Tegucigalpa – Honduras cierra el 2020, un año que la población quiere olvidar plenamente, pero que a la vez deja las bases planteadas para recomenzar un 2021 de manera diferente, donde los deseos de dejar atrás la pandemia del COVID y la destrucción provocada por las tormentas Eta e Iota le inyectan un espíritu energizante para que el periodo que viene sea de éxitos personales, familiares y comunitarios que compensen todo el daño y dolor se despide este día.
Y es que los hondureños apenas estaban acomodándose para desarrollar el 2020 cuando llegaron las noticias que apuntaban a la existencia de un virus que atacaba el sistema respiratorio y que provocó que China, el país donde surgió el SARS CoV-2, el virus que desarrolla el COVID, cerrara la ciudad de Wuhan, donde había surgido en el mercado de animales silvestres, y posteriormente la provincia de Hubei para contener su expansión.
Tras propagarse a otras naciones de Asia, pero especialmente cuando llegó a Europa, Italia y España, las imágenes aterradoras de hospitales colapsados, centenares de ataúdes colocados uno a la par de otro, mostraron a los occidentales y a los hondureños lo peligroso de la enfermedad.
Justo a mediados de marzo, cuando la población hacía los preparativos de la Semana Santa, se divulgó lo que nadie quería escuchar, las autoridades gubernamentales anunciaban los primeros dos casos de personas con COVID-19, justamente dos hondureños que habían venido en sendos vuelos de Italia y España.
El gobierno reaccionó inmediatamente con medidas duras como el confinamiento general de la población y el cese de actividades productivas, comerciales, educativas y recreativas, a fin de contener la propagación del virus.
Pero de esa fecha del 1 de marzo en adelante, la espiral de casos nunca ceso y se mantienen, cuando las autoridades de Sinager reportaron el 29 de diciembre que el país registró 120,912 casos y la muerte de 3,111 personas, tras las pruebas de PCR realizadas.
Een lugar de contener la expansión del virus, tanto en el mundo como en Honduras, en diciembre se han dado rebrotes que han vuelto a colapsar los hospitales que atienden la enfermedad. En Honduras los nosocomios reportan estar al tope, como lo señaló el Tórax.
Como el Hospital del Tórax, los demás centros se vieron abarrotados y solamente evidenciaron lo precario del sistema de salud de Honduras, el cual no está preparado para soportar una afluencia masiva de personas que necesiten de sus servicios.
Los servicios de apoyo a los hospitales, como los laboratorios también mostraron la poca capacidad, ya que el país jamás logró llegar a las 3 mil pruebas diarias de PCR, como recomiendan los expertos para poder atender la pandemia y saber el movimiento del virus.
A lo anterior se debe agregar que una nueva cepa del virus que provoca el COVID-19 ya apareció en el Reino Unido y al igual que su precursor SARS –CoV-2, ya se extiende por el mundo y se encuentra en Estados Unidos y Chile.
Medio millón de empleos perdidos
Pero si el COVID provocó una crisis sanitaria sin precedentes para las actuales generaciones, el impacto en la economía fue devastador al paralizar el sector productivo, comercial y de servicios durante casi nueve meses.
Lo anterior se tradujo en que el producto interior bruto (PIB) se contrajera en 7.4 por ciento, de acuerdo al Banco Central de Honduras.
Ello provocó que más de 500 mil empleos se perdieran directamente o decenas de miles de trabajadores fueran suspendidos, interrumpiendo el ingreso en las familias, lo que hizo que la pobreza se incrementará hasta el 71 por ciento de acuerdo al Consejo Hondureño de la Empresa Privada.
Y en cuanto a las empresas, más del 44 por ciento de las mismas no tuvieron ingresos por varios meses.
El sector de la micro, pequeña y mediana empresa (Mipyme) es el más afectado, ya que a pesar de la reapertura económica que está desde noviembre pasado, de acuerdo a Menotti Maradiaga, presidente de la Federación de Cámaras de Comercio de Honduras (Fedecamaras), el 40 por ciento de las mismas continuaban cerradas incluso para mediados de diciembre.
Tormentas y ambiente
Y si los hondureños esperaban que el año del COVID quedara atrás tras autorizar una reapertura gradual de la economía, la naturaleza volvió a golpear a Honduras y esta vez por partida doble.
