Por: Otto Martín Wolf
Todos los que viajaron antes de que las líneas aéreas se volvieran horriblemente codiciosas, recordarán un tiempo -que quizá no volverá- en el que empresas de servicios como esas competían a base de atención y calidad por el favor del público, en lugar de inventar formas de sacarle a sus clientes hasta el último centavo posible, tal y como los vampiros succionan hasta la última gota de sangre a sus desgraciadas víctimas.
Se acuerda alguien cuando el menú a bordo era gratis y uno tenía la posibilidad de escoger entre “pollo, filete o pescado”?
Pero aún hay más cosas agradables que extrañar, como el servicio de intercambio de líneas aéreas, el cual funcionaba así: Si usted decidía en el último momento viajar con otra línea aérea, sólo presentaba en ésta el boleto y, automáticamente, se le reconocía…. Sin recargo alguno!
Qué sucedió? Porqué los pasajeros perdimos tanto y nadie reclamó? Poco a poco fueron cambiando, suavemente, casi insensiblemente, hasta llegar a cobrar por la comida, por seleccionar a gusto de uno el asiento – “pasillo o ventana”- y hasta cada pieza de equipaje.
Son empresas transportadoras de personas, esperan que la gente viaje sin siquiera una mudada? Cómo pueden cobrar por una maleta?
Desgraciadamente el oligopolio formado por las tres o cuatro líneas que vuelan a Honduras permite toda clase de abusos, al grado que ahora -después de la muerte de Chespirito- ni siquiera el Chapulín Colorado puede defendernos.
En el momento de escribir esta nota voy volando en una línea cuyo nombre termina en “can”, usted sabrá cuál es.
Voy rumbo a Miami, como muchas otras veces, la diferencia ahora es que lo único que les hace falta por cobrar es por el uso del sanitario a bordo, pero creo que no tarden mucho en hacerlo.
No hay casi nada que podamos hacer, el oligopolio les permite actuar y abusar como les dé la gana.
No obstante, entre las cosas que sí podríamos hacer por nuestros viajeros -aquí en la pequeña Honduras- es crear una legislación que obligue a las líneas aéreas a cambiar la fecha de vuelo sin ningún cargo (actualmente cobran $150.oo por la molestia) así como hacer mandatorio que los boletos puedan ser endosados a terceros, por qué no?
Es nuestro dinero, nosotros lo pagamos, por qué no podemos endosarlos a nombre de quien nos reviente el gusto?
Además, deberíamos tener derecho en todos los casos a que nos regresen lo que hemos pagado si decidimos no viajar, quizá con un pequeño cargo simbólico… por haber tenido nuestro dinero en el banco de las líneas aéreas durante algunos días.
Viajar por avión no es un lujo y no siempre lo hacemos por placer, pero aunque fuera así, porqué se toman el derecho de quedarse con nuestro dinero cuando decidimos no utilizar sus servicios?
Quieren nuestro mercado, quieren nuestro dinero?
Pues si no van a dar ni siquiera una bolsa de churritos a bordo (por un pasaje carísimo), al menos que regresen el dinero cuando uno cambie de parecer o por cualquier razón tenga que cancelar definitivamente el viaje.
Honduras puede legislar sobre eso y no sólo recibiría el aplauso general, pero también -y a lo mejor- podríamos iniciar una rebelión que sería seguida por otros países… “viajeros del mundo, uníos”.
Pero, sobre todo, nosotros, los que pagamos por los boletos, recibiríamos un mejor trato y nos sentiríamos menos asaltados por los nuevos piratas del aire.