Tegucigalpa (Especial Proceso Digital / Isis Rubio) – Son mujeres que han vencido el miedo a contagiarse del COVID-19 o llevarlo a sus familias. Se han secado las lágrimas una y otra vez para salir ante los medios de comunicación y contar historias y notas tristes. Ellas hacen comunicación para los principales hospitales públicos de Tegucigalpa y San Pedro Sula, epicentros de la pandemia.
En Tegucigalpa las portavoces de los hospitales San Felipe; El Instituto Cardiopulmonar, el Tórax; Hospital Escuela, Hospital de Especialidades del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), Hospital de Especialidades María. En San Pedro Sula las voceras de los centros asistenciales Mario Catarino Rivas y del IHSS, a diario dan a conocer los reportes de los decesos, la ocupación hospitalaria y otros detalles del contexto de la pandemia que asola Honduras desde marzo de 2020 y que parece permanecer inalterable o quizá más profunda entre los hondureños.
Todas son mujeres periodistas que tienen en común un afán de servir del que no hablan, pero en esencia trasmiten a las audiencias al momento de comunicar.
Su labor está, en muchas ocasiones, marcada de lágrimas, dolor y tristeza al ser testigos de los decesos de niños, madres, hombres, mujeres y ancianos que fallecen por causa del virus.
Dos de estas periodistas perdieron a sus madres a causa del COVID-19.
Su labor es reconocida porque no solo son cifras las que brindan, sus declaraciones reflejan la realidad que atraviesa el país, familias que diariamente se enlutan por causa del mortal virus. Igualmente aprovechan las tribunas públicas de la comunicación para concientizar a la población respecto al virus mortal y como sortear o protegerse de la maldición de portarlo.
Es un año que nos sacó el lado más humano
La portavoz del Hospital San Felipe, Marisol Obando, dijo a Proceso Digital que este año ha sido una experiencia diferente, desde implementar otros métodos para cumplir con sus labores, “al inicio tuve temor, miedo por mi esposo que es diabético y por mi madre quien tenía enfermedades crónicas, luego fui aprendiendo a convivir con el miedo”.
Sostuvo que en lo laboral tuve que instruir a médicos para que ellos fueran los que brindarán los informes, porque no es lo mismo que un médico que está dentro con los enfermos dé un reporte que lo haga un relacionador público.
Señaló que ha sido un cambio total de todo a todo, “se siente impotencia el querer ayudar a los familiares que los pacientes que están aquí graves, es doloroso”, enfatizó.
Detalló que el momento más duro lo vivió cuando su mamá se enfermó y la tuvo que llevar al Hospital Militar ahí contrajo el virus, “logré conseguir un cupo un día antes del día del periodista el año pasado, lo pase con ella dándole de comer y viendo como su salud desmejoraba, cuatro días después falleció, mi mundo se derrumbó”, dijo con el sentimiento a flor de piel.
Tomando fuerzas, externó que es importante levantar la cabeza, seguir luchando contra la pandemia. “Ha sido un año de mucha escuela, nos sacó el lado más humano”, recalcó.
Marisol lleva 13 años de carrera, pero asegura que, este año de pandemia ha sido el de más sentimiento, de ayudar a la gente que llega a preguntar por sus familiares, aprender a vivir con el virus, ayudando a las personas a tratar de conseguir un cupo cuando se sabe que no hay y que hay que esperar lo peor: que muera alguien o que salgan de alta.
“Yo siempre he dicho que los relacionadores públicos somos los que cuidamos la cara bonita de una institución, pero en este momento que somos el ojo del huracán, que estamos luchando con algo que no conocemos, hemos tenido que aprender a conocernos y dar a conocer las cosas de la mejor manera, saber que hay que tener las palabras para decirle a las personas que un familiar murió, parte el corazón”, manifestó.
Un año difícil y de mucho dolor
Por su parte, la portavoz del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), de Tegucigalpa, Ana Lourdes Barrientos sostuvo que ha sido un año difícil, duro, un año que ha dejado mucho dolor en las familias, – “un año largo, eterno, en el que seguimos esperando un espacio para volver abrazarlos de nuevo”.
Señaló que las personas no se dan cuenta de todo el trabajo que hay detrás, nos miran ahí brindando las declaraciones con la información diaria, pero muchas veces con el corazón partido de ver como muchos ancianos han fallecido, que nunca pensaron morir en un lugar tan helado, vacío, sin sus familiares alrededor, sin poderlos ver por última vez ya que tienen que enterrarlos tras ser entregados, lamentó con la voz entrecortada.
“Difícil sinceramente la situación, se le ruedan las lágrimas no solo a una, sino que, a los médicos, a las enfermeras, a todos los que están ahí enfrentando este virus”, agregó.
Indicó que la parte más dura es cuando hay que avisarles a los familiares que su pariente falleció, es la peor parte de todo esto.
Lamentó que se sigue en incertidumbre, no se sabe cuándo habrá un alto, más de un año y no se ve como contener este virus y las vacunas llegan lentas por lo que este tiempo se vuelve más doloroso.
“Ver partir a amigos médicos, periodistas, ancianos, jóvenes y ver cuando sus ojos dicen ya no más y que solo queda el apretón de manos, parte el corazón a cualquiera, acá hemos llorado a veces sin conocer al paciente, pero es dura esta situación, y Dios ha sido bueno porque no nos ha tocado contagiarnos con este virus”, apuntó.
Tocó levantarse de las cenizas
Mientras que la portavoz del Instituto Nacional Cardiopulmonar conocido como El Tórax, Nia Carbajal, dijo a Proceso Digital que este año de pandemia le tocó levantarse de las cenizas.
