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Un país que piensa en grande invierte en los niños: Héctor Espinal

Tegucigalpa – “Un país que piensa en grande invierte en los niños”, dijo a Proceso Digital el periodista Héctor Espinal, quien tras 33 años de servicio, se retira como vocero del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en Honduras, pero cuyo compromiso genuino por la defensa de los derechos de la niñez continúa.

Comentó que por regla debe jubilarse al cumplir 65 años, lo que pasó el pasado 21 de septiembre. Unicef lo despidió con honores y le deseó que “siga siendo un campeón por la niñez en Honduras”.

“No hay mejor cosa que ser parte de los puentes que unen. Mi llamado es a que les mostremos a los niños que somos puentes, para que en el futuro los niños también sean puentes de unidad”, reflexionó el entusiasta defensor de los derechos de la niñez.

Los niños no son el futuro, son el ahora, invertir en los niños mañana puede ser muy tarde, apuntó.

“Este es nuestro país y aspiramos a que el país esté al alcance de cada niño… miremos a los niños como ciudadanos y pasemos de la violencia a los hechos y del golpe a la ternura”, asintió el comunicador social.

La familia es primero

Concordante a su defensa de la primera infancia en Honduras, también defendió el papel de las familia en la sociedad, compartió que con su esposa María Elena Ordóñez, se casaron a la edad de 20 años, posteriormente procrearon a cinco hijos y ahora gozan de la compañía de cinco nietos.

Nunca he querido entregarles una herencia a mis hijos y  nietos, en cambio siempre quise darles un portafolio con el que pudieran entrar a cualquier lugar del mundo y este portafolio es el pasaporte de la educación.

Cómo ya es común no desaprovechó la oportunidad para hablar de su natal Nueva Armenio, un municipio al sur de Francisco Morazán, lugar del que se siente orgulloso y donde nació su amor por la infancia de Honduras a través de su primera vacuna.

Su mamá fue su mejor apoyo y ejemplo, dijo que al ser una maestra unidocente y trabajar sin descanso. En la escuela me di cuenta lo importante que era la salud, las vacunas y que las posibilidades de ser alguien en el futuro entraba por el aula, dijo.

De la comunicación a la acción humanitaria

Héctor Espinal inició su trayectoria en UNICEF en 1992, aunque su involucramiento con causas sociales inició desde mediados de los años 80, incluyendo colaboraciones previas con agencias como la desaparecida Agencia para el Desarrollo de los Estados Unidos (USAID, por sus siglas en inglés).

Espinal combinó su expertise en periodismo con un profundo compromiso social, asumiendo roles que lo llevaron a las comunidades más remotas del país. “Con Unicef conocí los 298 municipios de mí país”, dijo a Proceso Digital.

Su primer contacto con Unicef fue a los seis años cuando voluntarios del organismo internacional llegaron a su natal Nueva Armenia a vacunar y tomarles el peso a los niños. “Nunca imaginé que unos 20 años después estaría trabajando con Unicef”, comentó.

Su entrada en Unicef coincidió con un período crítico para Honduras, marcado por desafíos como la pobreza extrema, la desnutrición infantil y la falta de acceso a educación y salud, temas con los que de inmediato se comprometió.

Desde sus primeros años, Espinal impulsó la ratificación de la Convención sobre los Derechos del Niño en Honduras, un hito que fortaleció el marco legal para proteger a la niñez.

Como vocero y oficial de comunicaciones, no sólo difundió información, sino que facilitó puentes entre instituciones, comunidades y organismos internacionales.

«Héctor acompañó esfuerzos que siguen vigentes y que han beneficiado a muchas niñas, niños y adolescentes», resaltó Unicef en un comunicado oficial, destacando su rol en la creación de redes de protección infantil y programas de emergencia.

Fútbol para la vida

Comentó que a través de su profesión hizo una profunda amistad con el futbolista Héctor Zelaya, anotador del primer gol de la selección de fútbol de Honduras en un Mundial de Fútbol, con quién impulsó el proyecto “Fútbol para la vida”.

