Tegucigalpa (Proceso Digital / D19 / Por Joel Perdomo)– “Cuando hablaba con mi hermano por teléfono me decía que si las cosas se ponían muy peligrosas en el camino, era mejor que me entregara a migración, pero que evitara ser secuestrado en México”, contó Alfredo Rosales un hondureño que salió de su país en busca del “sueño americano” en los Estados Unidos. En el trayecto no todo salió como lo había previsto.
Alfredo no es su nombre, pero así llamaremos a este hondureño; quien relató paso a paso su viaje rumbo a Norteamérica, reveló quiénes están detrás de la extorsión a migrantes y como es que él, junto a cinco acompañantes, logró escapar de un secuestro en México, el mismo que los obligó a entregarse a las autoridades porque debieron escoger “entre la vida y la muerte, no había otro camino”, rememoró.
En su tierra él trabajaba en una empresa procesadora de madera, “ahí me contrataban hasta por dos meses, pero no siempre hay oportunidad para el trabajo, eso es complicado, a veces es desesperante pues la situación es más difícil porque no se tiene estabilidad laboral ni económica”, dijo el entrevistado en conversación con Proceso Digital.
Tras estar al filo de la muerte en la ruta migratoria, dejó atrás sus días de incertidumbre luego de huir de un grupo armado de secuestradores en el país azteca.
Al terminar sus sueños de llegar a Estados Unidos, comenzó otra quimera, regresar sano y salvo para volverse a reunir con su familia , donde ya de vuelta, respira holgadamente para expresar, – » estamos vivos y con esperanza”.
Un sueño frustrado
Su paso por Guatemala y México resultó ser toda una travesía sin garantías de vida. El peligro rondó cada paso que dio en busca de su objetivo de llegar a EE. UU. y pese a estar a las puertas de la muerte, pensó que avanzar en ese desafiante camino era posible, lo que le llevó a manos criminales.
El 6 de octubre salió de su natal Talanga, le acompañaba un amigo y cuatro personas más, todos dispuestos a recorrer más de 2 mil 500 kilómetros para llegar a EE. UU. Para ello deberían burlar autoridades de los países en tránsito, por momentos lo lograron, pero no lo consiguieron contra las bandas criminales dedicadas al secuestro, tráfico de personas, delincuencia y extorsión.
Persecución y extorsión
Alfredo junto a sus acompañantes llegó a San Pedro Sula la noche del 6 de octubre, tomó un bus para salir por la frontera de Corinto hacia Guatemala, el primer país de deben cruzar los migrantes para avanzar a México. Solo en ese tramo enfrentó a la primera banda de delincuentes disfrazados de autoridad y allí mismo tuvo que pagar su derecho de paso.
La lucha contra el crimen organizado inicia desde el primer minuto en que se sale del país, ahí delincuentes disfrazados de autoridades hacen de las suyas con los migrantes desesperados por avanzar, recalcó.
Tres platos de comida en 15 días
La misión de Laínez era llegar Guadalajara, México, sin embargo, las fuerzas se fueron desvaneciendo debido a constantes asaltos, secuestros y extorsiones que entre otros protagonistas cuenta con policías de Guatemala “ellos hacen operativos fantasmas para sacarnos el dinero, solo a ellos les pagué más de 6 mil quetzales”, recordó.
“Yo lo que quería era llegar a Guadalajara con la idea de buscar un guía (coyote) que me ayudara a cruzar la frontera de EE. UU., a mí me habían prometido ayuda económica para pagar, porque ellos cobran arriba de 6 mil 500 dólares por llevarte hasta adentro, no pude llegar porque ahora el camino es más complicado que antes”, relató.
En los 15 días que estuvo entre Guatemala y México le tocó caminar seis días e igual cantidad de noches “a veces caminábamos hasta 48 horas seguidas, nos tocaba descansar donde se acaban las fuerzas, ahí no hay comida, en esos días apenas pude comer tres veces, dormimos en la calle y el monte”, describió joven migrante.
El secuestro en México
Y es que cuando Alfredo Rosales y sus cinco acompañantes lograron cruzar la frontera entre México y Guatemala, ya no tenían dinero porque todo se lo habían quitado los policías guatemaltecos. La precariedad los acompañaba.
Ya en México, “nos salieron tres personas en motos, querían que les siguiéramos, pero decidimos huir, íbamos corriendo, entonces nos salieron más personas que estaban armadas, no hubo disparos porque estábamos en una carretera donde transita bastante la guardia nacional, logramos escapar, pero ellos nos anduvieron buscando, en carros y motos”, describió.
Ya en ese trayecto solo disponía de unos 500 dólares, la mayoría de ese dinero le sirvió para pagar a bandas criminales y a policías. Pero su éxodo aún no había pasado todas las pruebas, otro intento de secuestro se presentó y le hizo huir despavorido durante un trayecto de por lo menos 10 kilómetros, comenta.
Sin dinero y sin descanso
En tierras mexicanas también se vio obligado a llamar a su hermano a EE. UU. para pedirle algo de dinero y de esta manera seguir su viaje que presentaba más contratiempos que oportunidades. “En el trayecto uno se desanima bastante, porque se lucha contra todo para sobrevivir en cada carretera”, refrendó.
Otra complicación en la ruta es que el tren (“La Bestia”), ya no recorre un trayecto largo y para viajar los migrantes deben usar camiones o transporte público, donde son visibles para las autoridades migratorias y las bandas criminales, pero cualquiera que sea la ruta el peligro existe, sostuvo el talangueño.
“Pues no solo se trata de conocer la ruta, hay que tener dinero para pagar y pasar cada retén que montan en las carreteras las bandas criminales, o bien las autoridades a quiénes nos les importa para nada tus sueños, ellos, solo buscan su bienestar, para nosotros es complicado porque hay que pagar miles de dólares a los coyotes”, apostilló.
Regresar también fue un sueño
Finalmente, ninguno de los seis hondureños logró su objetivo cruzar a EE. UU., la ruta para llegar a ese país parece ser aún más complicada de lo que se habían imaginado, ya que ahora, la criminalidad, la extorsión, la delincuencia y el secuestro son otras de las múltiples fronteras que tienen que chasquear. (JP)