En su discurso, comenzado con cerca de veinte minutos de retraso, Obama, quien fue recibido con grandes aplausos, aseguró que la reforma contendrá «protección para aquellos con seguro médico, un sistema que permita a los individuos y empresas adquirir cobertura asequible y la obligatoriedad de que quienes se lo puedan permitir cuenten con un seguro sanitario».
«Creo que hay un amplio consenso en torno a estos aspectos del plan», dijo Obama, si bien admitió que «persisten por resolver detalles significativos».
El acuerdo, señaló, ronda «el ochenta por ciento de lo que es necesario hacer, lo que nos deja más cerca que nunca del objetivo de la reforma».
El presidente comparecía hoy ante ambas Cámaras del Congreso, un paso poco habitual y que generalmente se limita a los discursos anuales sobre el Estado de la Unión, para presentar los detalles específicos de cómo ve la reforma sanitaria.
Con ello buscaba dar la réplica a una serie de rumores que han circulado en los últimos meses sobre la medida y tratar de reactivar la reforma, estancada en el Congreso.
«Se ha acabado el momento de las rencillas, se ha acabado el momento del politiqueo. Ha llegado el momento de actuar», consideró Obama, quien apuntó no sólo a la necesidad moral de reformar un sistema que excluye de la cobertura sanitaria a 47 millones de ciudadanos sino que gasta 1,5 veces más por persona que cualquier otro país.
Si no se hace nada «nuestro déficit crecerá, más familias irán a la quiebra, más empresas cerrarán» y «más gente morirá».
En su discurso, el presidente aseguró que la reforma sanitaria proporcionará «más seguridad y estabilidad para quienes cuentan con seguro médico», pues las compañías aseguradoras no podrán negar cobertura por problemas médicos preexistentes, entre otras cosas.
También se creará una Bolsa de seguros médicos en un plazo de cuatro años que permitirá, según consideró, recortar los costes de la cobertura.
Las grandes empresas tendrán la obligación de ofrecer seguro médico a sus empleados. Y los individuos tendrán la obligación de estar asegurados, «igual que en la mayoría de los estados es obligatorio el seguro de automóvil», señaló.
Habrá excepciones, puntualizó, para aquellos que verdaderamente no puedan permitírselo.
En este sentido, defendió uno de los apartados más polémicos de la reforma, la opción pública, un seguro médico patrocinado por el Estado que «sólo sería una opción para aquellos que no tienen cobertura».
En respuesta a los detractores de esta posibilidad, que creen que causaría un deterioro de las prestaciones médicas y competiría de modo desleal con el sector privado, Obama aseguró que esa opción sería «autosuficiente» y se sufragaría con las primas que cobrará.
«No soy el primer presidente en adoptar la causa de la reforma sanitaria, pero estoy decidido a ser el último», aseguró Obama, en una intervención retransmitida por las principales cadenas.
Con su discurso, el presidente estadounidense quiere romper el punto muerto en que se encuentra la reforma, su gran prioridad legislativa y de cuyo éxito puede depender su futuro político.
En la actualidad los legisladores manejan hasta cinco borradores distintos de proyectos de ley sobre la medida.
A la falta de progresos en el Congreso se ha sumado una creciente reticencia del público a la reforma, que amenaza con arrastrar al propio Obama. Las últimas encuestas apuntan que un 52 por ciento de los ciudadanos se opone a la medida que propone el presidente.







