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Llorens se marcha tras ser actor protagónico en la crisis política hondureña

Tegucigalpa.- Al término de su período en Honduras, el embajador de Estados Unidos, Hugo Llorens, se marcha sin pena ni gloria, tras ser un actor protagónico de uno de los capítulos más conflictivos de la reciente historia democrática del país.
 

Llorens, llegó a Honduras a estrenarse como embajador; antes había estado encargado de la rama de negocios, pero fue Tegucigalpa su debut sin imaginarse que estaría inmerso en una crisis político institucional, en la cual fue un actor directo.


Cuando el embajador Hugo Llorens llegó a Tegucigalpa, saboreó el trago amargo de no ser recibido en el plazo estipulado por el entonces presidente, Manuel Zelaya, quien empezaba a distanciarse de Washington para sumarse a la ola del socialismo del siglo XXI que promueve el ahora enfermo presidente de Venezuela, Hugo Chávez.


En solidaridad con Bolivia, por un altercado diplomático con Washington, Zelaya decidió no recibir las cartas credenciales al embajador Llorens, en la fecha fijada, marcando así un rumbo distante, en las relaciones con Estados Unidos.

Con el tiempo, esas diferencias fueron zanjadas en apariencia. Los funcionarios de Zelaya y el mismo ex gobernante departían en cualquier cóctel que invitaba la embajada de Estados Unidos, alzaban sus copas por las buenas relaciones entre los dos países y Llorens iba remontando esa desconfianza inicial con la que fue recibido.


Con la prensa, el embajador tuvo relaciones distantes con unos y un poco más estrechas con otros.

El embajador Llorens defendió la libertad de expresión de los ataques del gobierno del ex presidente Zelaya, así como de los excesos ocurridos en el interinato de Roberto Micheletti.

Si bien estas relaciones no fueron su prioridad, el embajador Hugo Llorens se manejó cómo pudo con los medios, pero fue su relación con las élites de poder lo que conflictuó su gestión, en especial, cuando autorizado por Washington, suspendió visas a los que consideró “artífices” de la caída de Zelaya.


Si antes, los simpatizantes de la izquierda hondureña miraban con reserva cualquier acción procedente de Washington, durante y posterior a la crisis, Hugo Llorens tuvo la habilidad de lograr que también los “tradicionales amigos” de Estados Unidos comenzaran a desconfiar de quien consideraban su “aliado y amigo”.

Si la suspensión de visas caló en uno que otro personaje acostumbrado a efectuar turismo económico y de relajamiento en ese nación del Norte; tampoco se esperaba que al menos uno de los amenzados estuviera dispuesto a devolver no solo su visa diplomática sino también la ordinaria.

Así, con esa acción Llorens se agenciaba la “simpatía” de la extrema izquierda hondureña, pero ésta se fue desdibujando cuando aparece en la vida política mundial, Julian Assange y los famosos Wikileaks, las más interesantes filtraciones periodísticas que han desnudado el juego de la diplomacia de Washington hacia Honduras y el resto del mundo.

Los “wikis” no dejan muy bien parado que se diga a Llorens, pero a diferencia de la extrema izquierda, las élites políticas, del gobierno y empresariales diseñaron su estrategia de “reconciliación” con Washington y empezaron a condecorarlo, y, a excepción del mal sabor sufrido en el Congreso, las relaciones de Llorens con los grupos de poder hondureños subsanaron diversos obstáculos, no todos, según trascendió. En el Congreso, los liberales le hicieron el desaire al abandonar en su gran mayoría el hemiciclo.

En una de sus últimas entrevistas brindadas a la prensa, el embajador Hugo Llorens, envió un claro mensaje a la clase política hondureña al recomendarles que Honduras no esté ya para más “circo político” y que deben ser creativos en sus propuestas. Él es partidario, como dicen todos los estudios de opinión pública, que crece el desencanto con la democracia y con los políticos y los partidos políticos legalmente inscritos.

Hugo Llorens dedicó sus últimas semanas en el país para inaugurar proyectos sociales financiados por Estados Unidos, llevarse el calor de la gente de tierra adentro y visualizar su nuevo futuro en Washington, por ahora, en una dependencia relacionada con el ámbito castrense en el departamento de Defensa de los Estados Unidos.

La nueva representante de Washington en Tegucigalpa vendrá a un país a construir y reconstruir nuevas y viejas relaciones en una nación estratégicamente vital para Washington. De momento, con la partida de Hugo Llorens se cierra su participación en un ciclo en las relaciones entre Tegucigalpa y Washington.
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