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La Mosquitia, cultura viva que llega al bicentenario asediada y en el olvido

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Tegucigalpa (Especial Proceso Digital) – En el marco del bicentenario, en la apartada selva de La Mosquitia, en el caribe hondureño, yace una de las pocas culturas vivas indígenas del país, donde descansa el principal pulmón ambiental de Honduras y también la reserva de la biosfera del Río Plátano, no obstante, pese a la riqueza natural y cultural que encierra, esta región sigue aislada, discriminada y asediada por los grupos que buscan controlar su riqueza.

La población misquita es una de las ocho etnias que conforman el país. Los misquitos se concentran en el caribe hondureño, en la selva del departamento de Gracias a Dios, conocido también como La Mosquitia.  En esa región también moran garífunas,  pech y  tawahkas.

Gracias a Dios fue establecido oficialmente como departamento el 21 de febrero de 1957 y es el segundo departamento con mayor extensión territorial del país. Cuenta con una superficie de 15,876 kilómetros cuadrados y se divide en seis municipios: Puerto Lempira, la cabecera, Brus Laguna, Juan Francisco Bulnes, Ahuas, Wanpusirpi y Villeda Morales.

El medio de transporte entre las comunidades misquitas es  muy difícil, la movilización es por ríos

El medio de transporte entre las comunidades misquitas es a través de canoas o pipantes, la movilización es por ríos, a veces, se camina por las playas, pero solo entre las comunidades más cercanas.

La región de la Mosquitia, a la cual se puede acceder solo por aire o mar, posee una riqueza natural impresionante, pues encierra un ecosistema tropical de vital importancia para los recursos marinos y costeros, además de contar con playa vírgenes de arena blanca que engalanan la zona. La Mosquitia también es poseedora de caudalosos ríos y manglares. Es una zona donde la civilización aún no termina de descubrir todo lo que encierra.

Los misterios de la Mosquitia

La Mosquitia posee un ecosistema acuático y terrestre compuesto de lagunas de agua salina y dulce, ríos, criques.

En la Mosquitia se encuentra el más grande bosque lluvioso de América Central y el estudio de su pueblo, sigue siendo un misterio, detalla National Geographic, al abordar el hallazgo en esta zona de la “Ciudad Blanca” o “la Ciudad del Dios Mono”, una leyenda, que empieza a ser desmitificada con los estudios de los científicos, los hallazgos, entre ellos, las esculturas encontradas en el corazón misquito, rodeado de una vegetación exuberante donde acechan los animales salvajes, reptiles venenosos y otros misterios por descubrir.


Con una población estimada en más de 106 mil habitantes, la mayoría de sus habitantes son jóvenes y la cabecera, Puerto Lempira, concentra más de la mitad de los habitantes de ese departamento.

La Mosquitia posee un ecosistema acuático y terrestre compuesto de lagunas de agua salina y dulce, ríos, criques, bosque de galería, pantanos de manglares, sabanas de pino y humedales costeros. Y en estos microambientes, los pueblos origionarios cazan y pescan una fauna variada, principalmente, tortuga, camarón, manatí, tapir, venado, pecarí, iguana, pavo silvestre pato moscovey y una amplia variedad de peces de agua dulce y salina.

Su lejanía con tierra firme, le ha permitido mantener intactas muchas de sus tradiciones, siendo una de las pocas culturas vivas con las que cuenta el país. 

Los misquitos son propios del mestizaje entre europeos, africanos y nativos. Esa diversidad de origen les hace poseedores de un amplio abanico de costumbres y tradiciones.

En la región de la Mosquitia coexisten misquitos, pech,  tawahkas y garífunas. Los primeros se ubican en todo el departamento; los pech al oeste del municipio de Wampusirpi, los tawahkas comparten la zona y van un poco más allá que los pech que son un pueblo numéricamente disminuido y la población garífuna (muy pequeña) en el municipio de Juan Francisco Bulnes. Así lo establece un informe sobre el contexto misquito realizado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de Naciones Unidas.

El origen del nombre de los misquitos se cree que proviene de la palabra miskut-upla (jefe tribunal de la población tawiras) y que en forma sintetizada se lee miskitu que significa la gente de miskut.

En la cultura misquita, la presencia de los misioneros moravas ha sido muy significativa y refleja el papel de la religión en la creación de paisajes étnicos, los procesos históricos y culturales que han tenido lugar en el desarrollo de una región cultural protestante dentro de una Centroamérica Católica, así como los paisajes culturales pueden ser utilizados por los pueblos indígenas para documentar el reclamo de sus tierras ancestrales.

El libro, La influencia morava muestra cuando los misioneros moravos llegaron a la Costa de La Mosquitia, en 1849, para lograr la conversión de los indígenas emplearon una estrategia basada en tres pilares: proselitismo, asistencia médica y educación.  Foto Editorial Guaymuras.

