Tegucigalpa – El dirigente del Transporte, Jorge Lanza, confesó que solo en el sector urbano de Tegucigalpa pagan más de 20 millones de lempiras al mes en concepto de extorsión y que ya no saben a quién pedirle ayuda porque este flagelo crece con el paso de los días.
– Las extorsiones mantienen de rodillas a empresarios de distintos rubros, especialmente a los del transporte público, quienes pagan “impuesto de guerra” hasta a ocho grupos criminales.
– El 100 % por los puntos de taxis de la capital hondureña pagan extorsiones.
Lanza, que es de los pocos que se atreven a denunciar el flagelo, además señaló que están seguros que las órdenes de extorsiones siguen saliendo de los centros penales y que controlar eso le toca a los entes de seguridad del país.
“Esta situación nos tiene mal porque ya tenemos prácticamente 10 años siendo afectados en esto y no hay nadie que le ponga un alto, seguimos nosotros poniendo nuestro dinero y patrimonio en manos de personas que no les cuesta nada”, recriminó Lanza.
Agregó que “tenemos como 3 mil muertos en el sector transporte y pérdidas de más mil millones de lempiras en quema de buses y no hay respuesta”.
Lanza confesó que las entregas al mes en concepto de extorsión son millonarias y que las autoridades saben y no hacen nada.
“Las pérdidas son millonarias, estar entregando 20 millones de lempiras mensuales es un numero bastante significativo para el rubro del transporte en Tegucigalpa. Este valor es solo del transporte urbano, acá no está metido el sector del taxi, ni el sector interurbano”, confesó.
Añadió que “acá hay compañías de transporte que pagan ocho rentas, así que es difícil la situación, solo nos encomendamos a Dios porque en autoridades ya no confiamos para que combatan el flagelo”.
El cobro de extorsiones es uno de los principales flagelos que utilizan las organizaciones criminales para financiar sus operaciones. Desde las grandes empresas hasta pequeños comerciantes pagan el mal llamado “impuesto de guerra” y aunque las autoridades policiales y militares detienen a decenas de personas cada día por este ilícito, parece que es un fenómeno que no tiene fin.
Proceso Digital conoció de la voz de un taxista de un reconocido punto de la capital hondureña que desde que comenzaron a pagar este “tributo” hace más de 8 años en ningún momento ha bajado e incluso cada vez aparecen nuevos grupos, situación que se torna insostenibles.
“Precisamente yo soy el encargado de depositarles a los muchachos -se refiere a grupos de pandillas- y me toca hacerlo mediante el sistema bancario a nombre de terceras personas. Lo que más coraje me da es que espero todas las semanas la llamada de un sujeto que está recluido en Támara para saber cómo tengo que hacer para hacerle llegar el dinero”, dijo el ruletero que no se identificó por razones obvias.
Cuando los transportistas se oponen a pagar “el tributo” a los malvivientes, se producen asesinatos de motoristas y ayudantes, también ataques a unidades que muchas veces son quemadas sin que se avizore una salida a la problemática.
Hasta la saciedad de ha denunciado que estas organizaciones criminales invierten el dinero mal habido en flota de buses y otros comercios lícitos, a sabiendas de los cuerpos de investigación del Estado, pero este flagelo sigue “florenciendo”.