
A 26 días de la elección, imagina que este artículo no es solo una columna de opinión, sino una conversación contigo mismo, una voz interior que te invita a reflexionar en silencio. No es una voz que te dice qué hacer, sino que te recuerda algo que, en el fondo, ya sabes: que el poder de tu voto nace de tu propia conciencia.
Esta voz te recuerda que el tiempo es tu tesoro más valioso. Cada minuto que dedicas a pensar con calma en tu decisión es un acto de respeto hacia ti mismo. No se trata de apresurarte, sino de darte el tiempo de elegir con consciencia, porque el tiempo que inviertes en tu voto es una inversión en tu propio futuro.
También te invita a cuidar lo que alimenta tu mente. Selecciona con atención la información que consumes antes de votar. Una mente serena, libre de ruido y desinformación, es tu mejor guía para tomar una decisión clara y propia. Cada mensaje que lees, cada conversación que sostienes moldea tu percepción del país; por eso, antes de votar, elige la verdad como el alimento más digno para tu pensamiento.
Cuando llegue el día de la elección y las emociones quieran dominarte, recuerda la importancia de respirar antes de reaccionar. Dominar tus propias emociones es una forma de libertad, porque un pueblo que se controla a sí mismo no puede ser controlado por nadie más. La serenidad no es debilidad, es fuerza interior. Es la madurez de quien no deja que la rabia, el miedo o el ruido que nos dan dicten tu destino.
Acepta la realidad tal como es y concéntrate en lo que sí puedes controlar: tu intención de votar con serenidad. No necesitas condiciones perfectas para hacer lo correcto; puede haber muchos problemas ese día de la elección, pero solo necesitas la voluntad de actuar con calma y virtud. Las elecciones no son un campo de guerra, sino una oportunidad de encuentro con lo que crees, con lo que sueñas y con lo que estás dispuesto a defender.
Y si alguna vez has sentido que tu voto no cambia nada, recuerda que toda transformación comienza con una decisión individual. El cambio no se impone desde arriba: se construye desde adentro, desde la conciencia de cada ciudadano que decide participar, aunque el sistema parezca imperfecto y el Consejo Nacional Electoral débil. Un voto sereno, nacido de la reflexión y no del enojo, tiene más poder que mil gritos en el vacío.
En última instancia, esta voz te recuerda que no se trata solo de elegir al mejor candidato, sino de ser el mejor ciudadano posible al momento de elegir. Porque cuando votas con calma, con una mente clara y con estos principios atemporales, estás ejerciendo tu libertad más profunda. Esa es la voz que no se compra, no se manipula y no se calla: la voz de tu conciencia, la voz de tu voto.








