
En un medio dominado por versiones simplistas de la realidad, lo que impera es la polarización y la disputa estéril.
Las propuestas inteligentes y versadas, el uso elocuente de argumentos basados en la ciencia y el sano deseo por mejorar la problemática imperante, son sustituidos por la descalificación y el insulto, además de la proliferación de estereotipos. El debate público se ha reducido a una confrontación insustancial promovida por mentes llenas de resentimiento y ánimo de venganza. No hay luz, por tanto, no hay adónde ir.
Ha llegado el momento de que todos, especialmente quienes dicen amar este país, hagan un alto y se cuestionen con honestidad si esas actitudes y hechos contribuyen a lograr las aspiraciones de la gente. Y después de la reflexión, se hace indispensable cambiar las acciones para bien.
Despójese usted por un momento de sus atavismos, póngase en los zapatos de aquellas personas a quienes adversa, ya sea ideológicamente, por motivos de religión o incluso de equipo de futbol. Piense lo que esas personas sienten al leer o escuchar los insultos que Usted profiere contra ellas; plantéese un examen riguroso sobre su conducta. Si lo hace de forma honesta, verá que posiblemente ha transitado por caminos poco aconsejables si lo que desea es contribuir a mejorar el bienestar de aquellas personas a quienes ama.
Revisar Facebook, Tik-Tok, los periódicos, revistas, programas de televisión y radio, puede ser a veces, un ejercicio masoquista. De lado y lado, sin piedad ni tregua, oponentes ideológicos, rivales políticos y lo que es peor, personas que alguna vez fueron amigas, familias enteras se confrontan y dispersan gracias al odio incubado.
¿Qué hacía esa gente antes de que apareciera el internet? Seguramente le pegaban una patada al perro o lanzaban una piedra a la ventana del vecino o quizás le daban una paliza al hijo. Mucho odio, demasiado. ¿De dónde viene?
Gracias a las lecciones del psicoanálisis, sabemos que el odio es el hermano menor del miedo, pues es justamente el miedo quien precede al odio. Detrás de cada odio hay, inevitablemente, un miedo. Así nos explicamos que cuando la mayoría de los habitantes de una nación, incluyendo a sus gobernantes, han sido dominados por el miedo, pueden cometer las más increíbles atrocidades. La historia está llena de ejemplos. Algunos demasiado cercanos, demasiado recientes.
Sigmund Freud escribió en uno de sus tratados más célebres “Las pulsiones y sus destinos”, que el odio precede al amor, aunque el miedo precede a ambos. Pero mientras el amor es la superación del miedo, el odio es su continuación bajo otras formas.
A través del odio intentamos destruir “al otro” o “a lo otro”, es decir, a eso que supuestamente no nos deja ser lo que deseamos ser. En ese sentido tanto el miedo como el odio serían reacciones naturales frente a peligros externos o imaginarios. Está de más decir que la política provee un espacio muy apto para servir de campo de proyección a los deseos de odio y amor que anidan en el fondo de cada ser.
A estas alturas del siglo XXI, con tantos desafíos tecnológicos y limitantes políticas para superarlos, es prioritario hacer escalar el debate y, aunque muchos lo nieguen, no habrá posibilidad de desarrollo sin el protagonismo de las ideas, pero de aquellas que surjan de la visión pragmática y eficiente de la ciencia, más que de los prejuicios ideológicos y de los descalificativos. ¡Hay que instar a las universidades y centros de pensamiento a promover ideas innovadoras, más allá de la crítica! Pero las autoridades deben también abrir sus oídos a dichas propuestas.
El ejercicio del poder implica una mezcla equilibrada de coerción y persuasión, fuerza y consentimiento, autoridad y hegemonía. Esta última supone una relación de dominio no por medios forzosos, sino a través del consentimiento ganado con recursos políticos e ideas claras y convincentes, basadas principalmente en la apertura cultural y la inclusión de todos y todas.
Solo eso, las ideas claras, inteligentes, comprometidas y honestas podrán sacarnos del subdesarrollo. ¡Ojalá y los dos señores y la señora que pretenden el poder se den cuenta de ello antes de noviembre y se pongan a trabajar rápidamente al respecto!