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Matías Funes parte con su Rosa Náutica

Tegucigalpa – El escritor, docente, analista e intelectual hondureño, Matías Funes murió unido a su padre: a los 62 años como su progenitor y portando en sus manos la “Rosa Náutica”, el libro que hace más de cincuenta años escribió su papá y que Funes reeditó para que las nuevas generaciones se sumergieran en el ameno relato de un marino.
 

Con su guayabera blanca, más delgado de lo usual, pero con una serenidad que solo puede lucir una persona que nunca negó un saludo a nadie, que tuvo un sentido del humor exquisito y una habilidad extraordinaria para entender el país y sus complejidades, Matías Funes quiso ser enterrado con el libro de su padre entre sus manos.
 
Su ligue con su padre y la “Rosa Náutica” solo reflejó el infinito amor y respeto por su progenitor, quien por cinco años se embarcó como marino en búsqueda de oportunidades y logró conocer en su periplo al menos 35 países. En esos largos viajes en alta mar, el padre de Matías Funes, nunca dejó de leer y ese fue uno de los grandes legados que dejó a sus hijos: Matías, Lucila y Ana.
 
ma1Matías era un apasionado de la lectura y en sus ratos de ocio le encantaba degustar de un buen libro. Decidió reeditar la obra de su padre para entusiasmar a las nuevas generaciones por la lectura, las lecciones de vida que encierra “Rosa Náutica”, las paradojas y la importancia que encierra el conocimiento y el aprendizaje continuo para la superación personal.
 
Como docente, Matías Funes fue de esos catedráticos con quien los estudiantes universitarios querían llevar la clase de Filosofía, por sus explicaciones sencillas, su interés porque sus alumnos le entendieran y salieran con mayores inquietudes académicas. Tenía el don de la pedagogía.
 
Su familia, amigos, alumnos y, el periodismo en particular, le recuerdan como una persona que gozaba también de un exquisito sentido del humor, al grado que se reía de sí mismo y siempre encontraba un sentido cómico a todos los retos que la vida le deparó, entre ellos su encuentro con la parca.
 
Matías Funes fue docente también de secundaria en los institutos Gregg, Cultura Nacional, Alfonso Guillén Zelaya y la Escuela Normal Mixta. En la UNAH, donde laboró por más de tres décadas, no solo impartió clases de Filosofía, sino que también fue catedrático de Historia Económica en el Postgrado Centroamericano de Economía y Planificación del Desarrollo.
 
Era un estudioso de los próceres centroamericanos, José Cecilio del Valle, redactor del Acta de Independencia de Centroamérica de España, del libertario general Francisco Morazán, del general José Trinidad Cabañas y de los procesos de reforma impulsados por Ramón Rosa y Marco Aurelio Soto.
 
Dos obras brillantes

A mediados de los años noventa, cuando Honduras entraba al proceso de desmilitarización de la sociedad, Matías Funes, escribe el libro «Los Deliberantes» que aborda el poder militar que en ese entonces tenían los uniformados en este país, ampliando así un debate al respecto que antes había iniciado la socióloga y académica, Leticia Salomón, experta en relaciones cívico militares.

Su última obra literaria fue una minuciosa investigación académica en torno a la vida de José Cecilio del Valle, que denominó: Valle, su tiempo y el nuestro, el cual dedicó a otra de las plumas intelectuales más brillantes del país, el extinto profesor Ramón Oquelí, al denominarlo el «más grande vallista de Honduras».

Siempre fue un estudioso permanente de la historia y la realidad nacional. En el periodismo hondureño fue uno de los analistas más respetados y consultados por la prensa, nunca negaba una entrevista porque siempre decía que los periodistas aguantaban sol, hambre y recorrían enormes trayectos en búsqueda de la noticia.

 

Y cuando detectaba un periodista con inquietudes académicas o interesado en hechos históricos, tenía listo un libro para regalar, se echaba una conversada acompañado de un buen café y le estimulaba a que escribiera, a que no tuviera miedo a incursionar en el mundo de la buena escritura.

