París.– El expresidente francés Nicolas Sarkozy, encarcelado este martes en la prisión parisiense de La Santé, trece años después de salir del Palacio del Elíseo, hace historia al convertirse en el primer exjefe de Estado de Francia en ser encarcelado por una de las tres sentencias ya dictadas en su contra.
«No le tengo miedo a la cárcel. Mantendré la cabeza alta, incluso frente a las puertas de La Santé», aseguró Sarkozy el domingo, en vísperas de un encarcelamiento que impresiona a un país en el que la función presidencial tiene un áurea casi monárquica. «La verdad triunfará», pero el «precio a pagar» para demostrar la «inocencia» será «devastador», dijo hoy en sus redes sociales.
La voz del último conservador en habitar el Elíseo (2007-2012) fue un oráculo en el campo de la derecha, pero se fue apagando desde finales de 2016, tras perder las primarias para ser el candidato presidencial en 2017 de su partido, Los Republicanos; un eclipse acelerado por su dosier judicial, con tres condenas en su contra, una de ellas firme.
La que ya no tiene marcha atrás, un año de cárcel por corrupción y tráfico de influencias, le obligó a llevar un brazalete electrónico a principios de este año, mientras que el Tribunal Supremo dirá su última palabra el 26 de noviembre sobre otra -también de un año- por la financiación irregular de su campaña de 2012, la que perdió frente al socialista François Hollande.
La que le lleva hoy tras las rejas, de 5 años, es la más dura, por asociación de malhechores para obtener financiación del régimen libio de Muamar Gadafi para la campaña que en 2007, la que le llevó al Elíseo. Pese a su apelación, el tribunal dictó prisión provisional por su «gravedad».
Sarkozy mantiene su «inocencia»: «no me rendiré», afirma en un mensaje de corte institucional que tiene fijado en sus redes sociales desde el 2 de octubre.
La vida de Sarkozy se resume a su lucha por el poder, que mantuvo incluso cuando los franceses le convirtieron en 2012 en el segundo presidente que perdía la reelección desde que ese cargo se elige con sufragio directo.
Una metáfora de un político crecido de la mano de Jacques Chirac, a quien se apegó en 1975 y de quien se distanció 20 años más tarde para, tras su travesía del desierto, combatirle a partir de 2002 en busca del máximo escalón del poder en Francia, el Elíseo.
La conquista
Lo logró en 2007 frente a la socialista Ségolène Royal, tras presentarse como un derechista sin complejos para ganar buena parte de los votos de la ultraderecha.
Sarkozy propulsó una política conservadora, neutralizó a los sindicatos imponiendo servicios mínimos en la Administración y en grandes empresas públicas, lo que le permitió reformar las pensiones y los salarios sin grandes protestas en la calle.
Pero la crisis económica global de 2008 restó brillo a sus reformas y prometió «refundar el capitalismo». Sin embargo, dio una imagen de un presidente hiperactivo.
Asiduo del «papel cuché», cercano a los adinerados, su imagen empezó a desentonar con su discurso de defensor de la «Francia que madruga», lo que desembocó en su derrota frente a Hollande tras una campaña en la que Sarkozy asumió postulados ultraderechistas.
La estigmatización de la inmigración, el afianzamiento de la identidad francesa, cristiana y europea, el repliegue interior y el refuerzo de las fronteras, han marcado desde entonces su perfil.
Precocidad
Abogado y diplomado en ciencias políticas, nacido en París en 1955 en una familia aristocrática de origen húngaro, Sarkozy fue criado por su madre, hija de una judía de Salónica, y por sus abuelos.
Con 28 años fue alcalde de la burguesa ciudad de Neuilly-sur-Seine, a las afueras de París (1983-2002), diputado con 33 y ministro de Presupuesto con 38 (1993-1995). Un ascenso truncado cuando en 1995 apostó por la candidatura presidencial de Edouard Balladur frente a la de su mentor Chirac.
Una «traición» que le valió un largo exilio político y un distanciamiento con Chirac, el hombre fuerte de la derecha en los 80 y los 90, quien sólo le recuperó cuando en 2002 necesitó su tirón electoral y su estilo franco y llano, alejado de las élites.
Sarkozy aprovechó para forjar su imagen de hombre de Estado, como ministro del Interior (2002-2004 y 2005-2007) y de Finanzas (2005). Se presentó como una alternativa a los doce años de mandato de Chirac, pese a haber sido el número dos de su Gobierno.
Trampolín que le llevó al Elíseo, donde forjó una nueva forma de gobernar, que acabó por quemar su imagen.
Casado tres veces, la última con la exmodelo y cantante de origen italiano Carla Bruni, Sarkozy es padre de cuatro hijos y abuelo. EFE/ir