Inquieta el estado mental de Putin: Un obsesivo desconfiado al alcance del botón nuclear

Análisis de Alberto García Marrder-Especial para ”Proceso Digital”.

Los gobiernos de Estados Unidos y de Europa Occidental están urgiendo a sus servicios de inteligencia que actualicen sus informes sobre el estado mental del líder ruso, Vladimir Putin.

Y lo quieren de ahora, tras la invasión rusa a Ucrania, y no los antiguos de hace apenas dos o tres meses que lo calificaban de “pragmático”.

Esencialmente, quieren saber si Putin (furioso por las masivas sanciones de Occidente y la fuerte resistencia ucraniana) puede seguir sus aventuras expansionistas por Europa.

O lo peor, si en su paranoia obsesiva autoritativa y narcisista de no ser respetado lo suficiente, puede apretar el botón nuclear y precipitar una Tercera Guerra Mundial.

Madeleine Albright, la ex Secretaria de Estado norteamericana en la época de Bill Clinton, tuvo varios encuentros con Putin en Moscú y esta fue su primera impresión: “Es pequeño, pálido y es una persona fría, casi como un reptil”.

Para describirlo mejor, me ha gustado una breve columna, “El Rugido del León” del portal informativo “El Español” de Madrid:
“Putin lleva las de ganar en su pulso con Occidente, sabedor que su falta de escrúpulos le da una ventaja táctica sobre sus rivales”.

Exacto, no tendrá escrúpulos, pero tiene un enorme resentimiento de que no ha sido tratado bien (especialmente por Estados Unidos y la OTAN). Y en eso tiene cierta razón.

Le inquieta que Rusia esté ahora rodeada, por el oeste, de repúblicas ex soviéticas que ya forman parte de la Alianza Atlántica. Y que sus misiles puedan llagar a Moscú en menos de 15 minutos.

Y le aterrorizaba que la fronteriza y ex soviética Ucrania (que piensa que es parte de la gran madre Rusia) fuera a ser admitida también en la OTAN.

Decidió el solo la invasión a Ucrania sin avisar a su gabinete, ya que no consulta con nadie. Y sus escasos asesores (siempre a 30 metros de distancia) no se atreven a llevarle la contraria por temor a ser exiliados a Siberia.

La cruel invasión rusa a Ucrania va a cumplir ya dos semanas y está estancada por la valiente y heroica resistencia de los ucranianos ante un ejército mil veces superior.

En el campo de batalla, los rusos tienen la superioridad: destruyendo ciudades y matando a miles de civiles. Incluso atacando los corredores humanos de refugiados y violando las treguas temporales de cese al fuego.

Portada diario New York  Times del 7 de marzo con la foto, a cinco columnas, de la tragedia de una familia ucraniana. Un mortero ruso mató a la madre, sus dos hijos menores y sus dos perritos, cerca de Kiev. Es una foto ya histórica que simboliza la tragedia que se vive en Ucrania. (Foto Lynsey Addario-The New York Times).
Tatiana (Tanya) Perebeynos, de 43 años. Intentaban, ella y sus hijos salir de Irpin, una ciudad ucraniana cerca de la capital Kiev,  asediada por las tropas rusas.
Alisa, la hija menor de 9 años.
Miketa, el hijo mayor de 18 años. El padre, Sergei, no estaba en el grupo y luego escribió en las redes sociales: » » Tanya, perdóname, no os protegí».
Los dos perritos Yorkshire Terrier también murieron.

Ucrania podría estar perdiendo la guerra militar, pero está ganando la solidaridad mundial, la informativa y la de imagen.

¿De que le va a servir a Putin que la bandera de Rusia ondee pronto en la Plaza de la Independencia en Kiev, la capital de una Ucrania arrasada y destruida por los tanques rusos?

Para entonces, el valiente presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky , podría salir (vivo o muerto) como un héroe y Putin, acusado de ser un “criminal de guerra” ante el Tribunal Internacional de Justicia de la Haya.

Felipe González, el expresidente socialista del gobierno español, dijo en una entrevista con el canal La Sexta de Madrid:
“Putin no tiene límites y acabará arrasando Ucrania” y en su opinión, el líder ruso “se parece más Hitler que a Stalin”.

A eso añado que la diferencia abismal es que Hitler no tenía armas nucleares, Putin sí.

Y esta es la situación actual: agobiado por las severas sanciones económicas de la Unión Europea y de Estados Unidos en represalia por la invasión a Ucrania, se sentirá acorralado, furioso y frustrado.

A eso, se añade el lento progreso de la invasión a Ucrania para “desmilitarizar y desnazificar” a Ucrania, según su versión.

No hay nada peligroso que una fiera acorralada que en un acto de furia y venganza, recurra a un último acto desesperado de pulsar el botón rojo nuclear.

Y ya nadie podría frenar una Tercera Guerra Mundial. Ojalá me equivoque.

He acudido a un experto en neurología de la Universidad Autónoma de Barcelona para que me de una pista sobre la actuación de Putin y he descubierto lo del “Síndrome de Hubris”:
“Es un trastorno psiquiátrico adquirido y caracterizado por la soberbia, arrogancia y prepotencia. Lo desencadena el poder y lo potencia el éxito”, escribe el Dr. J. Gonzalez-García. Esos síntomas recuerdan el temperamento de Putin.

¿Quién puede poner fin a esta guerra de Ucrania? El prestigioso columnista Thomas L. Friedman (tres veces Premio Pulitzer) , escribe en el diario “The New York Times” un impactante artículo de opinión y sugiere que solo China puede hacerlo.

“Si China anunciara que en vez de permanecer neutral, se unía al boicot económico de Rusia o que simplemente condena la invasión rusa y pide su retirada de Ucrania, Putin le haría caso.”

Friedman menciona que a Pekín le interesa una estabilidad global para seguir creciendo su economía y le inquieta lo de Ucrania, a pesar que Rusia es un país aliado.

Algo muy importante: esta es la guerra de Putin, no de Rusia.

Pero son los rusos los que han sufrido ahora una derrota moral.

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