Winston Churchill dijo, respecto a la Victoria en la batalla de El Alamein: “No es el fin, ni siquiera es el inicio del fin, pero tal vez es el fin del principio”. Esto me parece describe la situación del Covid en nuestro país, por lo que conviene estudiar las medidas que procederá tomar para maximizar las actividades útiles cuidando la salud.
Hay sectores que tienen capacidad de presionar por sostener una apertura en sus rubros. Esta se relaciona con una necesidad real de mantener las capacidades productivas, pero no siempre resulta en que se cubra todo lo necesario por igual. Los costos o beneficios pueden variar dependiendo del plazo, y se tiende a considerar lo mas inmediato en la toma de decisiones. Se premian los que tienen beneficios altos inmediatos a expensas de los demás.
La educación es uno de estos rubros donde el beneficio es oculto de inmediato, ya que sus frutos son muy a futuro. Si se sostienen las remuneraciones, no hay costos visibles muy elevados de evitar el retorno a clases presenciales. La degradación de la calidad educativa (remota) de los alumnos es inversamente proporcional a la capacidad de sus padres de generar opinión, y a su nivel educativo (aunque todos los estudiantes tienen enseñanza degradada, en mayor o menor grado). Esto hace que una perdida intangible se concentre en los sectores mas vulnerables, y con menos posibilidades de articular una solución. Por esto, la restauración de las actividades educativas es marginada con respecto a otras, y es preocupante el poco espacio que ocupa en el debate publico.
Las condiciones no están dadas para abrir todavía, pero si existen acciones que se pueden tomar para hacer mas expedito el camino. No podemos permitirnos el daño sea mayor de lo estrictamente necesario. Con una tasa de escolaridad promedio de 8 años, el año perdido ya representa una octava parte del tiempo de escuela de un hondureño medio. Esto puede llegar a ser otro año mas (un 25% de la escolaridad media perdida, en total). Las tasas de deserción se incrementarian por lo que la tasa de escolaridad tendría un retroceso, mas alla del efecto anterior. El efecto de ambas puede ser catastrófico.
Se puede diferenciar la velocidad de retorno para los distintos niveles. Para la educación superior y media, el avance puede ser con toda la celeridad que la prudencia permita. Para esta población que puede atender medidas de bioseguridad (en una sociedad donde no hay restricciones a la movilidad, por lo que igual pueden circular libremente) esto es factible.
La educación primaria requeriría mas trabajo. Un sistema de dos jornadas permitiría una reducción en densidad del 50%. Una compresión de las jornadas eliminando recreos, eliminaría un riesgo importante. Dar prioridad a los educadores cuando se haga posible la vacunación, reduciría un riesgo importante.
Las escuelas requieren una inversión importante en servicios de aseo. Este periodo debe de servir para hacer las inversiones necesarias para que tengan las condiciones de salubridad que nunca han tenido, y que son mas necesarias por la crisis. Posiblemente, habrá que extender los calendarios lectivos para recuperar todo el tiempo posible. Esto requeriría erogaciones adicionales, pero eso es un valor marginal comparado con el beneficio.
Es importante tomar todas las medidas, y hacer la planificación, previamente. Cada dia que recuperemos hara una diferencia importante a largo plazo. Debemos hacer conciencia de la importancia primaria que tiene recuperar la educación presencial, y prepararnos para compensar el tiempo perdido.