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Hogar María Eugenia, solidaridad con “vencedores del tiempo”

Tegucigalpa – La Asociación Cruz Blanca Hondureña, Hogar de Ancianos María Eugenia, cumple este octubre, 75 años de brindar amor, cuidados, abrigo a cientos de ancianos que han pasado por esa noble institución. Son las bodas de diamante de una casa que ha hecho la diferencia con su espíritu solidario que nació con de su creadora, doña Sultana Larach.

– En Honduras se festeja el Día del Adulto Mayor el 1 de octubre en cumplimiento al decreto emitido por la Organización de Naciones Unidas (ONU) en 1990.

Proceso Digital visitó la Asociación Cruz Blanca Honduras, Hogar de Ancianos María Eugenia, ubicado en el barrio Guacerique, en Comayagüela.

En el local se respira tranquilidad y armonía; sus dos plantas, 17 habitaciones, cocina, dos comedores, salas de entretenimiento, dos pabellones, corredores, lavandería y hasta con un huerto son todos espacios que en su conjunto permiten a los mayores disfrutar en la dignidad de los años grandes.

Instalaciones hogar de ancianos

La cotidianidad en la casa, permite a ancianos, una variedad de actividades; conversan entre ellos, con sus protectoras de la fundación, reciben visitas, muchas de personas de buena voluntad. Otros disfrutan de la programación televisiva, toman sus meriendas, leen y contemplan la vida y su tiempo.

La obra, creada hace 75 años por doña Sultana Larach, inspirada en la necesidad de solidaridad y abrigo que tenían los mayores desamparados, un 4 de octubre de 1941, le permitió hacer realidad la creación de una institución para brindarles asistencia social.

Doña Sultana Larach, su fundadora

Sultana LarachLa señora Sultana llegó a Honduras procedente de Palestina, se casó con don Jesús S. Larach, en 1922, en la ciudad de San Pedro Sula, con quien procreó un único hijo, José Cruz Larach (QDDG). Ella fue una mujer que marcó la época que le tocó vivir porque sus ejecutorias siempre estuvieron llenas de protección y apoyo para los menos favorecidos.

Así, el Hogar de Ancianos María Eugenia nace como iniciativa de una mujer altruista que dejó su huella de servicio en Honduras.

Una fuente de solidaridad que se prolonga

Gloria del carmen SánchezActualmente, la plantilla de servidores en el hogar María Eugenia, con amplio sentido de solidaridad, está conformado por nueve personas.

Actualmente la organización cuenta con 32 socias, quienes se reúnen mensualmente para diseñar las líneas de mantenimiento de la obra, además que esas mujeres son las principales aportadoras en favor del hogar, dijo Gloria del Carmen Sánchez, presidenta de la Asociación Cruz Blanca Hondureña.

Para ingresar al hogar, los “vencedores del tiempo” son evaluados medicamente; deben estar mentalmente aptos y su edad mínima debe ser 70 años.

Los familiares de los ancianos, cuando los tienen, también aportan para contribuir al sostenimiento del hogar. Algunos abastecen de medicamentos y otros insumos (pañales e implementos sanitarios) a sus parientes, otros no lo hacen y en esos casos, la institución brinda su auxilio.

“Hay familiares que si nos dan una aportación otros no, hay familiares que si visitan a sus parientes, ellos también son responsables de traerles sus medicinas y pañales. Los que no cuentan con los recursos pues nosotros nos hacemos responsables”, detalló la presidenta Sánchez.

Destacó que a lo largo de su funcionamiento el hogar ha contado con el apoyo de muchas mujeres dotadas de un amplio sentido humanitario.

Para Gloria del Carmen Sánchez, este 2016, marcado por la Iglesia Católica como Año de la Misericordia, es propicio para reafirmar la labor de servicio en el hogar María Eugenia, donde sus socias acuden permanentemente para atender y supervisar la casa que abriga a los ancianos, con los que ellas han establecido una relación casi familiar. “El corazón de los hondureños es muy noble”, acentuó para agradecer a quienes voluntariamente apoyan la obra.

Las contribuciones voluntarias

Sagrario Zelaya RodríguezLa tesorera del hogar, Sagrario Zelaya Rodríguez, señaló que el hogar también se sostiene con el alquiler de una casa y las contribuciones voluntarias e instituciones universitarias, iglesias, empresas, gente particular, algún banco y las socias, al tiempo que exhortó a las personas de buena voluntad a apoyarles.

Detalló que “los gastos son grandes, los compromisos son muchos, hay que pagar nueve personas, dos vigilantes, un médico, enfermera, aseadora, lavandera…”

“Hay muchas personas que llaman y preguntan que pueden traer, el corazón de los hondureños es noble”, expresó Sagrario Zelaya Rodríguez.

Los ancianos tienen opción de poder ir el fin de semana y pasarlo con sus parientes, pero una expresión de lo confortable que se encuentran en el hogar se refleja en que muchos de ellos prefieren quedarse allí que salir a hacer visitas.

La familia de Isabel Enrique

Isabel EnriqueLa administradora del albergue, Isabel Enrique, dijo que tiene 27 años de estar al frente del hogar. Para ella los huéspedes del asilo son una extensión de su familia.

Aseguró que una de las satisfacciones es escuchar a los inquilinos del hogar “prefieren quedarse aquí en vez de salir un fin de semana con sus familiares”.

