Barcelona (España).- El arquitecto Luis Alonso, cofundador del estudio Alonso i Balaguer, de gran proyección internacional y responsable de la transformación de la antigua plaza de toros Las Arenas de Barcelona o del diseño de la Villa Olímpica de Río, falleció la pasado noche en Santiago de Chile a los 66 años a causa de un infarto, confirmó a EFE su propio despacho en España.
El pasado mes de julio Alonso anunció en un encuentro con periodistas que iba a regresar a su despacho de Barcelona (noreste de España) tras ocho años trabajando en Santiago de Chile, desde donde abanderó la innovación y la responsabilidad social de la arquitectura.
El arquitecto se había instalado en Chile por el «pesimismo» y «decaimiento» y la poca actividad que había en España y en busca de «excitación intelectual» y la oportunidad de llevar a cabo proyectos innovadores que no podía desarrollar en su país, según explicó entonces.
El propio Alonso había confesado que su vocación como arquitecto había nacido de un juego de construcción Exin Castillos que le habían regalado a los 13 años y, cinco años después, conoció a Sergio Balaguer, con quien fundó su propio despacho de arquitectos en 1978, convirtiéndose con el tiempo en uno de los despachos referentes de la arquitectura española y con mayor proyección internacional.
Además de la sede central en Barcelona, situada en un edificio del complejo Palo Alto, el despacho cuenta con oficinas en Santiago de Chile, Rio de Janeiro, Sao Paulo, Bogotá, Nueva York y Lima, en las que trabajan más de 50 personas dentro de un equipo multidisciplinar de arquitectura, planeamiento urbanístico, diseño interior, diseño industrial y diseño gráfico.
Esa decidida y firme apuesta internacional ha marcado y definido su actual condición, con más de 700 proyectos y realizaciones que componen la extensa obra, dispersa geográficamente en numerosos países, entre ellos España, Chile, Colombia, Perú, Honduras, Brasil, Kazajistán, Ucrania, Polonia, Marruecos, Argelia, China o Qatar, entre rascacielos, centros deportivos, hoteles, centros médicos, lúdicos y comerciales, viviendas sociales, bodegas o edificios multifuncionales.
Además de la Villa Olímpica de Rio 2016 para periodistas y árbitros, también es obra suya la Torre Bacatá, uno de los rascacielos de mayor altura de Latinoamérica, en Bogotá; el Campus de Formación Empresarial de Iberdrola en Madrid, la ciudad del tenis de Rafael Nadal, el Palacio de Deportes de Kazajistán en Almata y la Torre San Ignacio en Tegucigalpa, Honduras.
En una reciente entrevista, Alonso defendía que, a pesar de que «la arquitectura española tiene una calidad extraordinaria», siempre ha adolecido de «mucha timidez y falta de ambición» y atribuía esos defectos a «las escuelas, los colegios profesionales y las autoridades políticas».
El propio Alonso reprochaba no haber recibido nunca el respaldo de las instituciones públicas en los concursos internacionales a los que se había presentado.
La situación de la pandemia en Chile y el hecho de percibir «más movimiento» en su profesión en España animó a Alonso a volver a Barcelona, de la que echaba de menos «la gente, la comida, el Barça y el clima», entre otros aspectos.
Para él, Chile le había servido como un «campo de experimentación» donde pudo llevar a cabo sus proyectos de flexibilidad distributiva -edificios que se adaptan a futuras necesidades y cuentan con viviendas que fácilmente pueden transformarse y, por ejemplo, añadir o suprimir habitaciones- y desarrollar el concepto de «promiscuidad funcional».
(ir)