiesta y alcohol, él salió de su tienda de campaña para ir al baño y se cayó, con una hemorragia interna y una cadera rota. Hubo que trasladarlo a Madrid en un avión-ambulancia y operado. Entonces, los españoles se enteraron de la relación amorosa del rey con la princesa alemana.

Y la prensa española no se cansa de publicar también detalles sobre las relaciones que tuvo Juan Carlos I con la vedete y estrella de televisión Barbara Rey. Y como esta le trató de chantajear con videos íntimos, que obligó al gobierno a pagarle varios millones para comprar su silencio.

Otro escándalo del entonces rey, su relación con la ex vedette, Barbara Reyinna

Estos escándalos, además de rumores de cobro de comisiones por contratos con países árabes, obligó al monarca a abdicar en 2018 a favor de su hijo Felipe, quien ahora es el rey Felipe II, para salvar la monarquía parlamentaria española, quien tiene actualmente pocos poderes bajo un gobierno socialista de Pedro Sánchez de izquierdas y con una vicepresidenta comunista (Yolanda Díaz).

Yo recuerdo a un Juan Carlos bonachón, campechano y  y simpático por las muchas horas que pasé con él, como periodista. Y por haber sido en la transición, el gestor a una democracia en España, tras 40 años de la dictadura franquista.

Mi primer contacto personal con el monarca fue en un largo viaje entre Madrid y Guatemala-Honduras, donde formé parte del grupo de periodista que le acompañaban en un avión DC-8 de la Fuerza Aérea Española. Nosotros estábamos en la cola del avión, pero el entones rey venía con frecuencia a charlar con los periodistas.

Y en la segunda vez, fue más personal y de doloroso recuerdo. Yo era entonces director de la oficina de la Agencia de Noticias española EFE en Washington y una fuente secreta me informo que el avión que traía al rey de Los Ángeles a Madrid iba hacer una parada técnica de emergencia en la base aérea Andrews en el estado de Maryland, cerca de Washington.

En menos de media hora yo estaba en esa base área norteamericana para presenciar la aparente emergencia del avión real, un  Dc-8,que transportaba al monarca español, y el único periodista presente.

Y mientras arreglaban el avión, el entonces rey estuvo casi dos horas en el bar de la base castigándonos a un ministro, un guardaespaldas y a mi, contando chistes verdes machistas que no se pueden reproducir. Y él sabía en todo momento que yo era 

periodista. Y no por eso fue más discreto

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