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Un segundo “desembarco” en Normandía hunde a Europa, engrandece a Trump y envalentona a Putin

Por Alberto García Marrder
Para Proceso Digital, La tribuna y El País de Honduras 
 

Pobre Europa, un continente que pronto quedará solo para visitar sus sitios históricos y museos. El desprecio de Donald Trump lo arrinconará a la irreverencia y en Moscú, Vladimir Putin estará a la expectativa de una segunda Ucrania.

Ha sido necesario un ”segundo desembarco» norteamericano en Normandía, este no para librarlo de una ocupación nazi en 1944, pero este de ahora para hacerles saber que el enemigo no es Rusia, que lo tienen por dentro y que dejen de frenar a los grupos de ultra derecha. ¡¡¡Vaya lección !!!

Esta vez han sido dos arrogantes “trumpistas, el vice presidente de Estados Unidos, J. Vance y el nuevo ministro de Defensa americano, Pete Hegseth, en la Conferencia Europea de Seguridad en la ciudad alemana de Múnich, los encargados de la bronca que ha sentado muy mal en Alemania y calificada de “inaceptable”.

El vicepresidente de Estados Unidos, J. Vance, crea indignación en Europa

Según el diario “The New York Times”, Putin siempre ha querido más poder en Europa y Estados Unidos se lo puede dar: “Las declaraciones de Vance y Hegseth vienen a reforzar la creencia de que Estados Unidos se va alejar de Europa y a alinearse con Moscú.

Un síntoma de las actuales preferencias políticas de Washington y a apenas siete días de unas elecciones generales en Alemania, Vance hace todo una reunión importante: con Alice Weidel, líder del partido AfD de ultraderecha. Esta está, según los sondeos previos, en un segundo lugar y tiene un 20 por ciento de apoyo popular.

En lo que se ha considerado como una injerencia en unas elecciones, Vance dijo en la conferencia de Múnich, “ si ustedes temen a sus propios votantes, no hay nada que pueda hacer mi país por defenderlos”

“No hay  una democracia que puede sobrevivir al decirles a sus millones de votantes que sus preocupaciones son inválidas o que no se puedan ni considerar”, dijo Vance en referencia a las prohibiciones europeas de grupos de ultraderecha.  

Para la toma de posesión de Trump, en noviembre pasado, sólo fueron invitados líderes de ultraderecha europeos, como el español Sebastián Abascal, y en América Latina, el presidente argentino, Javier Milei.

No es que Trump vea ahora con simpatía al comunismo, es simplemente que le encantan los hombres fuertes y duraderos como Putin, ya en su quinto mandato presidencial. Tanto que ya está pensando en un tercer periodo presidencial, a pesar que está prohibido por la constitución norteamericana, que habría que reformar.

La discordia entre Washington y Bruselas-una entre muchas- ha sido Ucrania. La Unión Europea ni Kiev han sido invitadas a las negociaciones de paz sobre Ucrania, donde sólo participan Rusia (el país invasor) y Estados Unidos. Trump  quiere aparecer, como lo ha prometido, el que ha logrado finalizar esa guerra. Y está dispuesto a reconocer como rusos, los territorios ya ocupados, incluyendo la península de Crimea y que Ucrania nunca sea miembro de la Alianza Atlántica (OTAN).

El Presidente francés, Emmanuel Macron, convoca en Paris una reunión urgente de líderes europeos sobre Ucrania. En la foto con el presidente ucraniano,Volodomir Zelenski.

Ese es otro tema de discordia. Trump, en una más de sus extravagancias, exige ahora que los países miembros paguen en defensa un cinco por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), cuando hay países miembros como España, no llegan ni al dos por ciento. (“Si son atacados, que no pidan que los defendamos”, comentó Trump).

Y si la guerra de Ucrania sigue, el nuevo gobierno de Trump no quiere seguir dándole millones de dólares en armas.

Por supuesto otro tema de discordia, y muy fuerte, son el de los futuros aranceles que Trump amenaza a sus países rivales o aliados como los de la Unión Europa, nada menos que un 25 por ciento a los productos exportados a Estados Unidos.

La no presencia europea en las negociaciones de paz sobre Ucrania obligará a una reunión urgente de sus líderes en París, alarmados e indignados de que dos déspotas (Putin y Trump) decidan su futuro en un nuevo orden mundial. 

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