Tegucigalpa – La vigencia del expresidente Juan Orlando Hernández, condenado por narcotráfico en Estados Unidos, en la política nacional de Honduras es síntoma inequívoco de la mala salud de nuestra clase política, señaló hoy el exministro de Transparencia, Edmundo Orellana.
“Al finalizar el año 2024, no podemos desconocer que, a tres años de su ausencia, JOH sigue vigente en la política nacional, sea porque el gobierno lo recuerda a diario, porque hay quienes aún lo ven como el adversario a vencer”, reflexionó en su cuenta de X el también exfiscal general de la República.
Igualmente, “porque otros lo evocan con nostalgia impulsando, con fervor religioso, la candidatura de su esposa o bien porque algunos desean o temen su pronto retorno. Que la figura central de la política nacional sea JOH, es síntoma inequívoco de la mala salud de nuestra clase política”, sentenció.
En marzo pasado el expresidente de Honduras (2014-2022), Juan Orlando Hernández, fue declarado culpable por narcotráfico en la Corte del Distrito Sur de Nueva York Estados Unidos a donde fue extraditado el 21 de abril de 2022.
El expresidente fue encontrado culpable del delito de conspirar para importar cocaína a los Estados Unidos. También de conspiración para usar y portar ametralladoras y dispositivos destructivos durante la conspiración de importación de cocaína, y también por tercer delito posesión de armas de fuego.
Sin embargo, su figura sigue vigente en la política nacional y eso es un síntoma de la mala salud de la política, razonó hoy Edmundo Orellana.
Cabe mencionar que el nombre del expresidente sale a relucir en cada discurso de los políticos en el poder que se aferran a culpar a las administraciones anteriores de problemas que no pueden solucionar.
Incluso en discursos de relieve internacional, la actual presidenta de Honduras ha hecho mención en cada oportunidad de haber recibido un país socavado por la anterior administración.
Lo anterior ha generado descontento entre la población que espera soluciones y respuestas y no que se enfrasque en un discurso de odio. PD