“Ha sido muy difícil y de muchos retos, un tiempo duro incluso de hacer y crear cosas en medio del dolor de las familias y el mío propio”, manifestó.
Relató que debido a la pandemia perdió a su madre, “yo misma tengo enfermedades de base, pero he estado al frente, cumpliendo con mis labores y apoyando a las personas que lo necesitan”.
Agregó que tras el duro golpe que le dio la vida, le tocó levantarse de las cenizas y buscar un nuevo camino desarrollando campañas de concientización que lleguen a la población y con ello salvar vidas.
“Creo que los portavoces tenemos un reto grande para crear un equilibrio, brindar la información sin mostrar esa parte humana que está destrozada por dentro al ver tanta muerte, sufrimiento de pacientes y de sus familiares”, señaló.
Agregó que la impotencia de no poder hacer más de lo que está a su alcance, le ha ayudado a desarrollar una fuerza interna que se convierte en un aprendizaje en su vida.
Un año de mucha reflexión
En tanto, la portavoz del Hospital Escuela, Julieth Chavarría la situación que vive el país con la pandemia del COVID-19 deja mucho espacio a la reflexión y llena de impotencia el saber que no se puede hacer más de lo que se está al alcance.
“Brindar el reporte diario de los decesos y contagios da mucha tristeza, sabiendo que no solo son cifras las que se están brindando, sino que son familias hondureñas enlutadas por el virus, es duro saber que hay familiares afuera del hospital esperando que su pariente se recupere y volver con ellos a casa y al no ser así duele”, expresó.
Julieth Chavarría dijo que pese a toda la situación que se vive con la pandemia día a día esta lista, “nos limpiamos las lágrimas y damos la información como tiene que ser, es nuestro deber”, apuntó.
La pandemia nos ha llamado a servir
A criterio de Gabriela Flores, portavoz del Hospital de Especialidades María la pandemia ha hecho un llamado a servir y a cambiar muchas vidas.
Gabriela Flores es mercadóloga, pero la pandemia la ha obligado a tomar otras funciones en apoyo a la institución donde labora, dijo a Proceso Digital.
Agregó que ha sido un año muy difícil lleno de retos, de reflexión con cada una de las situaciones que se viven dentro del hospital.
“Esta pandemia ha venido a cambiar a muchas personas, ya en ocasiones una se enfoca en sí misma, pero con esto una se ha abierto a los demás y ver en que se puede servir”, manifestó.
Señaló que es duro ver como los menores pierden la vida por causa del virus, si una muerte de un adulto duele, la de los menores rompe el corazón.
“Esta pandemia nos ha hecho un llamado a servir, a ayudar al prójimo, ver como los familiares buscan de nuestro apoyo, aunque sea para saber cómo está su pariente, esto lo llena a uno de retos y de reflexión que la vida hay que valorarla, cuidarse y que todos en algún momento necesitamos de los demás”, apuntó.
Una enseñanza que ha marcado mi vida
La portavoz del Hospital Mario Catarino Rivas, Julia Sánchez dijo a Proceso Digital que este año de pandemia ha sido una enseñanza que le ha marcado su vida.
“A más de un año de la pandemia, como profesional ha sido uno de los tiempos más difíciles, lleno de retos, una enseñanza que ha marcado mi vida, una etapa nueva pese al miedo de ser contagiada y llevar el virus a mi familia”, sostuvo.
Agregó que, pese al miedo, jamás se rindió,” acá sigo haciendo el trabajo que más me gusta, frente a esta pandemia y enfrentando los retos”, argumentó.
Indicó que como periodista está comprometida con su trabajo, esto requiere de amor y de grandes esfuerzos, con un gran crecimiento emocional.
“Ver al personal de salud que están dando su vida por la población esto se convierte en una gran enseñanza”, apuntó.
Crear conciencia en la población
Para Katia Danilov portavoz del IHSS en San Pedro Sula, la pandemia ha sido de mucha reflexión y de hacer conciencia en la población.
“En esta pandemia hemos tratado a través de los medios de comunicación de crear conciencia en la población respecto a que el COVID-19 existe, que arrebata vidas valiosas, los niños y los ancianos son las víctimas inocentes de este virus”, dijo a Proceso Digital.
Agregó que ha sido un año sumamente difícil, con una realidad que se ha tenido que enfrentar.
Sostuvo que la zona norte fue el epicentro del virus el año pasado, pero con los llamados a la población se ha logrado bajar esta situación en esta zona del país.
“Me llena de orgullo por el trabajo hecho por hombres y mujeres, enfermeras que desde que inician sus turnos se involucran con los pacientes y se olvidan en ese momento que deben de ir al baño porque usan pañal, que no tienen que beber agua para no quitarse sus mascarillas y el mono que utilizan para proteger de un contagio, ha sido una labor incansable”, manifestó.
Lo mismo pasa con los médicos, laboratoristas, instrumentistas, aseadores, ayudantes de hospitales todos ellos han enfrentado esta pandemia con un granito de arena, muchos de ellos se han contagiado y otros han perdido la batalla y es duro, señaló.
En ese sentido, dijo que todo lo que ha pasado la ha llevado a tener una visión más sensible.
“Si la gente entendiera lo que se vive dentro de los hospitales, ver cómo los niños, ancianos mueren eso quedará incrustado en la mente de todas las enfermeras que son las que están pendientes de los pacientes, de los médicos, de uno como relacionador que debe de informarles a sus familiares que han fallecido, la situación fuera sería diferente porque habría más conciencia de la población”, estimó.
Apuntó que este año de pandemia ha sido una experiencia que la ha hecho valorar en su justa dimensión a cada una de las personas en su rol protagónico que laboran en el hospital. (IR)