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«Katrina» cambió la cara a Nueva Orleans y la hizo más «hispana»

Washington – La polémica en torno a los «taco trucks» -las camionetas que venden comida mexicana en las calles- y el aumento de los delitos contra los inmigrantes latinoamericanos en Nueva Orleans son fruto de los cambios demográficos que el huracán «Katrina» dejó en Luisiana.
 

Para algunos, como los responsables de la Diócesis Católica de Nueva Orleans, la inmigración de miles de latinoamericanos al sur de Luisiana en los dos años siguientes al huracán «ha sido una bendición».

Pero la polémica en torno a los «taco trucks», que en vez de perritos calientes venden tacos mexicanos en las calles, el aumento de los delitos contra los inmigrantes y las quejas de algunos grupos negros muestran que los cambios demográficos son tan turbulentos como la tormenta de agosto de 2005.

El torbellino del «Katrina», que volcó sobre Nueva Orleans las aguas del lago Pontchartrain, dispersó a casi un millón de personas por el área de Baton Roge, la capital estatal, y por el vecino estado de Texas.

Como contrapartida, junto con los primeros refugiados que retornaron a su ciudad anegada comenzaron a llegar los inmigrantes hispanos atraídos por los trabajos de construcción y limpieza.

Nadie sabe con certeza cuántos son, pero «la llegada de los latinoamericanos ha sido una tremenda bendición para esta ciudad», dijo a Efe en conversación telefónica el sacerdote William Maestri, portavoz de la diócesis de Nueva Orleans.

«Los latinos han estado en primera línea de recuperación, son trabajadores», añadió.

Según la directora ejecutiva de la Cámara Hispana de Comercio, Darlene Kattan, «hay muchos más negocios hispanos en la ciudad, donde siempre hubo una fuerte comunidad hondureña y ahora también se ha registrado un flujo de brasileños».

La multiplicación de pequeños negocios hispanos causó una polémica en la ciudad, y recientemente el distrito de Jefferson prohibió los «taco trucks», las camionetas que ofrecen a los trabajadores latinoamericanos sus comidas típicas.

Las autoridades consideraron que esas ventas ambulantes «afeaban» el paisaje y no cumplían con las normas sanitarios obligatorias. Los comerciantes establecidos en la zona, se quejaron de que los «taco-trucks» eran una competencia desleal.

«Es triste que eso ocurra», comentó Maestri. «Los latinos llegan aquí a trabajar, no vienen en busca de asistencia social. Si emprenden un negocio, es una pena que las autoridades se lo impidan».

Pero es que las comunidades negras especialmente en el Distrito Nueve, que fueron las más afectadas por la inundación y las menos atendidas por las autoridades en los días siguientes al huracán, consideran esa inmigración como otro golpe casi mortal.

El periódico de internet CreoleFolks, por ejemplo, se refiere a la llegada de 150.000 latinos como una «invasión». Otros portavoces sostienen que mientras nadie se ocupa de 200.000 negros y 50.000 blancos pobres damnificados por el «Katrina», las autoridades toleran la presencia de indocumentados que, a su juicio, traen enfermedades y trabajan por salarios miserables.

Lo que está claro, según Allison Plyer, del Centro de Datos del Gran Nueva Orleans, es que el panorama demográfico de la ciudad ha cambiado en los últimos dos años: la disminución de la población de blancos y negros se ha compensado con el aumento de los residentes hispanos.

Esto se refleja, por ejemplo, en las matrículas de las escuelas públicas donde ha habido una disminución del 4 por ciento en los estudiantes negros y un incremento del 6 por ciento de los hispanos.


«En la parroquia (distrito) Jefferson, por ejemplo, ha habido un incremento del 60 por ciento de los estudiantes que tienen conocimiento limitado del inglés», añadió.

A mediados de agosto el Departamento de Policía de Nueva Orleans divulgó un informe que muestra un incremento de los delitos en general, pero en particular de los crímenes contra los inmigrantes que carecen de conocimientos y, en algunos casos, de documentos, y por eso temen a la policía.

El informe mostró que han aumentado los robos a mano armada cometidos contra los trabajadores hispanos que, porque no tienen cuentas bancarias, guardan en efectivo el dinero que ganan en la construcción o la limpieza.

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