Piñata eléctrica

Luis Cosenza Jiménez

La piñata eléctrica, celebrada a mediados del año pasado, y en la cual se repartió a diestra y siniestra, sin licitación, contratos de suministro de energía y potencia (PPAs, por sus siglas en inglés) ha comenzado a rendir frutos. 

Los contratos otorgados directamente, algunos con tarifas extraordinariamente altas, han ya resultado en la construcción de una central solar, mientras otras están en febril actividad para entrar en operación antes del 1 de agosto y así poder disfrutar de la generosa tarifa. La central solar fue inaugurada con bombos y platillos y fue presentada como un decisivo paso en el desarrollo de nuestros recursos naturales renovables y como un medio eficaz para reducir el consumo de combustible. Pero, ¿será esto así? ¿Quiénes son los grandes beneficiarios de esta piñata y a quienes se ha perjudicado? Analicemos el caso y veamos qué concluimos.

Para comenzar, los dueños del proyecto nos dicen que la central tendrá una capacidad de 100 MW y producirá 257 millones de kilovatios-hora anualmente. La producción energética es razonable y supone una operación de alrededor de siete horas diarias durante 365 días al año. Esa producción energética la comprará la ENEE, inicialmente a dieciocho centavos de dólar el kilovatio-hora (la tarifa está indexada al índice de precios en EUA), lo cual implica una factura anual de alrededor de $46 millones, un poco más de mil millones de lempiras. Claramente que la generación solar evitará la generación térmica en, según mis cálculos, un poco menos que 400 mil barriles de Búnker, lo cual implica que suponiendo un precio de $60 por barril, nos ahorraremos unos $23 millones. En pocas palabras, para ahorrarnos veintitrés millones de dólares en combustible, los hondureños deberemos pagar el doble, cuarenta y seis millones. Decidan ustedes, estimada lectora y estimado lector, si en el manejo de sus finanzas ustedes pagarían dos lempiras para ahorrarse uno.

Acepto que un perspicaz lector me diría que eso es así temporalmente debido a la caída de los precios del petróleo y que eventualmente los precios subirán y entonces apreciaremos la decisión tomada por nuestros gobernantes. Claramente que este es un argumento plausible, aunque para que el argumento sea válido el precio del petróleo tendría que prácticamente duplicarse, es decir el barril del búnker tendría que alcanzar $120 y nadie sabe cuando eso podría ocurrir. Pero además como contra argumento uno puede fácilmente señalar que en Panamá recientemente han adjudicado, como resultado de una licitación pública internacional, la compra de energía solar a ocho centavos de dólar por kilovatio-hora. Es decir que en Panamá pagarán veintiún millones de dólares por lo mismo que nosotros pagaremos cuarenta y seis. Siendo esto así, pregunto ¿A quién beneficiará realmente este proyecto? Todos apoyamos el desarrollo de nuestros recursos naturales renovables, pero no para beneficiar al gran capital nacional y extranjero a expensas de los consumidores eléctricos o de quienes pagamos nuestros impuestos. El fin simplemente no justifica los medios y resulta inaceptable que con el propósito de desarrollar nuestros recursos naturales nos esquilmen.

Entiendo que hay otro proyecto en ciernes, producto de otra negociación directa de cien millones de dólares con General Electric para el suministro de turbinas que operarían con gas (el que, según entiendo, no sería gas natural). Es probable que el costo por kwh de este proyecto sea todavía más alto que el del citado proyecto solar. Nuevamente uno se pregunta, ¿cuál es la justificación de una contratación directa? ¿Por qué no licitar? ¿Qué lleva a que cubran el sector con un manto opaco que solo redunda en perjuicio para el país? Lamentablemente esta Administración está a punto de pasar a la historia como la promotora de los peores, es decir los más caros, contratos firmados por la ENEE. Es irónico que la misma Administración que hace unos meses nos decía que había logrado renegociar y reducir el costo de los contratos térmicos haya a la vez promovido las injustificablemente altas tarifas solares. Lo que hicieron con una mano, lo destruyeron con la otra.

A final, todo esto simplemente vendrá a agudizar la crisis en que se encuentra sumida la ENEE. Al subir las tarifas para recuperar sus costos, perderá más clientes. De hecho, ya varias empresas y parques industriales se autoabastecen, y al subir las tarifas se promoverá que otras empresas y personas hagan lo mismo. Como resultado, llegará el momento en el cual la demanda eléctrica que atiende la ENEE se reducirá, en lugar de aumentar. Cuando esto ocurra, la ENEE contará con un parque generador que excederá la demanda y deberá pagar por potencia y energía que no necesita, lo cual la llevará a la quiebra. Nuevamente, un lector despabilado podría alegar que un exceso de capacidad y energía nos permitiría exportar a la región, pero me temo que esa no sería una opción en vista de los precios a los cuales la ENEE ha pactado comprar la energía. Ojalá que yo esté equivocado, porque caso contrario deberemos decir requiescat in paceENEE.

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