La verdad completa

Julio Raudales

No es justo querer matar al mensajero. Es mejor esperar a que termine de entregar la noticia, sea esta buena o mala, que ese es su deber.

El INE, ente rector del sistema estadístico nacional estuvo bajo ataque la última semana. El problema es que, como sucede con todo el tinglado organizacional público, el ente no es percibido como independiente. Como recibe fondos del presupuesto y su director es nombrado por el ejecutivo, la gente supone que obedece los designios del presidente o presidenta. No es así, o al menos no debería.

El asunto es que el martes pasado, los del INE anunciaron con bastante mas estrépito del aconsejable, que el porcentaje de hogares debajo de la línea de la pobreza se redujo en 9 puntos en los últimos 2 años. Esto, así lo interpretó la gente, equivale a decir que, en lo que va de la actual administración, mas de 160 mil hogares han salido de esa terrible condición.

La opinión pública, sobre todo las redes sociales y los medios de comunicación afines a la oposición política, no tardaron en disparar sus misiles en contra del director del Instituto, el respetado académico Eugenio Sosa, a quien incluso solicitaban la renuncia.

El documento de análisis entregado a los medios es una rigurosa descripción de lo sucedido. No se requiere ser especialista en la materia para comprenderlo y muestra con datos el por qué de lo descrito. El problema es que en nuestras Honduras, muy poca gente se toma el tiempo de leer antes de opinar.

Desde 1991 en Honduras, la incidencia de la pobreza se mide usando el ingreso disponible como fuente de información de lo que sucede en los hogares. Es decir, desde hace 32 años y exceptuando únicamente el año 2000 debido a que no había quien lo hiciera y el 2020 por a la pandemia, se levanta sistemáticamente una encuesta entre los hogares, con la que se explora de forma sintética, la naturaleza de sus condiciones de vida.

Al mismo tiempo, el Banco Central y el INE levantaron por última vez en 1999, un estudio con el que determinan el valor de una canasta básica que permite medir los requerimientos calóricos mínimos que los hondureños necesitamos para trabajar o estudiar en condiciones adecuadas. El dicho estudio esta bastante desactualizado es cierto, pero digamos que es lo único con lo que contamos hasta el momento. En la actualidad, ambos organismos están imbuidos en la actualización del mismo.

Con estos dos instrumentos es posible hacer cada año un cálculo somero del nivel de vida de los hogares en nuestro país. En términos muy simples, se calcula el valor de la canasta básica, se estima el ingreso monetario general de los hogares y con ello se deduce cuantos logran suficientes recursos para proveer a su familia del nivel mínimo de bienes y servicios. Aquellos que no lo obtienen son considerados pobres o pobres extremos, en caso de que no puedan obtener un ingreso equivalente al de la canasta alimentaria.

Lo que nos dijo el INE en su publicación, es que en 2019, justo antes de la pandemia, un 59.3% de los hogares hondureños no podían adquirir los recursos monetarios para comprar la canasta. Debido al encierro de los dos años posteriores, los ingresos de la gente cayeron de forma abrupta y, por ende, el porcentaje de pobreza subió a 73.6%, es decir, casi 15 puntos porcentuales. Eso hizo que se dispararan de manera aguda todos los indicadores sociales relativos al bienestar.

Lo que quizás faltó explicar, es que luego, cuando finalmente se eliminaron las restricciones y la gente pudo salir a rebuscarse la vida, de forma paulatina fueron aumentando sus ingresos y con ello han ido recuperando su condición previa.

La mala noticia es que no hemos retornado siquiera a la situación previa a la COVID, que no era buena. Hay que recordar que en 2019, con casi 60% de hogares en pobreza y 53% en indigencia, ya éramos el país mas pobre de Latinoamérica.

La verdad completa es que podríamos estar mejor si realmente se hicieran esfuerzos serios para que las familias tengan mas posibilidades de incrementar sus ingresos. Esto no se hace con bonos y subsidios. Ningún país sale así de la pobreza. La respuesta son los incentivos para que todas y todos desarrollemos al máximo nuestras capacidades. Mientras esto no cambie, seguiremos así, empobrecidos y aumentando nuestras frustraciones.

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