Eta y Iota, un «adelanto» de los efectos del cambio climático

Tegucigalpa (Especial Proceso Digital) – Las tormentas tropicales Eta y Iota son apenas un «adelanto» de los efectos que el cambio climático podría tener en el corto plazo en Centroamérica, en especial en Honduras, uno de los países más vulnerables del mundo, advierten expertos tras avizorar mayor flujo de las llamadas migraciones climáticas. 

 El paso de los fenómenos naturales Eta y Iota por Centroamérica, golpeando fuertemente a Honduras, pone en agenda el tema del cambio climático más allá de las tormentas, está relacionado con el tema de la seguridad alimentaria, la agricultura de subsistencia y el desplazamiento de personas por causas climáticas, provocando olas migratorias internas y externas.

En el caso de Honduras, la presencia del cambio climático se hace sentir desde 1994, según informes de Naciones Unidas y organismos especializados. Un reporte de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), señala que en los años de 1994 al 2013, Honduras fue uno de los países más golpeados en el mundo por este fenómeno que muestra en las regiones caribe y del sur, enormes huellas de cómo el mar se ha “tragado” porciones de territorios de aldeas y poblados en su avance de recuperación de costas.

La sequía es otro de los efectos que golpea a los productores hondureños.

Pero también se ha hecho sentir la sequía y la hambruna en sitios del llamado corredor seco, donde muchos pequeños agricultores perdieron sus cosechas y necesitaron ayuda alimentaria. Solo en Centroamérica, en el 2019, cerca de 2.2 millones de personas perdieron sus cosechas debido al clima errático. Otro de los efectos del cambio climático, han sido los brotes de la roya del café detectada en varias plantaciones del aromático en la región.

Para los expertos del clima, estos factores seguirán prevaleciendo en la región centroamericana, y en Honduras, en particular, si se sigue careciendo de políticas públicas aterrizadas a los problemas estructurales ligados al clima y la preservación del ambiente.

Para la organización humanitaria WOLA, por sus siglas en inglés, con sede en Estados Unidos, los efectos del cambio climático se harán sentir en el fenómeno de las llamadas migraciones climáticas, que obedecen al desplazamiento de personas afectadas directamente en sus comunidades por el impacto de la naturaleza.

 La vulnerabilidad climática, asegura, “obliga a muchos a huir de sus hogares en medio del clima cambiante: respuestas inadecuadas (y a veces negligentes) de gobiernos regionales al cambio climático”.

Sequías y olas de calor en aumento

 “A medida que cambian los patrones de precipitación y se prevé que aumenten las sequías y las olas de calor, un número creciente de personas no podrá depender más de la agricultura de subsistencia y se verá obligada a abandonar sus hogares, ya sea como desplazados internos o refugiados climáticos en otras naciones”, advierte WOLA.

 En la actualidad los flujos migratorios se han complejizado. El calentamiento global y el cambio climático tienen efectos colaterales, que impactan directamente a comunidades enteras, que deben decidir entre quedarse donde han vivido durante cientos de años o plantearse la posibilidad de salir.

En el caso de Honduras, el paso de los fenómenos Eta y Iota que dejó pérdidas por más de tres mil millones de dólares en la región centroamericana, de los que más de 2,160 millones de dólares fueron en Honduras, una de las zonas más golpeadas fue la aldea La Reina, en el municipio de Protección, en Santa Bárbara, en el occidente, donde un deslave aplastó la comunidad y obligó a sus habitantes a iniciar un éxodo migratorio a un sitio más seguro.

La aldea de La Reina en Protección, Santa Bárbara, los daños fueron dramáticos por el paso de las tormentas.

Al acercarse el primer aniversario del paso de esos dos meteoros, los habitantes de La Reina buscan reasentarse en otro municipio, no tienen claro por dónde empezar, pero son refugiados climáticos producto del desplazamiento a causa del cambio climático, mientras la ayuda gubernamental apenas llega a cuentagotas.

Pero otras zonas también en el departamento de Ocotepeque y en Lempira, en tierra adentro, fueron golpeadas por estos fenómenos y buscan como reinsertarse en territorios más seguros. No obstante, los expertos advierten que Eta y Iota son un “ejemplo de los efectos desastrosos del cambio climático es una de las regiones más pobres y vulnerables del mundo” como Centroamérica, y dentro de ellas, Honduras.

Los expertos en cambio climático de Estados Unidos y la comunidad académica, sostiene que Eta y Iota, son apenas un “adelanto” de lo que está por venir y si bien no es claro si el cambio climático implica más o menos huracanes, los expertos predicen que las tormentas actuales solo ganarán más fuerza y volatilidad con intensos vientos y lluvias que expandirán su potencial para afectar comunidades y economías vulnerables, señala en su reporte WOLA.

Miles tuvieron que migrar luego de las tormetas del año pasado en busca de mejores oportunidades en EEUU.

Migraciones climáticas

Asimismo, se predice que el clima se volverá cada vez más volátil como resultado de la presencia del fenómeno de El Niño, el cual se caracteriza por provocar un clima extremo de sequía, en tanto La Niña, es de mucha lluvia. Ambos fenómenos serán más frecuentes e intensos, se advierte, lo cual impactará en la agricultura, la alimentación y el fenómeno migratorio.

Muchas familias hondureñas se verán obligadas a migrar producto del cambio climático, y esta migración puede ser hacia las urbes, ya altamente pobladas, o la ruta migratoria que busca llegar a los Estados Unidos.

Los refugiados o desplazados por el cambio climático es también un nuevo fenómeno incluso para las Naciones Unidas, que intenta darles una categoría por las coyunturas propias de su migración: la desolación que causa el efecto climático en sus comunidades. De acuerdo con el Banco Mundial, para el año 2050, Centroamérica y México tendrán un promedio de 1.4 a 2.1 millones de migrantes climáticos, acota en su reporte WOLA.

Centenares de viviendas fueron afectadas por el paso de las tormentas Eta y Iota en noviembre pasado.

Tras el paso de Eta y Iota, en países como Honduras, los flujos migratorios se dispararon hacia la ruta que lleva a Estados Unidos, encontrándose a su paso una mayor hostilidad ante los nuevos controles migratorios en fronteras como Guatemala y México. La ruta del migrante es cada vez más peligrosa e insegura, pero ello no impide que los hondureños salgan, en pequeñas caravanas, o en grupos de dos o tres personas para pasar más desapercibidos.

En el Valle de Sula, en la zona norte, uno de los más golpeados por Eta y Iota, además de la pandemia del coronavirus, existen zonas donde el paso de estos fenómenos sigue intacto, aún se encuentra gente durmiendo en la intemperie, y muchos de ellos, optaron por migrar, ante la tardía respuesta de gestión del gobierno local y la administración central.

Los entendidos en las políticas públicas señalan, ante la gestión de respuesta por la emergencia dejada por estos dos meteoros, que hay necesidad de impulsar políticas públicas más efectivas y transparentes, menos proclives a la corrupción, al señalar que esto último es uno de los factores que impide que tanto Honduras como el resto de Centroamérica se vuelva una región más resiliente, al tener como agenda pendiente el reto de abordar los efectos climáticos y la construcción de infraestructura básica para responder a las emergencias. (PD)

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