Con este proyecto visitó incontables lugares en desarrollo, es decir barrios y colonias del país. “El deporte se convirtió en una herramienta de cambio y transformación”, dijo al tiempo que recordó que en todo este proceso le acompañaron sus hijos.

Si bien Fútbol para la vida impulsaba el deporte, también abrió espacios para hablar de temas importantes como la vacunación, lactancia materna y matrícula escolar.

Con Fútbol para la vida se logró concentrar a miles de personas y todavía me encuentro en la actualidad con adultos que en su niñez fueron beneficiados con este proyecto, recordó.

El comunicador social también externó su eterna pasión por el Club Deportivo Motagua. “Para mí el gol de Héctor Zelaya en el Mundial del 82 fue un gol de Motagua”, refirió.

Un legado de programas transformadores

A lo largo de su carrera, Espinal participó en iniciativas que abordaron problemas estructurales como la desnutrición, el trabajo infantil y la exclusión educativa.

Uno de sus logros más destacados fue el impulso a programas de matriculación escolar, con metas ambiciosas como alcanzar 2.8 millones de estudiantes para 2025, en colaboración con la Secretaría de Educación.

Espinal también abogó por la creación de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF), considerándola un «paso importante» para que el Estado hondureño aborde de manera integral las necesidades de los menores.

En contextos de crisis, como la pandemia de COVID-19, su voz fue crucial para alertar sobre el riesgo de que dos millones de niños quedaran fuera del sistema educativo, un problema que describió como «grave» y que perpetúa ciclos de pobreza.

Además, Espinal denunció el uso de niños en actividades ilícitas como el narcomenudeo y el sicariato, recordando que «ningún hogar se hace rico con un niño trabajando; la pobreza crece y se reproduce».

Su trabajo incluyó colaboraciones con el Congreso Nacional, como la planificación de audiencias sobre presupuestos para la niñez en 2023, donde se reunió con representantes para priorizar inversiones en sociedad civil e instituciones públicas.

La red de comunicadores infantiles, es uno de sus proyectos más queridos, confesó. “Yo me voy, pero los comunicadores infantiles continúan”, expresó.

Un consejo

Consultado sobre qué consejo daría a su yo joven y a los niños que en la actualidad piensan abrazar la profesión del periodismo, dijo “simple, tener más pausas”.

Hay que tener más pausas, como los ríos, cuando estos tienen arena sana abajo fluyen, contrario cuando tiene lodo, se estancan, parafraseó.

Aceptó que en su juventud iba rápido o se desesperaba por no completar tareas como llenar mil mochilas con útiles y comida para los niños en un día, o no poder conseguir cinco camiones para trasladar menores a un evento.

En ese sentido, dijo a las nuevas generaciones que asuman pausas y al igual que un frío procuren tener arena sana y  no lodo para poder fluir.

Una mirada al futuro

“A mí Unicef me trató maravillosamente, la oportunidad que yo tuve, no la han tenido muchos hondureños. Yo estoy en deuda”, compartió.

En ese contexto, indicó que ahora desde su posición de jubilado tratará de devolver todo lo que recibió.

Lo piensa hacer desde su participación en foros televisivos, visitando proyectos que impulsó en el pasado o desde cualquier trinchera que tenga como bandera la defensa de los derechos de la niñez, dijo.  

Al cerrar este capítulo, Espinal dejó un mensaje claro: la protección infantil debe ser prioridad estatal. Su retiro no significa el fin de su influencia; “al contrario, ahora voy a tener más tiempo para dedicar a la niñez”, comentó.

En un país donde millones de niños aún enfrentan desigualdades, su vida de servicio recuerda que el cambio es posible a través de la dedicación colectiva.

Héctor Espinal no solo fue un vocero; fue un puente humano que conectó políticas con vidas reales, asegurando que las voces de los más pequeños resonaran en los pasillos del poder. Su historia es un testimonio de que, en medio de adversidades, el compromiso genuino puede iluminar el camino hacia un mejor mañana. (RO)

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