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Haití, un país carente de todo, se clasifica para el Mundial de 2026

Puerto Príncipe – Haití, un país sin estadio de fútbol, sin campeonato nacional durante varios años, sin competiciones interescolares e interjuveniles, logró clasificarse para la Copa del Mundo de 2026 en un contexto marcado por el terror de las bandas armadas que han destruido lo poco que quedaba en términos de vida deportiva en este país apasionado por el fútbol.

La selección haitiana de fútbol logró el martes su segunda clasificación a un mundial tras vencer a la de Nicaragua por 2-0 en la última jornada del Grupo C de las eliminatorias.

El equipo dirigido por el francés Sébastien Migné jugará la Copa del Mundo por segunda vez en su historia tras su única participación, en Alemania 1974, en la que quedó eliminada en la primera ronda.

Estas son algunas de las claves sobre la situación deportiva en este deprimido país, sumido desde hace años en una crisis multidimensional, agravada por la violencia impuesta por las bandas, que desde principios de 2022 ha dejado más de 16.000 muertos, de acuerdo con la información oficial.

El exilio como salvación 

Debido a la violencia de las bandas armadas, la práctica del fútbol está paralizada en la región de Puerto Príncipe, donde las escuelas de fútbol están cerradas y los campos de fútbol abandonados, imposibilitando el surgimiento de nuevos talentos.

Ante esta realidad, el exilio constituye el principal refuerzo para el deporte haitiano. Así, la selección nacional está compuesta por jugadores que evolucionan en ligas mayoritariamente europeas, pero también por jugadores que ni siquiera recuerdan la última vez que estuvieron en Haití.

En este contexto, Haití se ve obligado a disputar todos sus partidos internacionales fuera de sus fronteras, utilizando campos de clubes y selecciones nacionales, hasta el punto de tener un seleccionador nacional que nunca ha pisado suelo haitiano.

Tras la clasificación al Mundial 2026, la tristeza se ha apoderado de los aficionados de fútbol por el hecho de no poder ver a sus jugadores después de la victoria, un acontecimiento para esta nación, que vio en ese partido «una segunda batalla», debido a que coincidió con la celebración del 222 aniversario de la batalla de Vertières, que definió la independencia de la isla de Francia.

El deporte, una actividad relegada en Haití

Mucho antes de la crisis, las actividades deportivas no eran en absoluto una prioridad para las autoridades del Estado. De hecho, el país no cuenta con una política pública en materia de deporte, ni siquiera con una ley definitiva sobre esta materia.

Peor aún, un proyecto de construcción de 25 estadios de fútbol, bajo la administración del presidente Michell Martelly (2011 a 2016), fracasó debido a la corrupción y el despilfarro.

En febrero de 2024, las bandas llevaron a cabo una gran ofensiva que destruyó todo el centro de Puerto Príncipe, el corazón neurálgico de la ciudad.

Una ofensiva que se llevó por delante las pocas infraestructuras deportivas existentes, entre ellas el estadio Sylvio Cator, situado a la entrada sur de Puerto Príncipe, donde jugaban los clubes de la capital y donde la selección nacional disputaba partidos internacionales en el pasado.

Desde entonces, el estadio está totalmente vandalizado y bajo el control de bandas armadas que forman parte de la coalición terrorista Viv Ansanm (Vivir Juntos), que lo utilizan como escondite debido a su posición estratégica en una zona totalmente abandonada.

Ya en 2010, el potente terremoto que mató a casi 300.000 personas, supuso un duro golpe para las actividades deportivas y físicas en Haití. Desaparecieron innumerables campos deportivos, al igual que las plazas públicas que los albergaban.

 Esto dio lugar a la construcción de viviendas y locales comerciales en estos terrenos, que servían de espacio para que los jóvenes jugaran al fútbol.

Además de la falta de infraestructuras deportivas, ya no hay competiciones deportivas juveniles ni competiciones entre escuelas que permitan descubrir jóvenes talentos como en el pasado.

En los guetos, los cientos de jóvenes que deberían ocupar los campos de fútbol se alistan en bandas armadas, donde mueren durante las intervenciones de las fuerzas del orden o en ataques armados.

El fútbol, una religión 

En Haití, el fútbol sigue siendo el deporte rey. Se ve en la televisión, se juega en las calles y en los patios de recreo de las escuelas y universidades.

 Los haitianos son apasionados de este deporte, que les sirve de vía de escape ante la situación de desesperanza que persiste en el país, que sigue luchando por recuperarse de las crisis climáticas, medioambientales, de seguridad y políticas.

Los grandes campeonatos, como los de Italia, España, Francia e Inglaterra, con sus grandes clubes y estrellas, son muy populares en Haití, y el brasileño Pelé y el argentino Maradona son verdaderas estrellas en esta nación, donde la fiebre por el fútbol ha provocado en los últimos años un auge de las empresas de apuestas deportivas.

Si el fútbol no existiera, los haitianos lo habrían inventado, ya que constituye una verdadera religión para un pueblo que debate sobre este deporte en los mercados, en el transporte público y en los centros de recreación. JS

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