Junto a su compatriota y pintor Heriberto Padilla, Sosa participa en la «Semana de la Cultura y la Identidad Hondureña», organizada por la embajada de Honduras en Panamá con motivo del 186 aniversario de la Independencia de Centroamérica de la Corona española.
El poeta, que ya ha dado varios recitales, señaló que se siente motivado en asistir a estas celebraciones en Panamá, y confesó que siempre se ha sentido «ligado a los dos mares de este país».
Dijo que respalda «este acercamiento político» de extender la celebración hasta este país, «pues realmente creo que Centroamérica es un istmo que comienza en Guatemala y termina en Panamá».
Sosa, de 77 años galardonado en múltiples ocasiones, indicó que se mantiene ocupado en un proyecto que le pidieron sobre una selección de poesía de Centroamérica, Belice, Panamá y República dominicana, y que en octubre viajará a Houston (EE.UU.) y México.
«Estoy metido en la poesía y creo que eso me mantiene un poco en pie», afirmó.
«También viajo con cierta frecuencia, porque viajar es reformarse, te ayuda a vivir y a conocer personas extraordinarias».
El bardo hondureño ha estado muy activo esta semana en la capital panameña, lo que incluye varias lecturas de sus poemas, coloquios y la conferencia que pronunció hoy en la Universidad Latina, titulada «Sociedad y Poesía: Los enmantados».
Sosa ofreció ante los universitarios una perspectiva del binomio sociedad-poesía y resaltó que, según el mito hondureño, los poetas «son esos seres que ingresan a este mundo enmantados» y que «nacen predestinados para hacer felices a los demás en detrimento de la felicidad propia».
«Esa ficción alegórica posiblemente se desprende del papel de guía material y espiritual del brujo tribal, poeta inmemorial exgeta del alba humana», expresó Sosa.
Se refirió al choque cultural provocado por el descubrimiento, la conquista y la esclavitud de los pueblos indígenas de América, y al sentir de los poetas del modernismo, como Rubén Darío, sobre la presencia extranjera.
Recordó, en este sentido, que mientras Darío calificó a Cristóbal Colón de «desgraciado almirante», José Santos Chocano, en cambio, en su poema «Los caballos de los conquistadores» elogia a las bestias sobre las cuales cabalgaban los conquistadores peninsulares.
También habló del artista y la realidad como «el plano base del verdadero arte», la marginación que los artistas centroamericanos arrastran desde final del siglo XIX hasta nuestros días y el papel del poeta que «es o debe ser un servidor de su pueblo, de su memoria».
Para Sosa, la poesía como «portal de la palabra, ha contribuido a la configuración global y simultánea de la comunidad prehistórica de los seres humanos que han habitado y habitan la nave tierra».
Afirmó que esa «función primordial sitúa al creador como un factor coadyuvante en el proceso creativo de la historia (…) en lucha abierta contra los inventores del vacío humano, para quienes el modelo final de la civilización es el autómata y el control remoto».
«Porque dígase lo que si diga, creación y creador son dos términos de un mismo signo. La idea opuesta a ese concepto, como diría el profesor (Albert) Einsten, recuerda la sonrisa de un gato ausente», subrayó.
Sosa ha sido galardonado varias veces. En 1968 su libro «Los pobres» recibió en España el Premio Adonais. En 1971, con «Un mundo para todos dividido», ganó el Premio Casa de las Américas de Cuba.
El Gobierno francés le otorgó en 1990 la Orden de las Artes y las Letras.