Decía Oscar Wilde que ante un problema en el que te veas envuelto no hay que perder tiempo en dar explicaciones, porque tus amigos no las necesitan y tus enemigos nunca las creerán. Así que este artículo lo escribo para los desconocidos lectores de mi columna, aquellos que quieran observar la realidad vista desde otros ojos, para que atisben la verdad, que solo se encuentra en el regazo de Dios. Honduras está fracturada desde el 2009, y no hay señales claras para la necesaria reconciliación que necesitamos para salir del túnel. Ojalá que las próximas elecciones generales sean el punto de partida de una patria renovada, una tierra de tolerancia y desarrollo, sustentada en valores y principios. Una Honduras que debemos construir entre todos. Desde hace cuatro años vengo escribiendo un artículo semanal en esta columna, buscando generar pensamiento crítico, sobre distintas situaciones de la vida social y política de nuestro país.
Pero, ocurre, que mis artículos molestan a determinados políticos de la oposición, al sentir expuesta su doble moral y comportamiento hipócrita. Llevan tiempo intentando callarme, tratando de violentar mi derecho constitucional a expresarme libremente. Hablaron con personal de legaciones diplomáticas, con periodistas y empresarios, con directivos del medio donde escribo, para silenciarme. Y les hice llegar mi respuesta: “Solo dispongo de 720 palabras una vez a la semana, mientras ustedes tienen todos los días, todos los medios de comunicación y las redes, para injuriar y calumniar impunemente a nuestros militares, policías, y a sus familias; a nuestras instituciones, para debilitarlas. Irresponsablemente, tienen todos los días para seguir intentando desestabilizar el país promoviendo una insurrección.”
Lo siguiente que hicieron fue ejercitar su especialidad. Buscaron en las “redes fecales” y metieron la mano de una fosa séptica de hace 38 años, repito, 38 años, del país vasco, para sacar coprofilia en la que aparece mi nombre en recortes de prensa, no en documentos oficiales. Y sin molestarse en auditar su fiabilidad, dado que procede de estructuras simpatizantes del separatismo abertzale, de los terroristas etarras encarcelados, la publicaron. Pero esa información sobre mi persona es falsa, aquello fue un montaje orquestado con fines políticos. Después de las exhaustivas investigaciones, así lo certificaron los siguientes organismos oficiales: 1) La Audiencia Nacional por medio de sus equipo de peritos forenses, que las analizaron y desestimaron. Por ello, en los juicios celebrados en aquellos años, por tan lamentables sucesos, mi nombre no figura en los sumarios, ni siquiera como testigo; 2) la Dirección General de la Guardia Civil y el Ministerio de Defensa, que mantuvieron mi hoja de servicios limpia, de otra manera, no habría podido seguir ascendiendo en mi carrera militar hasta el grado de Teniente Coronel, con el que me retiré; 3) finalmente, lo certificó el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, permitiéndome solicitar destinos en el extranjero. ¿Entonces…?
Un grupo de empresarios, políticos, y militares, delincuentes de cuello blanco, trataron de presionarme para que les facilitara información sensible en función del puesto que ocupaba en el servicio de inteligencia, creyendo que yo la conocía. El objetivo era utilizar el material para chantajear al gobierno del presidente Felipe González. Como les denuncié ante mis superiores, se vengaron fabricando burdas pruebas para implicarme en el conocimiento de los hechos, nunca en su realización. Las investigaciones oficiales, y evidencias colaterales, demostraron mi inocencia sobre cualquier actividad ilegal. Pero en nuestra querida Honduras, la caterva de políticos fracasados y pesebristas, que adornan los escaparates mediáticos, no tuvieron la decencia de acudir a la fuente primigenia, a los sumarios oficiales de las investigaciones y juicios celebrados, para conocer la verdad. Solo les interesa esparcir basura para silenciarme y que deje de escribir, 720 palabras por semana. ¿Por qué será?
Tengo la nacionalidad hondureña que ostento con orgullo; llevo viviendo en Honduras dieciséis años junto a mi familia hondureña. Estoy jubilado y pago mis impuestos. Este es el signo de los tiempos, utilizar las “redes fecales” para ensuciar la honra y reputación de las personas con total impunidad, exponiéndolas y crucificándolas en los tribunales mediáticos.
“En ellos se cumple la profecía de Isaías: Por mucho que oigan, no entenderán; por mucho que vean, no percibirán. Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible; se les han embotado los oídos, y se les han cerrado los ojos”. -Mateo 13,14-