Rabat – Uno de los peores accidentes laborales de la historia moderna de Marruecos ha costado hoy la vida a 25 obreros, en su mayoría mujeres que trabajaban en un taller de confección clandestino situado en un sótano de la ciudad de Tánger (norte del país), según han informado las autoridades locales.
La primera hipótesis es que los obreros resultaron electrocutados por una vía de agua que entró en el taller, situado en el subsuelo de un barrio residencial: al parecer la tromba de agua creó un cortocircuito que fulminó a los trabajadores.
La otra hipótesis, mientras avanzan las investigaciones, es que se trate de muerte por ahogamiento, ya que las intensas lluvias caídas en toda la región del norte de Marruecos provocaron en las últimas 24 horas inundaciones en todos los barrios bajos de la urbe, según contaron a Efe habitantes de la ciudad y pudo verse en vídeos e imágenes posteados en redes sociales.
Al parecer, el taller contaba en realidad con dos niveles subterráneos, y es en el nivel más bajo donde la tragedia ha sido mayor.
Han aparecido ya los cadáveres de 18 mujeres y siete hombres, mientras que diez más de sus compañeros han conseguido salir con vida y han sido ingresados en el Hospital Regional de Tánger.
Entre los fallecidos hay varios miembros de una misma familia, explicó un testigo en el lugar de la tragedia, situado en el barrio Brans, al sur de la ciudad, junto a la carretera que lleva a Rabat.
TALLERES CLANDESTINOS DE TEXTIL Y CUERO
El carácter clandestino de este taller fue inmediatamente puesto de relieve en el primer comunicado oficial, y responde a un hecho relativamente frecuente: según la Confederación General de Empresas Marroquíes (CGEM, patronal), un 54 % de las actividades de cuero y textil caen en Marruecos dentro del llamado «sector informal».
Barrios enteros de Tánger -comenta un empresario local- son una sucesión de sótanos dedicados informalmente a la fabricación de material textil, de zapatos o de lavado de automóviles, con conocimiento de todo el mundo.
Estas unidades más o menos clandestinas carecen de las más mínimas normas de seguridad en el trabajo, como salidas de incendios, disponibilidad de extintores o escasa ventilación en los locales.
El profesor universitario y experto en Derecho del Trabajo, Khaled Bouqich, explicó a Efe que es relativamente habitual en el sector textil en Marruecos la «cadena de subcontratas»: una gran empresa subcontrata una actividad concreta a una compañía más pequeña, que a su vez la vuelve a subcontratar.
En algún momento de la cadena, la empresa contratada es ilegal y no está registrada, lo que plantea una doble responsabilidad en caso de accidentes o meras disfunciones: la de la empresa que realiza el trabajo siendo ilegal y la de quien contrató sus servicios sabiendo que lo era.
En opinión de Bouqich, no hay suficientes controles ni inspectores de trabajo que vigilen el cumplimiento de la ley en dos materias fundamentales: pago de la seguridad social a los trabajadores y pago de impuestos, que son los dos fallos más generalizados en el sector informal. JP