 


 
 
 
Anécdotas de la política
 
De sus anécdotas cuando incursionó en la política existen miles, tantas como para llenar un libro, el libro de las anécdotas que Matías dejó pendiente a esta sociedad, que como él, debe acostumbrarse a sonreír para hacer más livianas las penas.
 
Una de esas anécdotas que siempre recordaba en su paso por la política cuando fue candidato presidencial de la Unificación Democrática (UD), el partido que fundó junto a otras personas, fue su experiencia en la zona norte del país.
 
ma3Matías Funes contaba que en sus andanzas por pedir el voto, llegó a la casa de una familia campesina y le sorprendió ver a sus integrantes con la gorra de la UD. “Estamos incidiendo, estamos pegando”, afirma que pensó. Se echa su discurso y hace una pausa para pedir agua.
 
Cuando entra a la cocina para tomar el agua, colgadas en una pared se encontraban una serie de gorras de todos colores, los colores de los cinco partidos políticos que existían entonces en el país.
 
Cuando la familia se ve descubierta, sonriendo le dice a Matías: mire es que aquí vienen todos a prometer y nosotros entonces solo nos cambiamos la gorra cuando viene alguien de esos políticos para ver si logramos algo.
 
Matías no tuvo otro remedio que reírse a carcajadas y alabar la inteligencia del campesinado “Yo como no tenía nada que darles, los incentivé a que continuaran esa práctica”, comentó Matías a carcajada suelta en un encuentro con sus amigos.
 
Así era él, a todo le encontraba un lado amable. Ahí, dijo, comprendió que la política no era fácil, además de descubrir el camino de las mañanas que ya le llevaban recorrido otros partidos mayores a la entonces naciente UD. Pero Matías siempre impuso una ética a la política y a su partido, del cual se retira tiempo después por no compartir algunas directrices.
 
Sus funciones públicas y reconocimientos fueron diversas, la última fue como comisionado de la Comisión de Reforma para la Seguridad Pública, una instancia creada por presión civil para sentar las bases de la depuración de la policía.
 
Su encuentro con el periodismo

Matías Funes tuvo también inquietudes periodísticas, transmitidas quizá no solo por las crónicas de su padre, sino también por su hermana, la excelente periodista Lucila Funes y su esposo, el también colega Manuel Torres.
En ese recorrer de su vida intelectual, académica y de analista, Matías Funes se involucra como analista del programa radial de HRN «A dos voces» que comparte con el sociólogo Edgardo Rodríguez, mientras en paralelo acepta la invitación de la directora del medio digital Proceso Digital, la periodista Marlen Perdomo Zelaya para ser columnista del diario.

Sus artículos en la sección de opinión Criterios de Proceso Digital fueron altamente comentados y valorados por los cibernautas, ante la sorpresa de Matías Funes que se miraba incursionando también en el mundo de la era del periodismo digital.

 

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Para el mundial de fútbol de Brasil, compartió también columnas deportivas y de análisis para un especial de Proceso Digital. Llegó a la redacción del diario, algo cansado, para compartir con los colegas un conversatorio de la mano de Héctor «Pecho» de Águila» Zelaya y Ramón «el Primi» Maradiaga. Suenan aún en la sala de Proceso Digital el eco de las carcajadas de Matías, siempre jovial, siempre sonriente.

El técnico deportivo Ramón «el Primi» Maradiaga le había prometido una camiseta del club deportivo Vida, la que le hizo llegar con «Pecho de Águila», ya en su lecho de enfermo, siendo ello una de sus más grandes alegrías.

 

A su velatorio han desfilado todo tipo de personajes de la familia hondureña, cada uno recordando una anécdota, valorando su capacidad, su integridad, su compromiso con Honduras y su sueño por hacer del país una Nación con mayor ética. Que la tierra le sea leve a Matías en ese viaje en donde al igual que su padre, tendrá como compañera de viaje a su Rosa Náutica.

 


 
 

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