Quito – Miles de fanáticos esperaron este sábado -algunos más de ocho horas- para entrar al primero de los tres conciertos de la cantante colombiana Shakira, en la capital ecuatoriana, Quito, en inmensas filas donde se veían pelucas rosadas y moradas, cintillos y todo tipo de artículos alusivos a la cantante.
Y es que mientras dentro del estadio Olímpico Atahualpa se ultimaban los detalles para el primer concierto, el evento comenzó a latir mucho antes de que Shakira pisara el escenario.
Con peluca rosada y una sonrisa que desbordada estaba Viviana, de 28 años quien llegó desde la ciudad costera de Guayaquil (suroeste) para el concierto de la gira ‘Las Mujeres ya no lloran», de Shakira, de la que es fan hace quince años porque sus hermanos mayores también son fanáticos de la cantante.
Viviana contó a EFE que pagó unos 300 dólares por los pasajes de avión, aunque «en un día normal son unos 150», y aunque para financiarlo cree que «Dios proveerá», precavida también ahorró desde hace varios meses porque «siempre los mejores conciertos vienen a Quito».
«Llegué el miércoles porque si venía un día antes (del concierto) era más caro», dijo quien prefirió alojarse donde amigos porque los hospedajes que averiguó llegaban hasta 200 dólares por los tres días.
Shakira «es un icono mundial que representa el empoderamiento femenino. Me he quedado sorprendida porque en 2018, cuando vino a Guayaquil, no fue tanta la sensación y ahorita ha movido a muchísima gente de provincias», dijo.
Precisamente Elizabeth, de 53 años, llegó desde Machala, provincia de El Oro, fronteriza con Perú, en un viaje en autobús que le tomó catorce horas por el tráfico y otros obstáculos.
Se confiesa fanática «de toda la vida» de Shakira, de quien admira «su forma de ser. La inteligencia de esta chica es muy buena y el baile no se diga».
«Estamos muy emocionadas, ya tenemos unas dos horas esperando», dijo a EFE cuando faltaban más de cinco para que empiece el concierto, que antecede al del domingo y del próximo martes.
«Estamos listas para sol, lluvia y todo lo que venga», dijo bajo un cielo encapotado, pero que a ratos dejaba ver el sol.
Para Elizabeth, Shakira es una «mujer luchadora, que siguió adelante con sus hijos» tras la separación con su esposo, por lo que la califica como «un ejemplo para todas quienes han atravesado ese inconveniente».
Trasciende generaciones
En el animado grupo de Elizabeth, en el que cantaban canciones de Shakira a todo pulmón, estaba Luisana, de 17 años, quien cree que la cantante ha trascendido generaciones porque en sus canciones aborda temas que tocan a todos: amor, desamor, alegría, tristeza y empoderamiento.
Y si trasciende generaciones, también géneros. A sus 33 años, Fernando llegó de la provincia costera de Manabí para el concierto, ápara el que está «preparado desde 2004″, cuando escuchó por primera vez canciones del álbum ‘Servicio de lavandería’…»ahí me encantó desde ahí me enamoré», contó a EFE.
Con peluca de colores y camiseta con la figura de la cantante, Fernando no pudo específicar qué le gusta más de la barranquillera: «Me gusta todo», zanjó el ecuatoriano fanático de ‘Antología’ por el «bonito mensaje de amor», pero también de «Acróstico», en el que Shakira canta junto a sus hijos «porque demuestra cómo ella ha superado la separación, se muestra fuerte. Sigue avanzando y no se deja caer. Eso es lo que más admira uno de ella».
«La moda Shakira»
Fan desde los 12 años, Soraya de 54, supo por primera vez de Shakira cuando su padre le regaló un casete con su música.
«Me gusta que es una latina como nosotras. Me identifica la forma de ser, es una persona súper genuina», dijo quien «compartió» con Shakira uno de los momentos más importantes de su vida.
Tras rendir el último examen de su universidad, lo primero que escuchó al subir al vehículo fue ‘Un poco de amor’, de Shakira. «Subí el volumen y dije: ‘por fin acabé la universidad y fue con Shakira’. Fue mi inspiración y lloraba y lloraba de la emoción», relató.
Y mientras Soraya recordaba emocionada su ‘historia’ con Shakira, decenas de policías vigilaban la seguridad ciudadana en los alrededores del estadio, donde familias enteras y turistas aguardaban con paciencia, mientras vendedores ambulantes ofrecían camisetas, vinchas y pósters de la artista.
Además, cintillos, gorras y las caderillas, esas famosas telas con lentejuelas brillantes y que suenan al mover las caderas, tan típicas de uno de los bailes de la barranquillera. EFE
(vc)









