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Un tsunami llamado Trump

Por: Otto Martín Wolf

Sobre las razones de su triunfo se hablará y escribirá hasta el final de los tiempos. Analistas políticos, psicólogos y charlatanes tratarán de encontrar explicación a lo inexplicable, el tema se los dejo a ellos.

Pero si quiero hacer un llamado de atención sobre algo que ocurrió paralelo a la campaña y que ahora, al ver los resultados, vale la pena analizar.

Veamos:  The New York Times, The Washington Post, The Miami Herald y hasta The Wall Street Journal, así como la mayoría de otros periódicos no tan conocidos estuvieron en contra de Trump.

También las principales cadenas de televisión como CBS, ABC, NBC y CNN y emisoras locales de grandes y pequeñas ciudades, todos estuvieron, no sólo a favor de Clinton, pero en contra de Donald Trump.

Con justificación o no, con pruebas y sin ellas le acusaron de loco, atacante sexual, estafador y mentiroso paranoico.

Y aun así ganó.

La lección evidente es que las personas, esa mayoría que le hizo ganar, no le dio ningún valor al criterio de los medios mencionados, curiosamente los más importantes de los Estados Unidos.

Los resultados de la elección demuestran que a la gente poco le importó la opinión de los editorialistas y tampoco las noticias que algunos presentaron en forma tendenciosa.

Antes de esta campaña, al referirse a los editoriales de The New York Times o alguno de esos medios, éste era tomado casi como la verdad absoluta. Y esa verdad formaba opinión y casi dirigía las voluntades populares hacia donde deseara, o al menos eso era lo que se creía.

Pero ya no es así, la gente no les siguió, como tampoco a las grandes cadenas de televisión norteamericanas.

Qué pasó? Dónde quedó el prestigio de esos formadores de opinión que no pudieron derrotar a Trump a pesar de sus declaraciones alocadas, sus amenazas sin sentido, su sabiduría de campo de golf y pose de macho de corral?

Creo que ha quedado demostrado que los medios NO eligen presidentes y que su opinión y favoritismo NO tienen una influencia decisiva en la gente.

No tengo idea a qué atribuirlo, no se me ocurre pensar otra cosa que su poder persuasivo y su inclinación política realmente no afectan a la gente, excepto como material para ser comentado en cafeterías y reuniones de amigos, pero no cambian la intención de voto de nadie.

De haber sido así Trump sólo hubiera recibido el de sus hijos y quizá de su esposa.

Se derrumba el poder de esos medios o quizá nunca la tuvieron, sólo lo parecía.

O a lo mejor estos tiempos de redes sociales y con la creciente abundancia de información personalizada -al alcance de cualquier celular- ha disminuido su influencia o, a lo mejor, antes de esta campaña quizá nadie se atrevía a contradecirlos y su poder residía sólo en el temor a ser criticados por ellos.

Hay algo que Trump dijo y fue objeto de burla, pero ya no más; ante la pregunta de dónde obtiene usted la información respondió: “La mayor parte de Internet”.

Millones también lo hacen y ahora es ahí en donde se forman las opiniones.

La revolución de Trump no es sólo en el campo político, la lección de su victoria arrasa como un incontenible tsunami la credibilidad y otrora indudable influencia de esos medios tradicionales.

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