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Llevar la salud pública hacia la era digital

Carissa Etienne,
Directora de la Organización Panamericana de la Salud

La pandemia de la COVID-19 ha dejado una marca profunda en nuestras vidas y sociedades. Aunque también reforzó el poder y el potencial de las tecnologías digitales en favor de la salud pública.

Los países que aprovecharon las innovaciones digitales tuvieron mejores resultados en la lucha contra la COVID-19. Aquellos que dispusieron de un sistema centralizado de reporte de casos pudieron monitorear la propagación del virus y avisar a los municipios cuándo era momento de ajustar las medidas de salud pública o reforzar la capacidad hospitalaria.

El uso de registros médicos electrónicos y certificados digitales también contribuyó a distribuir las vacunas y a adaptar las actividades de divulgación a las poblaciones vulnerables y en riesgo. 

Las tecnologías digitales también tuvieron una enorme importancia para los pacientes: los que tuvieron acceso a herramientas digitales se beneficiaron, mientras que los que no, sufrieron para acceder a una asistencia adecuada. 

Donde la telemedicina estuvo disponible, las personas pudieron mantenerse en contacto con sus médicos, incluso en medio de los confinamientos, lo que les ayudó a continuar sus tratamientos y cuidados. Las aplicaciones de mensajes y video les permitieron obtener la orientación correcta y las prescripciones necesarias desde la seguridad y comodidad de sus hogares. 

¿No debería ser esta la “nueva normalidad?

Muchos otros sectores se han beneficiado de las tecnologías digitales. Las transferencias de dinero a través de teléfonos celulares  y las transacciones digitales han incorporado en el sistema financiero a millones de personas desatendidas.

La escolarización virtual ha ampliado el acceso a la educación, incluso para personas con diferencias en el aprendizaje, y ha permitido que más personas obtengan títulos a su propio ritmo.

Con ayuda de la tecnología, los sistemas de transporte público funcionan de forma más eficiente y mejoran la experiencia de los usuarios.

Ha llegado el momento de que el sector de la salud adopte más ampliamente las tecnologías digitales. Al modernizar la forma de ofrecer cuidados, podemos facilitar la labor de los trabajadores de la salud, mejorar la experiencia de los pacientes y fortalecer nuestros sistemas. 

Para ayudar a los ministerios de salud a mirar hacia el futuro, la OPS ha elaborado los Principios rectores de la transformación digital del sector de la salud. Este documento establece prioridades y consideraciones concretas para garantizar mejoras equitativas y sostenibles en el sistema de salud. 

En primer lugar, es importante que todo el mundo pueda acceder a Internet con un ancho de banda suficiente para consultas virtuales y otros servicios en línea. Dado que cada vez más personas dependen de las tecnologías digitales para obtener información y relacionarse con los sistemas de salud —ya sea para obtener citas o realizar una consulta—, la conectividad universal se ha convertido en un determinante de la salud importante y será crucial para alcanzar el objetivo de “salud para todos”.

En la región de las Américas, el 30% de las personas aún carecen de acceso a Internet. Y dentro de los países persisten marcadas disparidades entre la conectividad de las zonas urbanas y rurales. Sin acceso a Internet, las poblaciones no pueden beneficiarse del progreso digital y los más vulnerables se quedarán atrás.

Por eso debemos promover también la inclusión digital.

Aunque muchos se han acostumbrado al uso de herramientas como computadores y teléfonos, el acceso y la familiaridad con estas tecnologías varía según la edad, los ingresos y la procedencia de una persona. Al adoptar tecnologías digitales, los países deben tener en cuenta las necesidades de todas las poblaciones para evitar que aumenten las brechas existentes en los servicios de salud.

Los países deben prestar especial atención a que las soluciones digitales se adapten a las condiciones sociales, culturales, ambientales y económicas en las que se aplicarán.

Asimismo, es importante garantizar que los trabajadores de la salud, en todas partes, estén adecuadamente capacitados. 

Los datos son los cimientos de una buena salud pública. Revelan las tendencias, las deficiencias y las oportunidades para orientar las intervenciones. Por ello, a medida que los países refuerzan los sistemas de registro de pacientes, y rastreo y vigilancia de enfermedades, deben asegurarse de que los datos puedan desglosarse por edad, género, grupos y regiones, para no dejar atrás a los más vulnerables.

Los datos en tiempo real a través de sistemas de información de salud robustos pueden mejorar la gestión de los sistemas de salud, ya que revelan los problemas y señalan dónde se necesitan recursos adicionales. Por eso es importante que los datos se integren y sean de libre acceso a través de diferentes plataformas, para que los sistemas de salud locales y nacionales puedan acceder a la información que necesitan en el momento y el formato adecuados para la toma de decisiones.

Con el fin de fomentar una mayor colaboración en materia de salud pública, es fundamental que los datos se pongan a disposición de las partes responsables de las prioridades, la financiación y las acciones programáticas.

En este momento, la única opción de los países es llevar los sistemas de salud hacia la era digital, pero eso requerirá de una inversión continua, compromiso político y voluntad de colaborar con otros sectores. Las tecnologías han dado forma al mundo que nos rodea. Ahora debemos aprovechar su poder para transformar nuestros sistemas de salud y construir un futuro más resiliente, seguro y saludable para todas las personas.

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