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Música e Identidad nacional

“La música popular es la identidad nacional”

Daniel Meza

“Liliana Herrero es filósofa y una de las voces más particulares de la música. Esencial en todo concierto de Fito Páez, dice que se acerca a Atahualpa Yupanqui del mismo modo que a Sarmiento. Esboza una forma posible de repensar el ser nacional”. Infobae, Argentina.

Los atletas, parados en el pódium. La mirada dirigida hacia el pabellón nacional. Al compás solemne y sincronizado del himno, la bandera se desliza lentamente hasta arribar al coronamiento del mástil. La emoción y las imágenes refulgentes de la patria, cercana o lejana, hace brotar lágrimas, no sólo a los galardonados, sino también a los compatriotas que los acompañan para animarlos.

El himno nacional es la cimera expresión de identidad de un pueblo con su lar nativo. Es la mixtura de letra y música que toca las fibras más sensibles del espíritu.

Además del nacional, Honduras cuenta con himnos que resaltan el amor a la madre, al pino, a Lempira, a Centroamérica (La Granadera), a Morazán, a Valle, a Cabañas, entre otros.

Luego están las diversas variaciones de cultura musical distribuidas en música folclórica, popular, romántica, etc. Y unido a la música, el baile y la danza. Baile típico, La Punta; danza, clasificada en campesina y afro.

La poesía y la música se entrecruzan cuando letra, canción y melodía conforman un módulo estructurado.

La música popular se vincula más a la geografía física y humana. En la parte humana, exalta la belleza y virtudes de sus habitantes y sus complicadas vinculaciones afectivas, amorosas, de admiración y respeto. Amores exitosos o frustrados. Todo aquello inspirado en la nostalgia de lo correspondido o ignorado. En el ámbito físico, la musa surge de la hermosura de los accidentes geográficos; de la composición hidrográfica de la nación. Y se canta a las montañas y a los valles; a los ríos, a los lagos, lagunas y mares. O la creación levita y trasciende la superficie de la tierra para buscar cobijo en un manto de nubes, en el color del cielo o en la esplendorosa luminosidad de las estrellas.

En el canto a la tríada población, territorio y gobierno, este último lo que más inspira es música protesta, sinónimo de resistencia a sus iniquidades.

En suma, la música canaliza las alegrías y tristezas de un pueblo; la belleza de su gente y la hermosura de su territorio, de sus recursos fluviales; la ansiedad por la concreción de sueños diferidos. La música es catarsis y resiliencia. Revela la capacidad de los pueblos para sobreponerse a las adversidades, cantando.

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