“Ellos aquí tienen alimentación, techo, se les lava su ropa, y se atienden como si estuvieran en su casa”, indicó.

Comentó que a los ancianos les gusta ver televisión y disfrutar de los partidos de la selección nacional de fútbol.

A la hora de la mesa, la administradora relató que ellos reciben un menú variado y saludable que es muy bien aceptado.

¿Cómo ser socias de la Cruz Blanca?

María Marta Bonilla, secretaria de la organización, hizo un llamado a las personas que deseen formar parte de la Cruz Blanca para que puedan formular la solicitud en la que no hay más requisito que tener compromiso de servicio.

“Solo tiene que ser propuesta por una de las socias y en sesión de junta directiva se acepta, luego es propuesta en la asamblea, y la verdad es que nunca se le ha dicho no a nadie, porque lo que necesitamos es que lo hagan con amor a servir y voluntad”, puntualizó.

Los inquilinos, “vencedores del tiempo”

Guillermo NajarroDon Guillermo Najarro, tiene 80 años, es originario de San Pedro Sula, pero desde los 20 años se vino a vivir a Tegucigalpa, donde se casó y junto a su esposa procrearon cuatro hijos quienes se fueron a vivir a la norteña ciudad.

Dijo a Proceso Digital que tiene dos años de estar en el hogar.

 “Aquí nos dan de comer, nos atienden bien, nos lavan la ropa, nos cambian ropa de cama, no puedo pedir más”, manifestó con una sonrisa en su rostro.

Comentó que sus familiares, principalmente mis sobrinos, lo visitan.

“Yo laboré 35 años en Larach y Compañía, no tenía un sueldo base, sino que me pagaban por comisión, por lo que vendía, y me ganaba al final del mes hasta 800 lempiras y antes eso era un dineral”, comentó.

Agregó que nunca se le olvidará don Emilio Larach (el propietario de su fuente de empleo), a quien calificó como una buena persona, “es un hombre a todo dar como decimos popularmente”.

Un arquitecto de la vida

Don Virgilio ZelayaDon Virgilio Zelaya de 77 años, arquitecto de profesión, también vive en el hogar María Eugenia, él manifestó que cumplirá un año de estar en el hogar en diciembre próximo.

Relató que el estrés lo obligó a albergarse en el hogar ya que sus crisis de salud le generaron recomendaciones médicas que le indicaban la necesidad de buscar un lugar que le brindara tranquilidad. Así, llegó al hogar María Eugenia voluntariamente, escuchar de la institución de la boca de uno de sus hermanos.

“Aquí hago planos, hace poco hice tres para igual número de clientes, eso me ayuda a mantenerme ocupado, animado, nada más que en un sitio que le da tranquilidad”, aseguró.

Relató que tiene la suerte de hablar cinco idiomas, “cuando era niño mi madre murió y a mi padre (Virgilio Zelaya Rubí), lo nombraron embajador en Italia, por eso salí del país y estudié fuera. Aprendí francés, italiano, alemán e inglés,”.

Siguió narrando que “mi padre fue un periodista y diplomático, una calle en el centro de la ciudad lleva su nombre, a veces me preguntan y yo digo con mucho orgullo es el nombre de mi padre. Una calle en la Nueva Morolica también lleva mi nombre porque con un amigo ayudamos a la reconstrucción de ese lugar en el sur del país”, comentó.

Relató que se casó con una ciudadana alemana con quien procreó una hija la cual vive en España, – “aquí en el país tengo dos hijos más, uno que reside en Choluteca y otro aquí en la capital, quien estudia arquitectura”.

Zelaya dijo que trabajó muchos años en la alcaldía de Tegucigalpa y en la Asociación de Municipios de Honduras.

Don José próximo a cumplir 102 años

Don José Manuel Suazo SevillaDon José Manuel Suazo Sevilla está próximo a cumplir 102 años el 2 de noviembre, nació en Danlí, El Paraíso, y desde muy joven se vino a vivir a Tegucigalpa, donde una tía, que tenía una panificadora. Fue ahí donde conoció a su esposa Tomasa Barrientos, con quien vivió 50 años, no tuvo hijos, pero crio a dos como si fueran de él y a quienes identificó como Guillermo y Carlos.

Dijo que él es el mayor de sus seis hermanos, de los cuales solo una está viva y quien es la que lo tiene en el hogar.

Manifestó que enviudó hace 19 años, por lo que quedó al cuido de uno de sus hijos, pero a éste le dio un derrame cerebral, posteriormente él se cayó y se fracturó la clavícula y una pierna, eso hizo que pasara varios meses interno en el Hospital Escuela Universitario.

Indicó que laboró 28 años como albañil, asimismo, ayudó a su esposa con una panadería que instalaron en su vivienda en la colonia San Francisco.

“De los golpes se hacen chichotes, fui tomador bebía mucho, pero conocí a Dios y me compuse, dejé la bebida y me dediqué más a la iglesia”, relató.

Don José tuvo tiempo para pedir a los jóvenes que estudien, que busquen de Dios, que aprovechen el tiempo, “los que buscan lo malo, lo fácil, ellos buscan solo la muerte” reflexionó para poner el cierre a la visita que Proceso Digital realizó por el hogar María Eugenia, un espacio de amor y abrigo que requiere de la solidaridad de los hondureños.

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