Si los representantes de los países ante la Organización Mundial de la Salud (OMS) interpretaran en su justa dimensión la función que la humanidad les ha confiado, no habría ninguna duda de que Taiwán ya estaría representado ante tan alto organismo de las Naciones Unidas. Su exitoso manejo de la actual pandemia lo avala, apenas un millar de casos, menos de una docena de defunciones, un efectivo nivel de control sanitario y tiempo para ser solidario con sus aliados diplomáticos representan mucho más que sus cartas credenciales en el tema, son algo así como el título de una maestría en un campo en el que los países que han aprobado la materia se cuentan con los dedos de la mano y a no dudarlo, sobrarán dedos.
Hasta el momento, pese a múltiples solicitudes, Taiwán no ha sido incorporada a la OMS, ni como observador a la Asamblea Mundial de la Salud, pese a que toda la lógica sugiere su adhesión bajo los principios de profesionalismo y neutralidad, haciendo primar el bien común por encima de criterios políticos.
Lo anterior lo fundamenta el éxito del ¨Modelo de Taiwán¨ para contribuir con otros países a hacer frente a la pandemia, ya que su gobierno ha hecho sentir el lema ¨Taiwán puede ayudar y Taiwán está ayudando¨, lo que ha generado como nunca un clamor generalizado de muchas naciones a favor de la participación taiwanesa en la OMS.
Taiwán por su parte ha expresado que la cooperación internacional es la única manera de frenar esta pandemia con éxito y aspira a cooperar con la comunidad internacional en la recuperación post pandemia, por lo que se identifica con el compromiso moral de seguir promoviendo su participación sistémica en la OMS y así contribuir desde la instancia pertinente con muchos países que lo necesitan.
¿Cómo puede Taiwán desde la OMS ser contribuyente en esta crisis? Primero seguirá compartiendo la exitosa mística preventiva de su modelo, sustentado en un sistema médico probado y aprobado del que derivan muchas participaciones contribuyentes en foros COVID-19 internacionales de altísimo contenido científico con un significativo componente de ayuda humanitaria, respaldada por sus solidas capacidades sanitaristas.
En segundo lugar, Taiwán está preparado para generar mediante una participación conjunta, las reformas que la OMS requiere a fin de evitar otras pandemias a gran escala en el futuro con consecuencias tan devastadoras como la actual. Finalmente, esta hermana nación asiática se compromete a la búsqueda conjunta de una era post pandemia más resiliente participando activamente en la reestructuración de las cadenas de suministros globales a través de su industria sanitaria.
Por ello hay un clamor generalizado en el sentido de respaldar la participación plena de Taiwán dentro de la OMS con todos sus derechos y deberes, incluyendo el respeto al Reglamento Sanitario Internacional (RSI) en el marco de eventos como los ocurridos con el COVID-19, la aceptación de la data taiwanesa por parte de la Oficina Regional para el Pacífico Occidental de la OMS y la participación de Taiwán en todas las reuniones técnicas que la OMS celebra.
Por todo lo anterior y más, la comunidad sanitarista clama al mundo por la incorporación plena e incondicional de Taiwán ante la OMS, exigiendo que nunca más los intereses geopolíticos vuelvan a estar por encima de los sagrados interesas de la salud de las personas; desde Honduras, me uno a esa exigencia y pido que los intereses del pueblo taiwanés sean representados por su gobierno ante el ente que rige las políticas sanitarias a nivel mundial. ES BUENO PARA TAIWÁN, ES BUENO PARA EL PLANETA.