Roma.- El papa Francisco abogó hoy por recurrir a «un ecumenismo audaz» para avanzar hacia la unidad con la Iglesia anglicana, con la que Roma mantiene «serios obstáculos» alentados ahora por «nuevas circunstancias» como la ordenación de mujeres.
«Dios, como Pastor, quiere la unidad de su pueblo y desea sobre todo que sus pastores se ocupen de esto», señaló el pontífice ante el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, durante las vísperas del 50º aniversario del encuentro entre Pablo VI y Michael Ramsey, por entonces primado de la Iglesia de Inglaterra.
Francisco abogó por un «ecumenismo audaz» que permita «pasar de la oscuridad a la luz, de la dispersión a la unidad y de la falta a la plenitud», emprendiendo un «camino de comunión» hacia la unidad de la familia cristiana.
En el acto, Francisco y Welby firmaron una declaración conjunta en el templo romano de San Andrés y San Gregorio en la que se manifiesta que «grandes avances se han cumplido en muchos aspectos que separaban» a ambas Iglesias.
«No obstante, nuevas circunstancias han provocado nuevos desacuerdos entre nosotros, particularmente las referentes a la ordenación de mujeres y otras recientes cuestiones relativas a la sexualidad humana», dice la declaración.
En el texto se señala además que «tras estas divergencias permanece una perenne cuestión sobre el modo de ejercer la autoridad en la comunidad cristiana».
«Estas son algunos aspectos problemáticos que constituyen serios obstáculos para nuestra plena unidad. Sin embargo, como nuestros predecesores, tampoco nosotros vemos aún soluciones a los obstáculos, pero no estamos desanimados», se añade en la declaración.
Francisco y el arzobispo de Canterbury señalan en el documento que «estas divergencias no deven provocar una disminución de los esfuerzos ecuménicos» y exhortaron a sus respectivos cleros «a no descuidar y subestimas esta comunión cierta, aunque imperfecta» que anglicanos y católicos ya comparten.
Por último ambos líderes religiosos manifestaron su deseo de trabajar juntos para proteger el Medioambiente y «apoyar y defender la dignidad de todos los hombres» en medio de una cultura de la indiferencia, del derroche y del odio y la violencia.
La Iglesia Católica y la Anglicana permanecen separadas desde el cisma de 1534, provocado por el rey inglés Enrique VIII al no lograr de parte del papa Clemente VII la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón, por lo que creó la Iglesia de Inglaterra, de la que se proclamó jefe.
El papa argentino consideró hoy que esta ruptura se produjo a causa de «las nubes oscuras de los desacuerdos y de las controversias, originadas a menudo por razones históricas y culturales, no solo por motivos teológicos».