Tegucigalpa – El cardenal de Honduras, Óscar Andrés Rodríguez, reflexionó este domingo sobre una serie de temas entre ellos la violencia y señaló que los hondureños ya no quieren vivir en su país ya que aquí se mata constantemente.
“Nuestros conciudadanos hondureños ya no quieren estar en su país porque aquí se mata contantemente”, expresó el arzobispo de Tegucigalpa durante la homilía dominical.
No obstante, también reprochó la guerra en Ucrania, la venta de drogas y la pobreza en el mundo.
“Todo es pecado del mundo, pero pensemos también cuántas veces las hostilidades hacen difíciles las relaciones humanas”, caviló.
Todos los abusos, sean de poder o sexuales, esas ambiciones descontroladas del egoísta que quiere siempre más y más aunque sea dinero robado. “Todo hace que no nos miremos como hermanos sino como competidores”, continuó.
Lo anterior destruye las relaciones de comunión y alimenta la desconfianza, la indiferencia, el rencor y el odio.
“El pecado del mundo es en definitiva la ausencia del amor, la indiferencia ante el prójimo, la marginación”, apuntó.
Con base en lo anterior, exhortó a todos los hondureños a preguntarse si ¿hay algo en mí que esté ahogando la vida y la capacidad de amar cada día?
“Jesús es rostro del amor y de la misericordia del Padre hacia todos nosotros, el evangelio de este domingo nos invita a todos a ser testigos que el Hijo de Dios ha venido a sanar nuestros corazones heridos”, externó el religioso.
Concluyó que el único camino que salva es el camino recorrido por Jesús y no las falsas ilusiones prometidas por falsos mesías, liberadores y una sociedad instalada en la mentira.
A continuación Proceso Digital reproduce la lectura del día tomada del Santo evangelio según san Juan (1,29-34):
En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:
«Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel».
Y Juan dio testimonio diciendo:
«He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo:
“Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”.
Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».