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Una polarización alimentada por la desinformación

Thelma Mejía

Tegucigalpa. – Considerada como información falsa o engañosa que se difunde con el fin de manipular, compartir información no comprobada o entrega de información incompleta, la desinformación es un fenómeno que ha llegado para quedarse y tiene entre los mayores caldos de cultivo la polarización y conflictividad política y social en países como el nuestro, donde nadie está vacunado de ser víctima de esa infodemia.

En medio de esa confrontación política que nos tiene atrapados a los hondureños sin ver un horizonte despejado que nos indique el rumbo del país, el gobierno y la oposición se acusan mutuamente de campañas de desinformación que en el fondo buscan minar la credibilidad en las personas e instituciones, y, por ende, en la democracia y la libertad de expresión.

Algunos ejemplos de que nadie está vacunado de esa infodemia lo representan la difusión de una página maliciosa que denunciaba presuntas irregularidades en las que estaba involucrado el actual ministro director del Servicio de Administración de Rentas (SAR), Marlon Ochoa. La información difundida se titulaba “Estafa Málaga, escándalo que involucra a funcionarios hondureños y españoles”. La información se esparció velozmente en las redes sociales y grupos de mensajería de chats, pero resultó que era falsa. Una de las personas que reposteó la información en sus redes, el opositor Rashid Mejía, horas después se disculpó públicamente por haber difundido información falsa, información engañosa. Rashid Mejía hizo lo que recomiendan los expertos en el manejo de la desinformación, aceptar su error y pedir disculpas públicas.

No obstante, desde el gobierno y sus grupos de respuestas los cuestionamientos hacia Rashid Mejía fueron violentos e intensos, pues el representante de “Una sola voz por Honduras” e integrante del Bloque de Oposición Ciudadana (BOC), es un fuerte crítico y cuestionador del gobierno de la presidenta Castro. Si bien Mejía difundió una información falsa, de una página inexistente y pidió disculpas, el daño que provoca la desinformación estaba hecho y el efecto fue atizar más la crispación política.

Pero, horas después de ese incidente, la presidenta Xiomara Castro fue la protagonista de la difusión y aseveración de una información falsa e inexacta. En la cumbre del G-77 más China ocurrida en La Habana, Cuba, la mandataria en su discurso abogó porque se suspendiera el bloqueo a Nicaragua. “Propongo que los países del G77 más China nos comprometamos a rechazar y no cumplir con medidas coercitivas y sanciones contra nuestros países miembros. Denunciamos enérgicamente el injusto bloqueo contra Venezuela y Nicaragua”, dijo la presidenta de los hondureños.

El discurso de la presidenta generó de inmediato reacciones de asombro en las redes sociales, de personas conocedoras de la política internacional y obviamente de los afectados directos por las medidas antidemocráticas cometidas por el régimen Ortega-Murillo que ha expatriado y quitado la nacionalidad a cientos de nicaragüenses opositores, confiscado bienes, cerrado miles de ONG y organizaciones civiles, medios de comunicación, perseguido periodistas, hasta una férrea persecución contra la iglesia y la academia al cerrar universidades, entre ellas la UCA, la emblemática universidad de la comunidad jesuita por su credibilidad y apuesta a la generación de conocimiento.

La presidenta Castro, sin proponérselo fue portavoz y protagonista directa de una desinformación al aseverar algo inexistente: Nicaragua no tiene ningún tipo de bloqueo. La inexactitud en esa información la cometieron quienes le elaboraron el discurso que debió ser meticulosamente revisado antes de exponerla de esa forma innecesariamente. El equipo de Honduras Verifica, en el país, y en Nicaragua el equipo de Diver-Check ejecutaron sus herramientas para determinar si lo expresado por la gobernante era cierto o falso. Todo fue falso, señalaron. En el gobierno no hubo ni disculpas públicas ni aceptación del error. Ya en la cumbre de la reciente asamblea general de la ONU, la mandataria hondureña rectificó su discurso y no habló de bloqueo contra Nicaragua, sino de suspensión de sanciones.

Si el gobierno y la oposición son víctimas de la desinformación, el resto de la población y los periodistas también. El más reciente caso fue la presunta muerte del cantautor español, José Luís Perales, difundida en un medio no verificado y esparcida como dinamita en el globo terráqueo. En los medios de comunicación, muchos se dejaron ir por lo que se posteaba en las redes sociales, mientras los medios serios españoles y las agencias internacionales de noticia no registraban nada, evitaron ser presas de información engañosa e inexacta pese a la presión que vivían en sus salas de redacción y edición.

Luego de que la gente llamaba a los medios, escribía en las redes sociales y colocaba la música de Perales, relataba anécdotas y todo lo que se nos pueda ocurrir para rendir homenaje a un cantautor como Perales, éste tuvo que salir del restaurante en Londres donde cenaba con su familia para desmentir su muerte y calmar las aguas de una sociedad altamente desinformada, víctima de las noticias engañosas.

Un reciente informe de percepción sobre desinformación desde la mirada de los periodistas hondureños revela datos interesantes al identificar entre los principales actores de la desinformación en el país al gobierno, los políticos y partidos políticos, los medios de comunicación y los usuarios particulares de las redes sociales.

Elaborado por un equipo multidisciplinario que integran la V Cohorte del Programa de Autorregulación de medios en sociedades democráticas (ITP, por sus siglas en inglés), que promueve la cooperación sueca en América Latina, entre ellos Honduras, el informe de percepción indica que 8 de cada 10 periodistas consideraron haber sido víctimas de la desinformación.

La época de la pandemia por el coronavirus, las elecciones generales del 2021 y la época del actual gobierno, son los momentos en que han identificado han sido presas de la desinformación, tras identificar que los principales propagadores de la desinformación son las redes sociales.

La verificación de datos, el chequeo de las fuentes que sean creíbles, revisión de los sitios de donde procede la información, son entre otras, algunas medidas que se ofrecen en el informe sobre percepción de la desinformación, una infodemia contra la cual nadie está vacunado y algunos ejemplos aquí expuestos, solo nos indica que debemos ser más cautelosos para que la polarización y la posverdad no acaben con la transición democrática que en Honduras parece ser parte de un proceso de construcción permanente, que a pulso y a diario, debemos impulsar los hondureños.

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