Por: Julio Raudales
La historia de la humanidad es la de unos monos que no solo tienen ideas, sino que, además, inventan formas de ponerlas en práctica, transmitirlas y almacenarlas.
Esto es crucial, ya que nos diferencia del resto de los animales y nos ha llevado, para bien o para mal, a convertirnos en los dueños del planeta.
Ya podrán ustedes imaginar la cantidad de vicisitudes que en los mas de 2 millones de años que han transcurrido desde que al primer homínido decidiera ponerse de pie y con ello empezar a forjar pequeños cambios fisiológicos que le han permitido, mediante el uso de sus manos, hacer realidad las ideas que surgen de su mente.
Terremotos, erupciones, inundaciones, pestes y tantos fenómenos han intentado sin querer -o por mandato natural- acabar con la especie, cómo lo han hecho con otras, pero sapiens siempre salió victorioso de cualquier amenaza mediante el uso de esas pequeñas células que, haciendo sinapsis, han procurado, no solo su sobrevivencia, también su enseñoramiento.
Pero nunca la humanidad había progresado tanto debido al uso de las ideas como en los últimos 2 siglos. Así lo auguró Karl Popper pocos años antes de morir: “Nunca la humanidad en toda su historia había tenido tantas buenas expectativas de cara al futuro”.
Y tenía razón: la pobreza mundial de entonces acá se ha reducido del 97% de la población en 1800, al 33% en el año 2000. La expectativa de vida al nacer pasó de 42 a 82 años, las enfermedades, fenómenos naturales e incluso las guerras y amenazas de conflagración matan mucho menos gente ahora que antaño. No cabe duda de que las ideas, su buen manejo y expansión, constituyen el motor que fortalece el bienestar humano de cara al futuro.
Entonces, si lo que determina la riqueza de una sociedad y el nivel de bienestar de sus ciudadanos es la cantidad de ideas a la que éstos tienen acceso, ¿Por qué hay países pobres y países ricos? Dicho de otra forma, si las ideas que se utilizan en una parte del planeta también pueden ser usadas en el resto del mundo, ¿Por qué no podemos todos gozar de la misma prosperidad?
La respuesta es que, el hecho de que las ideas estén disponibles para la gente, no toda la gente puede usarlas. A lo largo de la historia, ha habido países (todavía los hay), que cortan la conectividad de sus súbitos con la creatividad, ya sea por motivos políticos o por ignorancia de sus líderes.
Cómo sea, limitar la expansión de las ideas implica eliminar el acceso de respuestas a los problemas de la gente. Ya en la edad media, la iglesia hizo un gran esfuerzo para impedir que los pensadores y científicos reflexionaran sobre las leyes de la naturaleza que habían descubierto los griegos y chinos y que contradecían su doctrina. Pero sucede ahora en muchos países islámicos y en otros que viven aun atrapados en la vorágine de una ideología o la barbarie de la corrupción de líderes autoritarios y corruptos.
Desde hace algunos años, un grupo de científicos está empeñado en desarrollar una serie de argumentos que faciliten a los políticos comprometidos con el desarrollo de sus países, el impulso de las ideas como medio fundamental para el crecimiento. Están convencidos de que, si se generan los incentivos adecuados y el acceso a información necesaria, la gente podrá utilizar su creatividad para fomentar el desarrollo por si misma.
En algunas partes se le llama a este esfuerzo “Economía Naranja”, un término acuñado por el economista colombiano Felipe Buitrago y el actual presidente de ese país Iván Duque. Su idea es proporcionar a los países, una caja de herramientas de política que estimule la creatividad de la gente, tanto en materia cultural como en el uso de las nuevas tecnologías para el desarrollo.
En Honduras se está propulsando la generación de una política que estimule la creatividad de los artistas, cultores y desarrolladores de ideas. El primero en impulsar este esfuerzo fue el Dr. Rodolfo Pastor Fasquelle, quien desde la Secretaría de Cultura impulsó el Programa Conjunto para el Desarrollo de la Cultura, mismo que contó con el apoyo financiero de Naciones Unidas. Fue una gran iniciativa que quedó en el desuso por la estupidez y egoísmo del que hacen gala nuestros políticos.
Valdría la pena retomar algunas de estas ideas si es que se quiere impulsar alguna ley de parte de las autoridades actuales. Me parece que es un buen camino para seguir, pero no debe estar ajeno al conocimiento de nuestras identidades como punto de partida. Ojalá y se tome este consejo.