A lo largo de dos días, la jueza Ketanji Brown Jackson enfrentó casi 24 horas de interrogatorios mayormente hostiles ante el Comité Judicial del Senado de Estados Unidos mientras los miembros del Comité consideraban su designación como candidata para integrar la Corte Suprema del país. La actual jueza del Tribunal Federal de Apelaciones del distrito de Washington D.C., de 51 años, es la primera mujer afroestadounidense en ser nominada al máximo tribunal de Estados Unidos, así como también la primera defensora pública en serlo. Su candidatura es histórica. Pero el hecho de que una mujer negra esté a punto de ser designada para ocupar de por vida uno de los principales cargos de poder de Estados Unidos resultó ser demasiado para algunos miembros de ese comité del Senado. Un pequeño grupo de senadores republicanos difamaron sin tregua a la jueza Jackson. La magistrada permaneció serena en todo momento, respondiendo las preguntas con calma y seguridad.
El lunes, en su declaración de apertura, la jueza Jackson dijo: “Nací en este gran país, hace poco más de 50 años. El Congreso había promulgado dos Leyes de Derechos Civiles en la década anterior y —como tantas otras personas que habían sufrido de primera mano la segregación racial amparada por la ley— mis padres, Johnny y Ellery Brown, dejaron su ciudad natal de Miami, Florida, y se mudaron a Washington, D.C. para experimentar una nueva libertad”.
La jueza Jackson Brown continuó: “Cuando nací aquí, en Washington, mis padres eran docentes de escuela pública. Para expresar el orgullo por sus raíces y la esperanza por el futuro, me dieron un nombre africano, Ketanji Onyika, que, según les dijeron, significa ‘encantadora’”.
Ketanji Brown Jackson asistió a la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard y tuvo una exitosa carrera en el ámbito judicial. Se desempeñó como secretaria de varios jueces federales, entre ellos, el juez de la Corte Suprema Stephen Breyer, a quien reemplazará en el cargo, si es confirmada.
El ataque republicano contra Jackson tuvo tres enfoques principales. El primero de ellos fue su trabajo como defensora pública federal, en particular, como representante de los prisioneros detenidos en la cárcel de Guantánamo. El senador del estado de Arkansas Tom Cotton le preguntó al respecto: “¿Cree que la mayoría de los detenidos en la prisión de la bahía de Guantánamo son terroristas o cree que son inocentes criadores de cabras?”.
La jueza Jackson explicó que la Corte Suprema determinó que incluso los sospechosos de terrorismo tienen derechos.
Baher Azmy, director de asuntos jurídicos del Centro para los Derechos Constitucionales de Estados Unidos, expresó en una entrevista con Democracy Now!: “La jueza Jackson fue una de los cientos de profesionales que se propusieron desafiar este inaudito experimento de índole autoritario de la prisión de Guantánamo. Un experimento que, de hecho, mantuvo detenidos en una isla a prisioneros exclusivamente musulmanes, sin ninguna de las protecciones que garantiza la Ley, y donde fueron sometidos a constantes torturas y detención arbitraria sin el debido proceso. Jackson hace honor a las más altas tradiciones de la profesión jurídica. Los abogados de ese proyecto legal expusieron muchas de las mentiras subyacentes sobre Guantánamo, mentiras sobre la peligrosidad [de los detenidos], sobre el trato humanitario [para con los prisioneros], mentiras sobre la seguridad nacional y el respeto de la ley. Se debería valorizar ese trabajo”.
El segundo blanco de los ataques republicanos estuvo relacionado con la sentencia que la jueza Jackson dictó en un caso de pornografía infantil, en el que la acusan de haber sido demasiado indulgente. El senador del estado de Misuri Josh Hawley —conocido por el saludo con el puño en alto que hizo a los insurrectos del 6 de enero de 2021 cuando estos irrumpían en el Capitolio de Estados Unidos— fue quien inició las hostilidades contra la jueza, que posteriormente continuaron otros senadores, como Ted Cruz y Lindsey Graham. Estas acusaciones fueron ampliamente desacreditadas. Un ex fiscal federal conservador con amplia experiencia en casos de pornografía infantil escribió en la revista de derecha National Review que las acusaciones del senador Hawley eran “injustificadas y rayanas en la demagogia”. Varias organizaciones policiales y grupos de defensa de las víctimas de todo el país han respaldado a la jueza Brown.
El tercer foco de los ataques difamatorios de los senadores republicanos expuso el racismo que hay detrás de su desprecio. El senador Tom Cotton intentó vincular a la magistrada con lo que él denominó “el veneno racista conocido como ‘teoría crítica de la raza’”. Por su parte, la senadora del estado de Tennessee Marsha Blackburn le preguntó a la jueza: “¿Está en su agenda oculta personal incorporar la teoría crítica de la raza a nuestro sistema legal?”. El senador del estado de Texas Ted Cruz agitó una copia de un libro para niños y niñas titulado “Bebé antirracista”, del escritor Ibram X. Kendi, ganador del Premio Nacional del Libro de Estados Unidos en 2016. Con el libro en alto y tergiversando por completo el mensaje de la obra, el senador Cruz le preguntó: “¿Está de acuerdo con este libro en el que se les enseña a los niños que los bebés son racistas?”. El libro está incluido en la currícula de una escuela privada donde Jackson forma parte del consejo directivo, pero en donde ella no tiene ninguna influencia en el plan de estudios.
El senador demócrata Cory Booker, el único afroestadounidense del Comité Judicial del Senado, se dirigió a la jueza Jackson de una manera muy diferente. Muy emocionado, Booker expresó: “No permitiré que nadie en el Senado me quite la alegría [que siento por su nominación]. Veo a mis ancestros y a los suyos. Nadie nos va a robar esta alegría. Usted se ha ganado este puesto. Usted es digna de él”.
El senador Booker invocó a su heroína, Harriet Tubman, una mujer que logró escapar de la esclavitud y se convirtió en una de las guías más valientes y exitosas de la red antiesclavista denominada Ferrocarril Subterráneo. La abolicionista arriesgó muchas veces la seguridad que vivía en los estados del norte e hizo peligrosos viajes de regreso a los estados esclavistas del sur para ayudar a otras personas a escapar. Tubman también lideró soldados durante la Guerra Civil estadounidense y trabajó por el sufragio femenino.
Se desconoce la fecha de nacimiento de Harriet Tubman, pero algunos estiman que nació en marzo de 1822, exactamente 200 años antes de la histórica audiencia de confirmación de la jueza Jackson a la Corte Suprema de Estados Unidos, y poco más de 200 años después de que las primeras personas africanas fueran vendidas como esclavas en América del Norte en 1619. Tras 400 años, el arco del que hablaba Martin Luther King se está inclinando lentamente hacia la justicia.