De acuerdo con el escritor Benjamin F. Tillman, en su libro, La influencia morava en el paisaje de la Mosquitia hondureña, el 14 de marzo de 1849, una pareja de alemanes navegó la laguna de Bluefields, Nicaragua. A diferencia de otros europeos de la época, no arribaron a la costa caribe de Centroamérica en busca de riquezas. En su calidad de misioneros moravos, los primeros en la región llegaron con el propósito de difundir la palabra.

Este esfuerzo misionero inició con el patrocinio y aliento de líderes alemanes que querían establecer una colonia en la costa de La Mosquitia, relata Tillman en su libro, editado e impreso por la editorial Guaymuras, al destacar que, si bien el esquema colonizador no se materializó, los misioneros tuvieron éxito al poner en práctica una estrategia sostenida por tres pilares: proselitismo, asistencia médica y educación.

Como resultado de este esfuerzo moravo, la costa de La Mosquitia, en el este de Honduras y Nicaragua, es una de las regiones más extensas de América Latina en donde la mayor parte de la población es protestante.

Una marginación ancestral

La mayoría de las comunidades de La Mosquitia no tiene acceso a energía eléctrica, y la radio. Foto PNUD Honduras.

No obstante, la riqueza cultural que posee La Mosquitia, doscientos años después, la marginación es evidente, las carencias a los servicios de salud y educación son palpables, y el pueblo sigue reclamando el derecho a servicios básicos y desarrollo sostenible con dignidad.

De acuerdo con el informe de la OIM, denominado “Análisis del contexto misquito en torno a las condiciones de vida, la discriminación, estigma y xenofobia”, el contexto de la pandemia ha venido a evidenciar aún más las carencias del pueblo misquito, y así lo constatan algunos de los testimonios recogidos para su informe.

Para el caso, en materia de educación en pandemia, se indica que solo se están brindando dos días de clases presenciales a la semana, generando como resultado que los padres no envíen a sus hijos a las escuelas y que algunos de los maestros muestren interés por la falta de seguimiento y monitoreo de la asistencia en los centros educativos. Y en salud, las necesidades también son grandes y frente al coronavirus la población misquita ha optado por hacer uso de la medicina natural, ante la falta de espacio en el único hospital regional, además de considerar que los centros de salud no otorgan soluciones y se corre el riesgo de muerte, detalla la investigación de la OIM.

Representación indígena de La Mosquitia para lograr una comunicación fluida entre las etnias indígenas de La Mosquitia, y los órganos estatales. 

A estos problemas ancestrales, se suman el del empleo y ahora el conflicto por la propiedad de los territorios, pues pese a existir una legislación que protege a los pueblos originarios, en la práctica eso no sucede y ya se han presentado conflictos por tierras. La riqueza de La Mosquitia ha llevado a grupos de colonos externos a desplazarse a esa zona para extender la ganadería extensiva, propiciar la deforestación en la biosfera del río plátano, al grado que ha concitado el interés también de los grupos paralelos de poder como el narcotráfico para sus actividades ilícitas.

Una apuesta por el “zukia”

Grupos indígenas de la región de La Mosquitia de Honduras denunciaron los severos daños que le están causando extraños a la Biosfera del Río Plátano, patrimonio de la humanidad, con la construcción de carreteras y pistas de aterrizaje, que se han incrementado durante la pandemia.

En La Mosquitia, según el informe de OIM, se identifican ya desplazamientos forzados en comunidades debido a los conflictos de tierras, forzados a salir de sus tierras ancestrales, agudizando así su sistema de precariedad.

La Mosquitia enfrenta actualmente la polémica por la construcción de lo que se considera una ilegal carretera con fines de narcotráfico, según las autoridades dedicadas a investigar este ilícito, pero ello es negado por algunos pobladores de la zona que alegan la necesidad de contar con un mecanismo que les una a tierra firme. Pero ella está causando la destrucción de importantes zonas de la biosfera del Río Plátano, declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad.

Construcción de la carretera entre Krausirpi y Wampusirpi en la Biosfera del Río Plátano.

En el bicentenario, la región de La Mosquitia cobra fuerza, una, por mantener viva sus culturas y tradiciones, y otra, por despertar el interés de colonos criollos por promover el avance de la ganadería extensiva de la mano de la deforestación del bosque, a la cual se suma, el interés del crimen organizado por montar su reinado de operaciones en impunidad.

En la cosmovisión misquita, la población confía en que el sukia (intermediario entre las personas y los poderes sobrenaturales) protegerá a las comunidades de los malos espíritus y de curar sus enfermedades, entre otras facultades que atribuyen a los descendientes de sus ancestros, los misquitos. Es la creencia de una cultura viva que empieza a ser depredada por la ambición del hombre en búsqueda de poder y riqueza.(PD)

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