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La segunda vuelta y el dinero del pueblo

Pedro Gómez Nieto

En “El timo del balotaje”, artículo de enero 2019, argumenté que la segunda vuelta no perjudica al Partido Nacional. Entonces la oposición decía que con el balotaje era imposible que el nacionalismo volviese a ganar las elecciones, ahora sostienen lo contrario, que el Partido Nacional necesita de la segunda vuelta para mantener sus opciones. Dice el diputado David Reyes (Pinu-SD): “En estos momentos ganarle una elección al Partido Nacional es como pegarle a un bolo”. Fanfarronada despectiva que luego matiza: “Esto se podrá lograr mediante una alianza política de oposición”. Ese discurso ambivalente, contradictorio e injurioso de la oposición los identifica como lo que son: políticos fracasados. Primero, para hacer alianzas partidarias no se precisa segunda vuelta. Segundo, si para ganarle al “bolo” del Partido Nacional necesitan alianzas muestran a los correligionarios su ineptitud e incapacidad, falta de liderazgo.

Lo apasionante del lenguaje político es que hoy se puede decir una cosa y mañana demostrar que se dijo lo contrario. El prócer “nefelibata” siempre juró que no pretendía liderar una alianza de oposición, pero ya se quitó el maquillaje: “Me considero el líder de la oposición porque tengo el apoyo de un millón de electores que me dieron su voto”. Millón contado uno a uno desde Matrix. Corrupto ideológico, mercenario que vendiera su ideario al socialismo chavista a cambio de la banda presidencial. Tiene una denuncia interpuesta ante el Tribunal Superior de Cuentas por las autoridades del PAC para que se investigue el destino de 16,637,451.22 millones de lempiras procedentes de la deuda política, dinero sobre el que tampoco existe información en el IAIP. ¿Dónde está el dinero? #Honduras lo exige.

El prócer “honesto”, muestra descoco enarbolando la bandera de la moralidad mientras en los juzgados tiene pendientes dos asuntos relacionados con dinero. El primero el reclamo de su madre por haberle impugnado el testamento de sus bienes; el segundo por estafa, denuncia promovida por un particular por la supuesta irregular venta millonaria de terrenos en Santa Lucia. ¿Dónde está el dinero? #Honduras lo exige.

El prócer “converso”, exliberal que cambió de ideología embelesado por el canto de sirenas del socialismo del siglo XXI, el último año de su presidencia no presentó el presupuesto de la República al Congreso Nacional, evitando se conocieran las necesidades que demandaba su Asamblea Constituyente disfrazada de Cuarta Urna. En la retina las imágenes del “carretillazo” y del ministro de Seguridad -testigo protegido-, denunciando la orden recibida para trasladar desde el Banco Central al despacho del ministro de la Presidencia una millonaria partida presupuestaria destinada a equipamiento para la Policía Nacional. Además, ¿qué pasó con los miles de millones de la condonación de la deuda para la reducción de la pobreza? ¿Dónde están esas cuentas? ¿Dónde está su ministro? ¿Dónde está el dinero? #Honduras lo exige.

La sociedad está cansada de convivir con delincuentes que impunemente tienen empobrecido al país. Exigen de sus autoridades que respondan a la pregunta y procedan contra TODOS los corruptos o dimitan. Son el peor virus que soporta una sociedad para desarrollarse. Delincuentes de cualquier partido político que utilizan el cargo para sus fechorías coludidos con empresarios. La vacuna más efectiva es el confinamiento en una celda, donde la única voz que escuchen sea la de sus conciencias. Que cada día de cárcel se les convierta en mes, y cada mes en año, hasta que cumplan la pena y restituyan lo robado mediante el decomiso de sus bienes. 

Los defensores del balotaje aseguran que legitima al ganador, no es cierto. Legítimo es aquello establecido conforme a ley. El que gana legalmente ostenta siempre legitimidad y credibilidad. Otra cosa es la representatividad según el porcentaje obtenido, pero eso depende de la afluencia del electorado a las urnas, reflejo del compromiso de la sociedad con su democracia. El balotaje reduce aún más ese porcentaje por cansancio, desmotivación y falta de moralidad. Reflexionemos: a una vuelta el elector vota por su candidato partidario, en la segunda vota por el candidato impuesto. Para el balotaje ya no cuentan ideologías, programas ni propuestas, el aspirante renuncia a promesas electorales forzado a ceder cuotas de poder a sus adversarios, a cambio de apoyo y votos. ¿Dónde la motivación y moralidad en ese mercadeo?

“Las elecciones, a veces, son la venganza del ciudadano. La papeleta es un puñal de papel”.  -David Lloyd George-

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