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Políticos líquidos

Pedro Gómez Nieto

Fue el sociólogo Zygmunt Bauman (1925-2017) quien acuñó el término “modernidad liquida” que metafóricamente diferencia la actual sociedad volátil, de pensamiento perecedero, fútil, de aquellas construidas sobre principios que le daban un propósito trascendente a la existencia. “Sociedades liquidas” definidas por Bauman, que en sus castas políticas encuentran al referente por antonomasia, el “político liquido”. De la misma manera que un fluido se adapta al recipiente que lo contiene, el político líquido dispone de un discurso ambivalente, capaz de sostener una posición por interés y la contraria por necesidad.  

El salvador Nasralla pretende reventar el proceso de enrolamiento para impedir que en estas elecciones dispongamos de un censo actualizado, depurado, que respalde la nueva tarjeta de identidad, generando confianza en las elecciones. “Hay que parar el enrolamiento por ilegal”, locutorea esperando que aparezcan papos para hacerle el trabajo sucio. Presenta denuncias criminales en el MP y en amparo ante la CSJ, montando un show ante los medios. Con su paralingüística de presentador de concurso de televisión, actúa: “No podemos permitir que nuestro habeas data vaya a la nube y que Oracle haga lo que quiera con él y tercerize hasta llegar a una empresa extranjera en Polonia…”. (¡¿?!) Humm, puntualiza: “Para hablar de esto hay que saber de tecnología como yo”. Como en la película “Venom”, el alienígena del superyó que lleva en su interior toma posesión. Por su vocabulario disperso, incoherente, pareciera que conoce tanto de esta nube (digital) como de aquella que aseguró la «inyectaba» el gobierno para que lloviese cuando acudía a alguna marcha. Entonces no entendía que las nubes no se inyectan porque no son cuerpos ni organismos, se siembran. Ahora, observamos que cuando dice que los datos van a la nube, señala al cielo.

¿Qué busca? ¡Cuotas de poder! Explica: “No he participado en el proceso de enrolamiento. Mi partido sacó un millón de votos en 2014 y en 2017, exijo ser incluido en estos órganos. Tengo que estar en el CNE, RNP, TJE, y también en las mesas electorales para que las elecciones sean legitimas porque somos la mayoría”. Treinta y dos meses defecando sobre las instituciones y ahora exige integrarlas “para darles legitimidad”. ¡Qué honor para ellas! Como dice el evangelio de Marcos 1,40: “El leproso quedo purificado con solo tocarlo”. Rechaza que una empresa extranjera realice la nueva tarjeta de identidad porque atenta contra la seguridad nacional, pero siendo el candidato de la izquierda chavista se comprometió a traer la CICIH a Honduras, es decir, ceder a extranjeros el aparato de administración de la justicia del Estado, el Poder Judicial. ¿Qué pasó entonces con la seguridad nacional? En línea con Bauman, estamos ante el genuino “político líquido”.

Luis Zelaya, prócer “honesto”, presentó su postulación para el proceso de las internas por el Partido Liberal. Pero mientras -por ejemplo- el candidato José Moncada, por ética y coherencia, se desliga de sus responsabilidades en el Central Ejecutivo, él se mantiene en el cargo accediendo a recursos e infraestructuras. No obstante, presume de entereza moral. Dice que tiene visa y su nombre no se encuentra en ninguna Corte de Justicia de Estados Unidos. Pero no dice que su nombre figura en dos procedimientos judiciales abiertos en juzgados hondureños. El primero interpuesto por un particular por estafa, consecuencia de una supuesta venta fraudulenta de terrenos en Santa Lucía. El segundo presentado por su madre, por querer controlarle los bienes que recibió como herencia testamentaria. “Político líquido” que en las pasadas elecciones internas recibiera -supuestamente- más votos que Gabriela Núñez, para terminar en las generales cosechando los peores resultados que ha tenido el Partido Liberal en toda su historia. Ahora el liberalismo dispone de un par de candidatos de alto perfil y capacidades para cohesionar al partido y recuperar su fortaleza perdida. Pero, como decía Einstein, si repiten el error no esperen resultados distintos.

Tuiteaba Manuel Zelaya, prócer converso paradigma de “político líquido”: “La tercera victoria del Partido Libre se aproxima y esta vez estamos preparados para la toma del PODER”. Los líderes socialistas, acostumbrados a utilizar al pueblo en beneficio propio, no asimilan que la titularidad del poder pertenece a los ciudadanos, no a ellos. En democracia el poder no se toma, se recibe por delegación para ser gestionado temporalmente. Conlleva supervisión, fiscalización y rendición de cuentas.

“El precio de la libertad es su eterna vigilancia”. -Thomas Jefferson-

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