Con un dólar lastrado por el miedo a una recesión en la mayor economía del mundo, lo último que necesita el país es que los Gobiernos de la zona duden de sus inversiones en Estados Unidos y transformen sus petrodólares en petroeuros, lo que agudizaría la caída de la moneda estadounidense, de acuerdo con los analistas.
El petróleo será el otro tema económico principal del viaje, que tendrá lugar del 8 al 16 de enero.
Un barril cerca de los 100 dólares en el mercado de Nueva York habría sido un motivo de júbilo para Bush hace veinte años, cuando dirigía varias empresas petroleras.
Sin embargo, la escalada del crudo lo expone a tener que ver una recesión durante su mandato y a tener que enfrentar a millones de conductores malhumorados en las gasolineras.
Por ello, en sus citas en el Golfo Pérsico, Bush se verá obligado a pedir más producción y más inversión en los yacimientos, según Marcus Noland, un experto del Instituto de Economía Internacional.
Sin embargo, tiene escasas posibilidades de éxito, en vista de las declaraciones de Chakib Khelil, ministro argelino de energía y actual presidente de la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Khelil señaló hoy en París que el mercado está «bien abastecido» y «que no hay ninguna razón para aumentar la oferta».
Para Kuwait, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí, los países del Golfo Pérsico que visitará Bush, los actuales precios suponen un caudal de riqueza.
Sin embargo, también les han creado algunos inconvenientes.
La inflación está en dobles dígitos en la zona porque, salvo Kuwait, los países tienen un cambio fijo respecto a un dólar débil, al tiempo que entran cantidades ingentes de dinero por el crudo.
«Hay una preocupación creciente en la región sobre la vinculación con el dólar», dijo Anthony Cordesman, un experto del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, en inglés), un instituto independiente.
La decisión de abandonar la paridad supondría otro clavo en el ataúd del dólar.
Simon Henderson, un experto del «Washington Institute for Near East Policy», no cree que los países de la zona vayan a cortar el cordón umbilical con la moneda estadounidense.
Henderson señaló que esa política cambiaria está «vinculada tácitamente a las garantías de defensa» ofrecidas por Estados Unidos a esos países, donde tiene numerosas bases militares.
Durante la gira, el mensaje general de Bush a sus interlocutores será que los «mercados de capitales de Estados Unidos funcionan bien y que su país está abierto a la inversión», opinó Noland.
Para los analistas algunos de ellos tendrán dudas sobre ambas cosas.
Sin embargo, este mes la Reserva Federal siguió con sus inyecciones extraordinarias de capital porque cree que los mercados de crédito aún sufren restricciones.
Sobre el tema de la inversión, el Congreso de Estados Unidos mandó un mensaje negativo al bloquear en 2006 por motivos de seguridad la compra de operaciones portuarias en su territorio por parte de la empresa pública Dubai Ports World, una transacción que contaba con el apoyo de Bush.
La oposición de los legisladores refleja el temor, sentido tanto en Estados Unidos como en Europa, de poner en manos de Gobiernos del Golfo sectores importantes de la economía.
Especial preocupación han causado los fondos soberanos establecidos por esos países para canalizar los ingresos por la venta de crudo.
El mayor del mundo es el de Abu Dhabi, que cuenta con la fabulosa cantidad de 625.000 millones de dólares.
Ese fondo, como los otros de la región, con excepción del kuwaití, «son bastante opacos y hay preocupación sobre su comportamiento», afirmó Noland.
Bush previsiblemente pedirá más transparencia, para garantizar que basan sus decisiones en un deseo de maximizar los beneficios, como cualquier fondo normal, y no en función de los intereses estratégicos de los Gobiernos que los controlan.
Los mandatarios de la península arábiga, hospitalarios y respetuosos, tomarán nota de sus solicitudes, pero no harán más, a juicio de los expertos.







