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Neodemocracia y moral planetaria

Pedro Gómez Nieto

El relativismo ha penetrado en las conciencias y en el comportamiento de las personas, cuestionando y destruyendo los valores sobre los que se asientan las relaciones sociales, los tradicionales fundamentos democráticos y morales. El relativista no acepta la imposición de una verdad basada en el conocimiento, lo considera tiránico, antidemocrático. La neodemocracia debe respetar el derecho a discrepar, a que existan otras interpretaciones, otras verdades; a la tolerancia. Por tanto, si no existe la verdad objetiva como meta del conocimiento, no es necesario perder el tiempo en buscarla. Para el relativismo la verdad depende del enfoque.  

Tampoco podemos aspirar a una verdad moral, aquella que permite diferenciar el bien del mal, porque lo que es bueno para unos, es malo para otros. La moral es líquida, viene determinada por las circunstancias. El presidente Harry Truman ordenó arrojar sendas bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki; lo justificó argumentando que con ello estaba salvando la vida de miles de soldados que hubieran muerto si la guerra contra Japón se prolongaba. ¿En cuál lado de la balanza estaría el bien moral? Fin loable mediante medios aberrantes. Todo es relativo. Como guinda, por encima del relativismo en el conocimiento y en la moral, está la preminencia de la libertad, identidad del ser humano, que le otorga poder sobre la creación.

Planteados algunos postulados relativistas, observemos, desde la neodemocracia, las consecuencias para la sociedad: 1.-En el ejercicio de la libertad y tolerancia, no es posible coartar el derecho de la persona a utilizar su cuerpo como quiera, por ejemplo, consumiendo drogas. 2.-Habiendo consentimiento, la sexualidad no puede ser restringida en función del sexo ni la edad. 3.-El Estado está obligado a proteger la unión entre homosexuales, y su derecho a la adopción. 4.-El género binario no puede imponerse, cada persona tiene derecho a escoger el sexo con el que se identifique. 5.-La mujer, en el ejercicio de su libertad sexual, tiene derecho a utilizar la pastilla del día después para no quedarse preñada, o practicarse un aborto, porque es dueña de su cuerpo. 6.-El Estado no puede obligar a nadie a mantenerse vivo si desea morir, porque la eutanasia consentida es el zenit de la libertad del ser humano. No sigo porque me estoy mareando. ¡Ojo! Postulados similares forman parte del programa de campaña de un partido político. Un partido socialista europeo, proponía en su programa enseñar en las escuelas a los niños y niñas a masturbarse. Antes de votar necesitamosque los candidatosexpongan sus propuestas y respondan a preguntas del electorado.

¿Dónde aparece Dios en este nuevo orden social, en esta dictadura del relativismo? Si cada uno es dueño de su cuerpo y utiliza la libertad para gestionarlo como quiera, Dios no tiene cabida en esa ecuación. No obstante, los políticos hipócritas no se atreven a quitarse la mascarilla de cristianos, temerosos de perder caudal electoral. Desde su soberbia y egoísmo, el relativista declara el lugar donde vive como territorio de caza y oportunidades. Cuanto más se aleja el hombre de Dios más lastra su vida con cadenas que lo esclavizan, que lo arrastran hacia la oscuridad espiritual. “Quien a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta”, dice Santa Teresa de Jesús.

El relativismo es consustancial con la política, donde todo es líquido, adaptable al recipiente, a las circunstancias. El político, salvo excepciones, nunca se equivoca, porque tal posibilidad lo debilita y resta credibilidad, en consecuencia, reinterpreta y justifica lo que dijo e hizo. En el armario siempre esconde a quien echarle la culpa. “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces”, Mateo 7,15. Hay políticos, mercenarios ideológicos, que venderían su alma a Satanás por agarrar el poder.

¿Qué tipo de sociedad promueven los candidatos en sus programas? Vivimos en un cenagal moral. El filósofo Michel Lacroix asegura que “necesitamos una moral planetaria”. La campaña de algunos políticos y candidatos es propia de una pocilga, preñada de insultos y amenazas coactivas; de violencia verbal que conduce a la violencia física. Pero ellos no se golpean, sino los rebaños de ignorantes manipulados. Reúnen espectadores en sus circos mediáticos; tuits, retuits y “me gusta”; les ilusiona llamarlos “votantes”.   

“Cuando el relativismo moral se absolutiza en nombre de la tolerancia, los derechos básicos se relativizan y se abre la puerta al totalitarismo”.   -Benedicto XVI-

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