Desde enero de 2008, unos 120 diarios han tenido que cerrar y cerca de 21,000 periodistas se han quedado sin trabajo. El “Christian Science Monitor”, de Boston, imprimió su último ejemplar en papel el mes pasado y ahora solo se edita en internet. “The Seattle Post-Intelligencer” ha apagado para siempre sus rotativas después de 146 años y pretende sobrevivir con una versión muy limitada en internet.
Los medios estadounidenses escritos han venido perdiendo lectores desde hace varios años por la presencia en internet de información al instante y gratis. Y sobre todo, por la creciente pérdida de ingresos publicitarios, un 25 por ciento en los dos últimos años.
A esto hay que añadir la deuda acumulada de muchas cadenas periodísticas que hace unos cuatro años se dedicaron a acumular cabeceras. El “Tribune Company”, dueño de diarios tan importantes en este país como “Los Angeles Times” y “The Chicago Tribune”, se declaró en bancarrota en diciembre pasado, por el peso de su deuda corporativa.
Muchas ciudades importantes se quedarán tal vez con un solo diario o posiblemente sin ninguno.
Mi diario local es “The Miami Herald” y “El Nuevo Herald”, cuyas ediciones en papel sigo recibiendo cada mañana en mi casa, a pesar que no espero que me den información importante, porque esa ya la he recibido por internet la noche anterior y la misma mañana antes que un repartidor tire el paquete de los dos periódicos en mi puerta.
Me gusta desayunar leyendo y manoseando esas ediciones en papel. Lo que busco, y que no me da internet, es la información local, los análisis políticos, las columnas de opinión, la caricatura política, las cartas de los lectores y los reportajes de investigación. Y esa copia leída, pasa a otros miembros de la familia.
La internet, que duda cabe, ha trastocado los hábitos de los lectores. Por la diferencia horaria de seis horas con Europa, yo puedo leer las portadas de los diarios españoles “El Mundo” (www.elmundo.es) y “El Pais” (www.elpais.es) antes que los propios madrileños se despierten. Y lo mismo con “The Times” (www.thetimesonline.co.uk), mucho antes que salga a la calle en Londres.
A pesar de mi avidez por internet, seguiré apoyando a mi periódico local, especialmente cuando el otro día vi en una cafetería a un colega periodista con una camiseta con el lema: “Save a journalist, buy a newspaper”, algo así como “Salve a un periodista, compre un periódico”.