Tegucigalpa – El cardenal de Nicaragua, Leopoldo Brenes, llamó este domingo a un “cambio de dirección” en el país centroamericano, que atraviesa una crisis sociopolítica desde 2018.
Brenes, quien junto al resto del Episcopado nicaragüense ha sido acusado por el presidente Daniel Ortega de intentar derrocarlo, matizó su llamado con referencias bíblicas, durante la misa dominical que presidió en la Catedral Metropolitana de Managua y que fue transmitida por redes sociales.
“Juan el bautista viene a hacer ese llamado, un llamado a una conversión, que significa: cambio de dirección, reflexionar en nuestras vidas qué tengo que me impide caminar viendo al señor”, dijo el purpurado, cuyo país se encuentra dividido entre quienes apoyan a Ortega y los que no simpatizan con el líder sandinista.
La crisis de Nicaragua se inició en 2018, cuando una serie de ataques armados contra protestas masivas antigubernamentales dejaron al menos 355 muertos, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), de los cuales el mandatario reconoce 200, con el argumento de que se defendía de un supuesto golpe de Estado.
Adicionalmente, la CIDH reporta más de 250 “presos políticos”, entre opositores, críticos de Ortega y profesionales independientes, a quienes el presidente se niega a liberar, pese a las resoluciones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) y a los ruegos de los familiares.
“En la viña del Señor hay de todo, hay unos que van con un corazón dispuesto, hay otros que no”, recordó Brenes, quien no hizo hizo señalamientos directos.
“ESPÍRITU DE SOBERBIA”
Brenes relató una escena en la que Juan el bautista llama a un grupo para que “cambien”, algunos están de acuerdo, “pero los otros dos dicen ‘no’, en un espíritu de soberbia”.
“Aquella persona que dice ‘yo no tengo pecado’, quizá está cometiendo el mayor pecado de soberbia, creyéndose mejor”, resaltó el cardenal.
Asimismo, llamó a despojarse de “aquellas cosas que hay en nuestra vida y que nos impiden vivir verdaderamente feliz, quitando odio, quitando enemistades, quitando rencores, porque muchas veces estas actitudes nos enferman y nos hacen perder la paz”.
La Iglesia católica es una religión considerada “perseguida” en Nicaragua, tal como lo han mencionado diferentes obispos y sacerdotes en diferentes oportunidades.
Este año, el Gobierno sandinista expulsó del país al nuncio apostólico Waldemar Stanislaw Sommertag y a 18 monjas de la orden Misioneras de la Caridad, fundada por la Madre Teresa de Calcuta.
En agosto pasado, sacerdotes de diferentes diócesis de Nicaragua pidieron al Gobierno el “cese de la persecución a la Iglesia Católica”, en medio de diferentes acciones que llevaron al arresto a más de una decena de religiosos, incluyendo algunos seminaristas, y al obispo de la Diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la Diócesis de Estelí, ambas en el norte, Rolando Álvarez.
Las relaciones entre los sandinistas y la Iglesia católica de Nicaragua han estado marcadas por roces y desconfianzas en los últimos 43 años.
Con un 58,5 % de creyentes, la Iglesia católica es la religión con más seguidores en Nicaragua, según el último censo nacional.
La crisis de Nicaragua empeoró con las elecciones generales de 2021, cuando Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, fueron reelegidos en sus cargos, en un proceso criticado porque siete de sus potenciales rivales fueron arrestados y dos huyeron al exilio. JS