Por: Daniel Meza Palma
En 2013, el paciente se encontraba en Madrid en una corta estadía de trabajo. Al día siguiente de su arribo a la capital española le apareció un problema dermatológico.
Sin tiempo disponible por una agenda apretada, recurrió a su dermatóloga en Tegucigalpa a 8,448 kilómetros de distancia. Con el apoyo de un selfi enviado por WhatsApp, la doctora hizo el apropiado diagnóstico y tratamiento. No siempre todas las historias tienen un final similar.
La telesalud o telemedicina, nació con la diseminación del telégrafo. Luego según Clinic Clouds, en abril 1924, un artículo de Radio News presentó una visión futurista del uso de la televisión y la radio para facilitar la comunicación remota entre médico y paciente.
El uso de video, imágenes y datos médicos complejos surgió a finales de la década de los 50 e inicios de 1960. En 1959 la Universidad de Nebraska utilizó la telemedicina para transmitir exámenes neurológicos. Los viajes espaciales impulsaron la telemedicina para monitorear a los astronautas. Finalmente, internet revolucionó la telemedicina incluyendo educación en salud, transmisión de imágenes, consultas interactivas en tiempo real y medición de signos vitales.
En Honduras la telemedicina, fundamentalmente educativa, inició en la década de los 70, tanto por televisión como por radio. Aún existen programas nacionales radiales de telesalud de amplia audiencia con participación interactiva médico-paciente. Por TV se transmiten programas que incluyen el tema sanitario y aspectos vinculados a salud deportiva.
La epidemia del COVID-19 ha incrementado la telemedicina y muy probablemente se convertirá en un esquema de atención que irá perfeccionándose con el tiempo.
Es previsible suponer que la sofisticación de la telemedicina será más rápida en la medida que los pensum educativos a todos los niveles incluyan el tema de salud tanto individual como colectiva. Para sacar mayor provecho a la telemedicina, se debe partir de un mayor conocimiento del paciente para contribuir con el médico en la determinación del apropiado diagnóstico y tratamiento.
Las tecnologías de información asociadas a la práctica de la telemedicina deberán funcionar de forma asequible a las grandes mayorías y de forma eficaz. Las “caídas del sistema” resultarán imperdonables en medio de una consulta médica interactiva en tiempo real. También, la atención sistemática de los médicos exigirá mayor organización, puesto que deberán mantener a mano el expediente del paciente.
La telemedicina no funcionará en todos los casos, situaciones y circunstancias. Por ejemplo, un paciente por primera vez debe ser evaluado en consulta presencial. Luego, dependiendo de los síntomas del paciente, habrá casos en donde la interacción personal será ineludible.
COVID-19, ha agregado la telemedicina como un elemento más a sus efectos de largo plazo. Aquello que hace 100 años se consideró una visión futurista se ha convertido en otra práctica cotidiana del quehacer humano.