El poderoso huracán Eta, con categoría 5, se dirigió a Centroamérica y en calidad de tormenta ingresó a Honduras a inicios de noviembre, golpeando el Valle de Sula, el pulmón económico del país, así como los departamentos de Atlántida, Colón, Gracias a Dios, El Paraíso, Olancho y en menor medida Francisco Morazán, Valle y Choluteca.
Casi un millón de personas fueron afectadas en el Valle de Sula, siendo La Lima la zona cero de la tragedia climática, además de Chamelecón, Potrerillos, Villanueva, Choloma y parte de los campos bananeros de El Progreso.
Apenas unos días habían pasado y decenas de miles de personas intentaban regresar a sus hogares, cuando otro huracán se movía por las aguas del Caribe y de nuevo como tormenta tropical ingresaba a Honduras.
Otra vez el Valle de Sula, Colón, Atlántida, Gracias a Dios, pero esta vez se sumaron los departamentos del occidente como Santa Bárbara, Ocotepeque y en parte Copán a los destrozos.
La Comisión Económica para América Latina (Cepal), junto al Banco Central de Honduras, estimaron las perdidas solo por las tormentas en más de 45 mil millones de lempiras, que sumadas a los más de 55 millones de lempiras por el COVID-19, en conjunto los daños provocados superan los 100 mil millones de lempiras.
Las pérdidas humanas superaron el centenar de personas, pero los damnificados y afectados fueron más de un millón de ciudadanos, de acuerdo a los datos oficiales.
Corrupción
Pero la corrupción fue otro protagonista del año 2020, ya que bajo la lucha contra la pandemia se realizaron compras de equipos y suministros por Inversión Estratégica de Honduras (Invest-H) que nunca dieron resultados y que son investigados por el Ministerio Público.
El caso estrella fue la adquisición de siete hospitales móviles que tenían la característica de ser equipos de emergencia para ayudar al personal sanitario a hacer frente a la pandemia y que estaban destinados a aliviar la carga.
Pero de los siete hospitales adquiridos a una “empresa de USB”, como la calificó la Asociación para una Sociedad Más Justa, solamente opera el de San Pedro Sula. Los demás seis, solo el de Tegucigalpa está concluido y los restantes cuatro se encuentran en etapa de ensamblado y el de Danlí apenas es transportado.
Honduras destinó más de 48 millones de dólares para la compra de emergencia. El Ministerio Público abrió varias líneas de investigaciones sobre el caso y tiene varios juicios pendientes.
Igualmente fueron tirada al cesto de la basura las compras de 250 mil pruebas de PCR para confirmar si las personas son portadoras del virus, pero un mal manejo de la cadena de frío las volvió inservibles.
Y todavía se espera que los respiradores artificiales entren en funcionamiento, a pesar de que llegaron al país hace meses.
Violencia
Ni el confinamiento obligatorio por el COVID-19 detuvo la extendida violencia que afecta al país, de acuerdo a datos del Observatorio de la Violencia (OV) de la UNAH este 2020, siendo las mujeres y la niñez los más afectados.
Casi 300 mujeres asesinadas reportaba el OV de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) durante la pandemia.
La diferencia entre este año de pandemia y el anterior 2019 ha sido mínima en términos de violencia.
Esperanzador
Pero los expertos indican que el 2021 es esperanzador para los hondureños, ya que habrá una recuperación económica, además que la llegada de las vacunas contra el COVID pondrá fin al miedo generalizado que provocó el virus.
Este miércoles las autoridades británicas aprobaron la vacuna de AstraZeneca con la Universidad de Oxford, la cual fue adquirida por el Seguro Social de Honduras y se espera que lo mismo haga el gobierno, además del proyecto Covax que entregará casi dos millones de dosis.
Se espera la recuperación de decenas de miles de empleos, aunque los economistas y dirigentes empresariales estiman que se tardarán hasta tres años en volver a la economía preCOVID.
Así Honduras encara el 2021, con extendidas reflexiones y retos que implican transparencia, compromiso, solidaridad y mucho trabajo de todas las partes.
A la vuelta de la esquina, en marzo del 2021 los hondureños estarán abocados al proceso de elecciones primarias e internas y en noviembre elegirán a un nuevo presidente del país, a sus 128 diputados y 298 alcaldes. Las elecciones se vuelven cruciales para la estabilidad democrática y la gobernanza en un país que demanda el fortalecimiento institucional que brinde la seguridad necesaria para avanzar y levantarse en medio de los escombros.