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Todos los hombres del dictador

Por: Otto Martín Wolf

Después de casi 60 años de mandar al exilio a más de un millón de personas, conducir Cuba a la miseria, meter en la cárcel o fusilar a todo aquél que se atrevía a pensar diferente y acumular riquezas calculadas en mil millones de dólares, finalmente Fidel Castro murió… al fin!

Cada uno de sus herederos recibirá un pedazo de esa fortuna y también su parte del país, que se ha manejado como si fuera propiedad de la familia Castro.

La peor parte de la “herencia” de Fidel la recibirá el pueblo cubano. Es una herencia de dictadura, oligarquía, intolerancia, abuso a los derechos humanos; el historial es muy largo, tan largo como el tiempo transcurrido desde que la isla fue “liberada”.

La historia de esa dictadura militar la saben todos, no es ningún secreto, especialmente los mandatarios de otros países, quienes tienen acceso a más información que el común de la gente.

También la saben –y sufren- los cubanos, aquellos que permanecen en la isla y los que arriesgan la vida en precarias balsas, ya que muchos prefieren “morir en el mar a vivir en Cuba”.

No puedo comprender entonces cómo -de muchas partes del mundo- dirigentes y presidentes han enviado mensajes de condolencia como si se tratara del entierro de un gran prócer y no de un terrible dictador, no muy diferente a Gadafi, Saddam o al mandatario de Corea del Norte.

Es hasta vergonzoso e insultante ver cómo muchos mandatarios -que se dicen demócratas- asistieron a su funeral, como si se tratase de un prócer ejemplar y no un dictador disfrazado de libertador.

Es un insulto a hombres como Nelson Mandela y otros verdaderos héroes de la humanidad, quienes han tenido funerales con presencia mundial.

Ninguno de esos dirigentes mandó nunca condolencias al pueblo cubano por el sufrimiento causado por Fidel y su gobierno militar.

Ninguno envía sus pésames cada vez que un humilde balsero perece en el mar.

Ninguno visita las tumbas de aquellos que fueron eliminados por pensar diferente, tampoco las cárceles donde se pudren muchos de los que han clamado libertad.

Cuál fue la “grandeza” de Castro? Oponerse al “imperialismo yanqui?”

Si su “lucha” hubiera respondido a ideales verdaderos quizá, pero su posición anti norteamericana sólo fue un arma propagandística, para mantener un constante estado de guerra en la mente del pueblo y justificar todos los atropellos cometidos para “salvar” la revolución. Algo parecido a lo que hacen, con menor clase, en Venezuela.

Si esos dirigentes que lanzan elocuentes discursos por el heroísmo del muerto de verdad simpatizan con su causa e ideas, por qué no se pelean con el imperialismo yanqui? 

Por qué no hacen lo mismo que Fidel?

Reten a los gringos, a lo mejor también se quedan sesenta años en el poder!

Son mandatarios, están en la posición de hacerlo… pues háganlo!

Mientras Castro vivió, casi todos los dirigentes mundiales tuvieron miedo a decir la verdad sobre la tiranía.

Todos callaron mientras Fidel vivió y ahora, al morir, le siguieron en comparsa hasta el cementerio.

Vergonzosamente esos mudos mandatarios fueron -parafraseando la famosa novela ganadora del premio Pulitzer- “Todos hombres del dictador”.

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